Un pepito de ternura

José Andrés, el cocinero asturiano afincado en Estados Unidos, ha ofrecido trabajo a los etarras que dejen las armas y pidan perdón. La iniciativa, que fue lanzada en Twitter, ha sorprendido a los 43.000 seguidores del chef en la red social. Desconozco qué pensaran tanto Obama como el departamento de Inmigración USA del posible desembarco de ex terroristas en los fogones estadounidenses, pero a mí me parece una propuesta conmovedora. Tanto, que propongo a José Andrés el nuevo plato estrella para su próximo menú degustación: el pepito de ternura.

Me preocupa, sin embargo, que algún desempleado de la España profunda pueda tomarse esta generosa oferta al pie de la letra, y piense que la mejor manera de acceder a un puesto de trabajo es desde una banda armada. Escribo desde Talavera de la Reina, una ciudad con 88.000  habitantes y 12.479 parados, y ya estoy imaginando la cola para formar parte del Comando Cerámica.

Desde el corazón rural de Castilla La Mancha me gustaría sumarme a todos aquellos ciudadanos que se han alegrado de que ETA haya abandonado la violencia. Me gusta Euskadi, su comida, su naturaleza y su gente. Tanto que  procuro pasar todos los años unos días de vacaciones en San Sebastián. Me parecen magníficos sus restaurantes. Y también sus instalaciones deportivas, sus parques infantiles, sus actividades culturales, sus hospitales, sus festivales, sus museos, sus bibliotecas, su elevada calidad de vida… En Castilla La Mancha estamos un poco más atrasados en todos estos aspectos: formamos parte, junto a otras regiones olvidadas, del culo de España.

En estos días se habla mucho de Euskadi. De la paz, del perdón, de nuevas inversiones, de un futuro prometedor. Desde Castilla La Mancha siento una enorme alegría, pero sin olvidar que en el País Vasco la tasa de paro es del 11,61%, mientras en que en Castilla La Mancha es del 21,79%, en Extremadura del 25,06% y en Andalucía del 29,68%. Por eso le recuerdo a José Andrés, estrella televisiva, que mi comunidad está sembrada de albañiles, camareras, fontaneros o cocineras en paro. Quizá no sería justo que, por no haber empuñado jamás una pistola, tengan menos posibilidades de acceder a uno de los puestos de trabajo de sus empresas. Alguien podría pensar que es más fácil conseguir las cosas por las malas...

P.D.

José Andrés es una de las muchas víctimas de esa arma de doble filo llamada Twitter. Al mismo tiempo que el cocinero ofrecía pepitos de ternura a los etarras otro showman, Pablo Motos, dinamitaba la red social tras realizar en su programa, “El Hormiguero” (Antena 3), una broma que muchos espectadores consideraron pesada: decapitar en directo a Dani Martín, el vocalista de El Canto del Loco. Cualquiera que haya escuchado una sola canción de este grupo debería no sólo felicitar a Motos por adoptar tan drástica medida, sino incluso ofrecerse como verdugo voluntario. Pero lo cierto es que mucha gente pensó que se trataba de una verdadera amputación, de un accidente. “Sólo estábamos haciendo magia”, insiste Motos. Fue una broma, con una guillotina trucada y una cabeza de pega.

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Alejandro Sanz es otro que no levanta cabeza en Twitter. Después de meter la pata en alguna ocasión y jurar que no volvería a utiliza la red social, ha vuelto a las andadas confundiendo a Marta del Castillo con Marta Domínguez. Una seguidora del cantante le pidió que enviara un mensaje de apoyo a la familia de la joven sevillana desparecida en 2009. Sanz respondió: “Que manía tenemos de juzgar antes de que lo hagan los jueces...Marta es inocente hasta que un juez diga lo contrario”. Ni que decir tiene que cientos de comentarios posteriores le han  despellejado, proponiéndole como nuevo inquilino de la guillotina de Motos.