El Estatuto supremo y el Tribunal Constitucional

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Gabriel Tortella *

El optimismo antropológico del presidente Rodríguez Zapatero le ha llevado (y nos ha llevado) a una de esas situaciones en que no se puede ganar: ocurra lo que ocurra, con el Estatuto de Cataluña, perdemos todos. Porque, una de tres: si el Tribunal Constitucional declara el Estatut constitucional, cuando evidentemente no lo es en su mayor y fundamental parte, se está cometiendo un fraude de ley, un grave desafuero, y sentando un pésimo precedente; si lo declara inconstitucional, como corresponde en derecho, puede provocarse en Cataluña una situación de rebeldía (quizá de rebelión) y con toda seguridad se está dando armas y argumentos (por ilegítimos que puedan parecer, y a mí al menos me lo parecen) al creciente bando separatista; y si el Alto Tribunal se declara incapaz de decidir, ocurren ambas cosas a un tiempo: el Estatut subsiste de hecho y a su sombra se sigue desarrollando una legislación que contradice la Constitución; y a la vez se alimenta la rebeldía separatista, como hemos visto esta semana pasada. Por si fuera poco, en los tres casos queda el prestigio del Tribunal Constitucional muy menoscabado.

Pero he cometido una inexactitud: la gran mayoría pierde ocurra lo que ocurra con la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, especialmente la gran mayoría de los habitantes de Cataluña. Pero hay una pequeña minoría que ganará en cualquier caso; esa minoría es la oligarquía de partidos y políticos nacionalistas. Esos ganan en cualquier caso, porque en el Alto Tribunal encuentran un chivo expiatorio que haga olvidar los desastres de estos años de gobierno nacionalista: nos dirán que las culpas de que Cataluña vaya mal, tenga una tasa de paro más elevada aún que la media de España, se estanque económicamente, etc., la tendrá el Tribunal Constitucional; pero si éste, posibilidad cada vez mas remota, refrendara el Estatut, la victoria sería doble, porque esos mismos partidos lo considerarían un triunfo suyo logrado contra el “anticatalanismo visceral” de un tribunal que es “anticatalán” por definición, por el simple hecho de tener su sede en Madrid. El chivo seguiría siendo chivo, y además toda la legislación y política anticonstitucionales quedarían convalidadas para siempre.

Ante la posibilidad de que este doble triunfo no se produzca los políticos nacionalistas parecen poseídos de un frenesí vesánico y dicen cosas delirantes. Como el Tribunal no ha hecho lo que ellos querían, ahora quieren cambiarlo: como el árbitro no ha pitado el penalty que pedíamos, que lo quiten y traigan otro. O, aún mejor, que se suspenda el partido, porque íbamos ganando. Exigen que el Tribunal Constitucional se declare incompetente para interpretar la Constitución. Produce incredulidad oír estas cosas. El señor Artur Mas ha llegado a decir que el Tribunal no está legitimado para corregir una ley aprobada por el pueblo catalán. Entonces ¿para qué está legitimado? La Constitución vigente (que, dicho sea de paso, a mí me gusta muy poco) ¿por quién fue aprobada? Por si fuera necesario recordarlo, fue aprobada por todo el pueblo español, incluyendo el catalán. Si el Tribunal Constitucional (cuya existencia se deriva de la propia Constitución) no está facultado para determinar la compatibilidad de las leyes, incluidos, en especial, los estatutos autonómicos, con la Constitución ¿cuál es su cometido? Produce zozobra pensar que el señor Mas puede muy bien ser el próximo presidente de Cataluña. Claro que el actual president ha desbarrado casi tanto como él en esta materia.

