OPINIÓN

Green New Deal y economía social y solidaria: en busca de una alianza

  • "Hemos de invertir en energías renovables y en algoritmos". La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó así el Pacto Verde Europeo
  • En el sector privado sí existe un actor que debe comenzar a ser considerado clave: las empresas de la economía social y solidaria
  •  Una de las que más están contribuyendo a garantizar la transición ecológica es Ecooo  
  

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 Luis Esteban y Rubio,  miembro del proyecto Ecooo

“Hace setenta años los europeos invertimos en carbón y acero, y con ello logramos tanto una reconciliación histórica como un milagro económico. En nuestro tiempo, hemos de invertir en energías renovables y en algoritmos”. Con estas palabras, casi refundacionales, la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó ante el Parlamento Europeo el Pacto Verde Europeo, pacto que, ante la grave crisis ecológica a la que nos enfrentamos, pretende “reconciliar el modo en el que producimos, el modo en el que consumimos, con el planeta”. Además, dicho pacto no sólo pretende garantizar la transición ecológica, sino también que ésta sea socialmente justa.

Igualmente, esta mayor apuesta de la nueva Comisión Europea ante la crisis ecológica no sólo se observa en la dimensión programática, sino también en los organigramas de poder de su nuevo ejecutivo. La vicepresidencia primera, la más fuerte de toda la Comisión, al frente de la cual se encuentra Frans Timmermans, está encargada de implementar el Pacto Verde Europeo. De hecho, esta decisión parece haber tenido influencia en el nuevo Gobierno de España, el cual, en la misma línea, y de la mano de Teresa Ribera, ha elevado la cuestión de la transición ecológica a rango de vicepresidencia.

Y si bien los plazos y la ambición del Pacto Verde Europeo puedan llegar a ser insuficientes ante la magnitud del reto al que nos enfrentamos (por ejemplo, se sigue hablando de crecimiento, verde, pero crecimiento), la década de los años veinte parece no obstante haber comenzado con un sector público, tanto europeo como español, que está abriendo nuevos y necesarios horizontes de posibilidad sobre los que seguir trabajando para garantizar la transición ecológica y que ésta sea socialmente justa.

Comenzando pues el sector público a hacer su parte, cabe entonces preguntarse cómo está la situación en el sector privado. En el EFE Foro Líderes al que acudió Teresa Ribera en el marco de la COP25 el pasado diciembre, la actual vicepresidenta señaló que para garantizar no sólo la transición ecológica, sino también que ésta sea socialmente justa, las empresas “tienen que acometer transformaciones muy profundas” y “cuanto antes las anticipen mejor lo harán”. Ante esta afirmación, caben ser planteadas las siguientes preguntas: ¿pueden las empresas que siguen un modelo capitalista de producción y consumo transformarse de forma lo suficientemente profunda como para garantizar no sólo la transición ecológica, sino también que ésta sea socialmente justa? ¿O más bien las empresas que siguen un modelo capitalista de producción y consumo tienen algo intrínseco en su núcleo constitutivo que les impide realizar tal grado de transformaciones?

En el modelo capitalista de producción de bienes y servicios las empresas tienen como principio esencial la maximización de beneficios, aunque para ello tengan que vulnerar los derechos laborales, aumentar las desigualdades sociales y las desigualdades de género, o agravar la crisis ecológica. Por su parte, el modelo de consumo del capitalismo encuentra su máxima simbólica en la posición que Paul Mazur, uno de los socios históricos de Lehman Brothers, defendió en 1927 (en pleno desarrollo de la sociedad de masas y de consumo) en la Harvard Business Review (una de las principales revistas empresariales del mundo): “Debemos desviar Estados Unidos de una cultura de las necesidades a una cultura de los deseos. La gente debe ser entrenada para desear, para querer nuevas cosas incluso antes de que las viejas hayan sido enteramente consumidas. Debemos moldear una nueva mentalidad en los Estados Unidos. Los deseos del hombre deben eclipsar sus necesidades”. 

En una situación de crisis ecológica, este modelo de producción y consumo está pues intrínsecamente enfrentado con la sostenibilidad del planeta. Y lo máximo a lo que puede aspirar es a un greenwashing, o lavado verde, de su forma de producir y consumir. Por estos motivos, las empresas del modelo capitalista deben dejar de ser consideradas como un actor clave del sector privado a la hora de garantizar no sólo la transición ecológica, sino también que ésta sea socialmente justa.

Sin embargo, en el sector privado sí existe un actor que debe comenzar a ser considerado clave tanto por el sector público como por el conjunto de la sociedad a la hora de abordar la crisis ecológica: las empresas de la economía social y solidaria. Dichas empresas, ante las palabras de Teresa Ribera, podrían ya afirmar: “Nosotras, con nuestro modelo de producción y consumo, ya hemos realizado las transformaciones necesarias, ya estamos adaptadas”.

