MANIFIESTO DE LA AEN

Profesionales de la salud mental temen una respuesta predominantemente farmacológica a la covid-19

  • "Tememos, porque estamos viendo los indicios, que esta crisis impulse, en lo que a salud mental se refiere, una respuesta predominantemente farmacológica"
  • "Tememos que la crisis impulse nuevos o mantenga viejos recortes en los servicios públicos, que la paguen los de siempre, como ya se está viendo"
  • "Queremos que la crisis sirva para reconocer la importancia que ha tenido todo el tejido comunitario que se ha vuelto visible de repente"

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Asociación Española de Neuropsiquiatría- Profesionales de Salud Mental

“Es tentador desde una asociación profesional situarse en una posición de saber. Del saber que exhiben los filósofos del subjuntivo con su ‘hubiera o hubiésemos debido saber que esto iba a pasar’. O el de los profetas apresurados que ya conocen las consecuencias futuras de todo esto. No es por ahí por donde queremos hacer nuestra aportación.”.

Así empieza el Manifiesto de la AEN-PSM con el que explicamos nuestra postura frente a la crisis de la covid-19; es una posición de partida ética, científica y clínica. Pero, permitid que nos presentemos. La Asociación Española de Neuropsiquiatría es una agrupación “de antes de la guerra”, de ahí su nombre un pelín anticuado, al que le hemos agregado Profesionales de Salud Mental, porque no nucleamos sólo a la Psiquiatría, sino a todas las profesiones que participan, sin las cuales no sería posible el tratamiento comunitario y multidisciplinar que aún se sostiene en los ajustados servicios de salud mental.

Tan importante como saber, es saber lo que no se sabe. Partimos de lo que sabemos porque lo hemos observado: de cómo han quedado afectados nuestros servicios y hospitales y de cómo respondió el personal tomando iniciativas sin esperar directrices para sostener la atención. De lo que no sabemos, señalamos nuestros temores y nuestros deseos.

Resumiendo, el confinamiento hizo caer la demanda inicialmente, pero muchas plantas de Psiquiatría de Hospitales derivaron sus pacientes a hospitales psiquiátricos para dejar camas libres para enfermos covid; los servicios de Rehabilitación Psicosocial cerraron casi todos; también nuestros profesionales enfermaron y hubo bajas sin sustitución; la demanda volvió a crecer con el paso de las semanas, entre otras cosas. Respondimos usando medios de teleasistencia para seguir en contacto con los pacientes y sus familias, muchas veces con nuestros medios personales; cuando hizo falta se han hecho visitas domiciliarias; se coordinaron los equipos telemáticamente y se buscó el contacto con Atención Primaria y Servicios Sociales, dos recursos imprescindibles para detectar los problemas que no nos llegan -pues si no los detectan ellos, lo termina haciendo la Policía-.

La incertidumbre abre siempre una ventana de oportunidad, para lo mejor y para lo peor. Tememos -porque estamos viendo los indicios- que esta crisis impulse, en lo que a salud mental se refiere, una respuesta predominantemente farmacológica, en la ilusión de que esto puede dar una respuesta rápida y para todos. Es una ilusión, en algunos casos, interesada. Esta solución engañosa, sólo consigue anestesiar el dolor, generar dependencias y patologizar el sufrimiento. Este dolor tiene muchas causas, la crisis social y económica provocará la destrucción de muchos tejidos laborales, de vivienda y de inclusión social que lo provocarán. Habrá experiencias traumáticas, duelos tramitados en las peores condiciones, soledades no deseadas, explosiones en convivencias difíciles, etcétera. Pero todas estas no son enfermedades a las que les aplicamos un medicamento, sino una forma del dolor humano que es necesario atender con las herramientas psicoterapéuticas y psicosociales -cuando no directamente de los Servicios Sociales- adecuadas a la clase de problema que son en realidad. La realidad se puede reprimir, pero, entonces, retornará. De un modo general, tememos que la crisis impulse nuevos o mantenga viejos recortes en los servicios públicos, que la paguen los de siempre, como ya se está viendo. Combatir la injusticia social puede hacer mucho más que el mejor Sistema Sanitario por la salud mental y física de las personas.