¿Y cómo hemos llegado a esta lamentable situación? Pues todo se debe al optimismo antropológico, que consiste en tomar las decisiones como si resolver lo inmediato fuera lo único importante, porque a largo plazo las cosas se arreglan solas. Y así ocurrió con el Estatut. Rodríguez Zapatero había basado su estrategia cuando estaba en la oposición en cortejar el voto catalán, aprovechando la rigidez con que Aznar se había enfrentado a las crecientes reivindicaciones de Cataluña y el País Vasco. Primero dijo Rodríguez Zapatero que aceptaría cualquier cosa que aprobara el Parlament, promesa insensata en sí misma, pero que le ayudó a ganar las elecciones de 2004. Luego, ante las enormidades que vinieron de Parlament, tuvo que desdecirse; pero claro, hubo que pactar, y el pacto produjo un texto que seguía siendo en gran parte inconstitucional. Ahora bien, también produjo algo que Zapatero perseguía con denuedo: una segunda victoria electoral en 2008. Sin el Estatut el PSOE hubiera perdido esas elecciones, porque en el resto de España, sin Cataluña, perdió en votos y en escaños. El objetivo principal se había conseguido. “Como sea” es el lema del optimismo antropológico. Ahora sólo queda desollar el rabo de la inconstitucionalidad. Y en ésas estamos. No sabemos cómo salir del atolladero. ¿Alguien tiene alguna idea?

(*) Gabriel Tortella (Barcelona, 1936). Economista e historiador. Catedrático emérito de Historia de la Economía en la Universidad de Alcalá de Henares. Premio Rey Juan Carlos de Economía en 1994. Es autor de una decena de libros sobre historia económica española e internacional; el último de ellos, Para comprender la crisis (Gadir, 2009), en colaboración con Clara Eugenia Núñez.
3 Comments
  1. chuki says

    Si el T. constitucional no llevara 3 años perdiendo el tiempo y por tanto quedando en entredicho y se hubiera limitado a recortarlo un poco sobre todo en sus actitudes soberanistas y lo hubiera aprovado en su mayoria no hubieramos llegado a esta situacion, pero el PP siempre tiene que llevar las cosas al limite para que no halla solucion y enfrentar al resto del pais con cataluña, que es lo que les interesa politicamente y electoralmente

  2. Treparriscos says

    Al igual que la energía nuclear, la descentralización puede ser contraproducente según el uso que el hombre haga del invento. Esa fuerte atracción o dependencia, que ejerce el poder, la fama, la poltrona (de 80 o 90 mil euros), la notoriedad, etc. como una potente droga, sobre la clase política puede ser devastadora en el tema que tocas, convirtiéndose destrucción masiva o limpieza étnica. Algunas autonomías dependiendo del partido que ostente el gobierno de la nación, se convierten en miniespañas gobernadas por miniberlusconis. Otras, independientemente del pairo gubernamental, invocan un derecho diferencial arcaico para enrocarse en una segregación crónica (y no hablo de las fronteras de http://es.wikipedia.org/wiki/Al-%C3%81ndalus ). La vocación de servicio público se reduce a la mínima expresión y prevalece el interés personal partidista. La democracia en España dura una campaña electoral dando jabón al electorado, luego cada cual es «El villano en su rincón». La clave esta en despolitizar ,universalizar y blindar los tres pilares fundamentales de nuestra sociedad, sanidad, justicia y educación. El texto Constitucional actual que sirve para todos no sirve para nadie, a las pruebas me remito, hay que elaborar otro mucho mas simple de entender y con menos margen de interpretación para que los miembros del tribunal, que serian los únicos competentes, lo tengan fácil y sean mas rápidos en declarar algo inconstitucional. Y a otra cosa mariposa, acatando sin mayor problema o conflicto, porque no hay nada ni nadie por encima de la Constitución bien cocida. Me gusta tu artículo.

  3. Davidson says

    Su artículo (de opinión) me deja mucho más tranquilo: no necesitamos al Tribunal Constitucional, ya nos dice usted que El Estatut no es constitucional: «…si el Tribunal Constitucional declara el Estatut constitucional, cuando evidentemente no lo es en su mayor y fundamental parte, se está cometiendo un fraude de ley, un grave desafuero». Impresionante, vaya usted escribiendo otro artículo como este para el Estatuto de mi comunidad, Andalucía, que es un calco. No le gustan los nacionalistas, ni los de antes ni los de ahora (esa «minoría», a pesar de que ganará antes o después las elecciones). Tampoco los no nacionalistas, como el actual President. Mucho menos el Presidente del Gobierno, ese vendido. Veo que le encanta Aznar, que puso a País Vasco y Cataluña donde tienen que estar, según usted. Ahora al PP no lo vota nadie en esas comunidades.
    Un poco más de análisis y menos escritos panfletarios, por favor. Los que leemos este medio es porque queremos informarnos, no que nos tomen por bobos.

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