En relación con su modelo de producción, las empresas de la economía social y solidaria sitúan los derechos humanos de las personas (y progresivamente el bienestar animal), el bien común de la sociedad y la sostenibilidad del planeta en el centro de su producción de bienes y servicios. Es decir, la sostenibilidad del planeta no es una cuestión tangencial, sino esencial de su modelo de producción. Además, las empresas de la economía social y solidaria, como se recoge en la Carta de Principios de la Economía Solidaria aprobada por REAS en 2011, son empresas sin ánimo de lucro, lo que significa que entre sus pilares esenciales no está la maximización de beneficios. Por su parte, el modelo de consumo de la economía social y solidaria se apoya en tres principios fundamentales: en primer lugar, la importancia de distinguir entre necesidades y deseos; en segundo lugar, el consumo de bienes y servicios debe estar orientado a la satisfacción de las necesidades y no de los deseos; y por último, el consumo de esos bienes y servicios debe realizarse desde la moderación. De esta forma, las empresas de la economía social y solidaria están ya adaptadas a la situación de crisis ecológica a la que nos enfrentamos.

Y entre las empresas de la economía social y solidaria que más están contribuyendo a garantizar la transición ecológica y que ésta se realice con justicia social, merece ser destacado el caso de Ecooo. Ecooo es una empresa de energías renovables con quince años de vida que tiene como objetivo el cambio de modelo energético a través del empoderamiento de la ciudadanía. Y para ello desarrollamos tres actividades principales: en primer lugar, autoconsumo, actividad en la que somos pioneros en España tanto en el autoconsumo individual (con más de 250 instalaciones), como en el autoconsumo colectivo (como se pone de manifiesto en el proyecto Entrepatios).

En segundo lugar, consultoría en la transición energética de municipios. Por medio del proyecto EcoooLocal, hacemos consultoría para la transición energética de municipios de forma colectiva. Este proyecto, que ya se desarrolla en 50 ayuntamientos, implica a las y los responsables políticos, técnicos y empleados públicos en el análisis de los consumos y en la definición y puesta en marcha de las propuestas de eficiencia y mejora energética. Nuestro objetivo principal es difundir una nueva cultura energética e incorporarla a la gestión local cotidiana. Además, una vez el equipo municipal adopta esa nueva cultura energética, ese equipo municipal traslada la misma al conjunto de la ciudadanía.

Y en tercer lugar, socialización de plantas fotovoltaicas. En Ecooo disponemos de un producto de inversión en plantas solares fotovoltaicas cuyo objetivo es que las personas y las empresas puedan disfrutar de productos financieros transparentes y con rentabilidad no sólo económica (4,5% después de impuestos), sino también social y ambiental, en los que situar sus ahorros. De esta forma, y en línea con las palabras de Von der Leyen y con ello en sintonía con la nueva Comisión Europea, estamos también contribuyendo a canalizar hacia las energías renovables los miles de millones de euros que se encuentran actualmente invertidos en combustibles fósiles. En la actualidad, más de 4.500 personas han participado en dicha socialización de plantas fotovoltaicas. 

Sin embargo, una empresa que siga el modelo capitalista de producción y consumo puede también ofrecer, en mayor o menor grado, autoconsumo individual y colectivo, hacer consultoría en la transición energética de municipios y poner en marcha productos de inversión en energías renovables. ¿Cuál es pues el valor diferencial de Ecooo? Que en Ecooo lo hacemos desde la economía social y solidaria, es decir, que lo hacemos: por un lado, garantizando que nuestras actividades no son un mero greenwashing, sino elementos constitutivos que buscan transformar tanto el modelo energético como el modelo económico; por otro, que lo hacemos empoderando a la ciudadanía para que ésta sea la protagonista de dichas transformaciones; y por último, y como se puede observar en nuestro último Balance Social elaborado para el Mercado Social de Madrid, que lo hacemos garantizando la justicia social con salarios dignos, derechos laborales, una brecha salarial de 1 a 2, una conciliación entre la vida familiar y la vida laboral, etc.

En definitiva, en un momento en el que el sector público empieza a dar pasos relevantes para abordar la crisis ecológica, las empresas de la economía social y solidaria, y no las empresas del modelo capitalista, deben comenzar a ser consideradas, tanto por dicho sector público como por el conjunto de la sociedad, como el actor clave del sector privado con el que construir las necesarias alianzas para resolver, de manera integral y satisfactoria, el gran reto de nuestro tiempo.

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