La bañera

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Cuentan los abuelos que en los tiempos realmente tristes y oscuros, cuando escaseaban algunos alimentos básicos, la bañera podía dejar de ser un artículo sanitario de primera necesidad para convertirse en un simple recipiente, y hacer funciones de depósito y almacenaje. Por ejemplo con el aceite. Cuando corría el rumor de que el jugo de la aceituna iba a ponerse por las nubes, o a ser racionado, se compraba a granel y se llenaba la bañera. Aceite a buen precio, para toda la familia y durante meses. Pero en ocasiones la mala fortuna, siempre atenta a las miserias del pobre, movía el tapón y permitía que a lo largo de la noche tan preciado líquido se fuese por el desagüe. El drama entonces se multiplicaba.

Ha llegado el momento en que mi suegra, aquejada de tos crónica, llene su bañera de Bisolvon. Mi cuñado, que no tiene bañera sino plato de ducha, y va algo estreñido, si quiere sobrevivir al verano quizá deba llenar cubos y barreños de Evacuol. Y mi panadera, con unas hemorroides como melones de Villaconejos, ya ha comenzado a llenar el bidé con Synalar, una crema con corticoides que le refresca una barbaridad.

Excluyendo de la financiación pública 456 fármacos indicados para “síntomas menores” Ana Mato, ministra de Sanidad, pretende ahorrar 440 millones de euros. Una cifra importante que servirá al Gobierno para, por ejemplo, pagar el retrato que Antonio López está realizando de Álvarez Cascos para el Congreso. O para salvar bancos y autopistas de peaje.

Mato, que es un lince y piensa en todo, hace una propuesta alternativa: “Estos medicamentos para afecciones leves podrían ser sustituidos por cualquier otro producto muchas veces natural”. Ya saben lo que tienen que hacer mi suegra, mi cuñado y mi vecina: comprarse otra bañera. La primera para almacenar medicamentos, y la segunda para poner en marcha su propio huerto urbano de plantas medicinales. Tomen notan de este vídeo...

España avanza en lo que pudiera parecer un retroceso. Volvemos a la automedicación, es decir, a conocer al dedillo nuestro propio cuerpo. Regresamos a las plantas medicinales, como los indios crow o los pastores castellanos, en lo que podemos considerar un retorno a la vida sana. Convirtamos pues la bañera en lo que nunca debió dejar de ser: el centro del hogar, la máxima expresión de lujo y  confor. E incluso de diversión y ocio...

9 Comments
  1. inteligibilidad says

    Ahora entonces la miseria en la miseria es tener plato de ducha… No importa, siempre nos quedará el «sana, sana, culito de rana…»

  2. Mecacholo says

    A ella no le importa, porque puede pagar Sanitas cada mes.
    Hay que ser gilipollas para otorgar la capacidad de gestionar lo público a los que están en contra de lo público. En fin…

  3. Monica says

    Muy bien hilado Albeniz! Un gusto leerte!

  4. qq says

    Bah, pero si un catarro dura una semana si te lo cuidas, y siete días si no lo haces. Si el estreñimiento se cura empujando más. Y si lo haces y te salen almorranas, pues las sufres en silencio, como tiene que hacer un buen español. ¿Tos? Eso es por el tabaco, que es muy malo, así que a fumar menos, salvo que vayas a casinos de americanos.

    Si es sois todos unos hipocondriacos, además de unos quejicas. Jarabe de palo es la medicina que hace falta aquí.

    [Modo ironía off, por si no se había notado]. Saludos.

  5. Pepa says

    Y lo que nos queda…

  6. CHATA says

    Me sumo a lo que dice Mónica.

  7. Selito says

    Pues van incluidos alguno de los que yo receto todas las semanas para combatir los efectos secundarios de la radioterapia.
    Debe ser que son poco eficaces y yo no me había enterao.
    Menos mal que no hace falta que el ministro de lo que sea tenga conocimientos/preparación relacionados con su cartera, que para eso tiene asesores y tal, que si no….

    Bonobos, hay que invertir en bonobos….

  8. Cucumber says

    Palabras literales de la ministra Mato, que nos pueden aclarar las cosas: «Ahí estarían pues las prestaciones farmacéuticas las de ototerapi ototo ototerapicas eeh me he equivocado en la eeeh el el nombre y poner en valor lo que tiene muuocho valor porque no hay cosa que tenga más valor que una medicina que cura enfermedades»

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