Queremos, por el contrario, que sirva para reconocer la importancia que ha tenido todo el tejido comunitario que se ha vuelto visible de repente. Por su ausencia en algunos casos, por su eficiencia en la respuesta espontánea en otros. Una salud mental comunitaria y de atención a la subjetividad quiere decir dispositivos de atención psicoterapéutica personal y de grupos, inclusión de los usuarios en el tratamiento y la rehabilitación, coordinación con las asociaciones de familiares y los relativamente novedosos Grupos de Ayuda Mutua en los que se organizan y apoyan los propios pacientes. Nuestras herramientas son las de siempre: la escucha y el acompañamiento, sin despreciar las formas del saber lego que acumulan quienes conviven con la angustia y el conflicto psíquico.

Esto no es una guerra, ni los profesionales -que han sostenido su compromiso con la función pública de la que son responsables- son héroes. Es una epidemia y en ellas se puede morir. Y, aunque el sistema de salud no habría soportado el embate si los empleados públicos se hubieran comportado como burócratas, no esperamos medallas, sino instrumentos para poder armonizar una nueva melodía con el ritmo al que nos hizo bailar el virus.

“No podemos volver a la normalidad sin aplicar ese conocimiento. Si ‘cuando todo esto pase’ es ‘como si nada hubiera pasado’ no lo habremos hecho bien”, sigue diciendo el Manifiesto. Queremos decir que la pretensión de que no hubiera pasado nada es una ilusión peligrosa, engañosa porque puede ocultar los problemas graves que ya teníamos antes del virus.

Con él pretendemos intervenir en un momento en que la incertidumbre que se abre ante nosotros indica que vendrá un tiempo de pugna por la dirección que tomarán las respuestas, puede ser una oportunidad para mejorar, pero también para asistir a una vuelta de tuerca en la reducción de los recursos públicos y del ideario que los dirija. Con él queremos buscar alianzas con todos los colectivos interesados en defender el servicio público, en primer lugar, con Atención Primaria y Servicios Sociales. Pero no menos, hacerlo llegar a las autoridades que tienen la responsabilidad en este trance difícil, para colaborar con nuestro conocimiento del terreno y nuestra experiencia de primera mano. Y, por supuesto, a la ciudadanía, que tiene el deber de defender un proyecto que la cuide de verdad, no un cómputo burocrático de intervenciones para lucir en los discursos.

Os animamos a leerlo y a difundirlo. Sintéticamente proponemos: 1) Reforzar el sistema público de salud. 2) “Descentralizar” los cuidados para que empapen el tejido social. 3) Articular medidas eficaces que palien el impacto de la crisis sobre las condiciones materiales de las personas, para que contribuyan a disminuir las desigualdades. 4) Codo con codo con la atención primaria, hemos de ser capaces de acompañar las demandas sin patologizarlas, sin generar dependencias y sin quebrar la capacidad de cuidado y regulación de las personas y las comunidades. 5) El miedo a lo desconocido y la narrativa bélica que criticamos, puede amparar la quiebra de derechos fundamentales o las garantías de su salvaguarda.

Como Asociación vamos a estar vigilantemente activos.

4 Comments
  1. Javier Frére says

    Gracias a Cuarto Poder por difundir esta postura frente al problema en Salud Mental. Es un punto de vista muy necesario pero difícil de hacer masivo.

  2. Un ADL cualquiera says

    Brillante!
    Enhorabuena por tan buen artículo.
    Efectivamente, l@s currelas públic@s tan solo pedimos que se nos escuche, que se nos dote de medios, y no se menosprecie, ni a nivel político ni de opinión pública.

    Y no es por nosotr@s, es por tod@s.

  3. Md says

    A ver cuando nos enteramos que la participación en aquello que nos afecta a los usuarios, no es una concesión que se nos hace, es un derecho que se tiene por ser ciudadano y en nuestro caso recogido además en la Convencion de Derechos de las Personas con Discapacidad en su art. 3.
    Pero esta participación tiene que ir más allá de decidir sobre mi propio tratamiento, o rehabilitacion(nosotras lo llamamos «recuperación social»), o en esos «novedosos grupos de ayud mutua».
    Queremos participar en las políticas que definen el abordaje de la salud mental.
    Y la coordinación con el movimiento Asociativo En Primera Persona es fundamental.
    Que no sólo existen las asociaciones de familiares, que tendrán una labor, pero la nuestra no la podéis invisibilizar.

  4. Javier Frére says

    El artículo habla de «los relativamente novedosos grupos de ayuda mutua, en los ’70 ya existía el Colectivo de Psiquiatrizados en Lucha. Y no veo que invisibilice al movimiento en primera persona, puesto que los nombra (GAM) y los incluye entre quienes deben participar en el trabajo comunitario. De hecho, me consta que la AEN los ha incluido entre los ponentes de algunas de sus Jornadas.

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