Libertad y seguridad

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Una escena de la película 'La noche más oscura', de Kathryn Bigelow.

El pasado fin de semana fue muy duro. Me sometí a un proceso de entretenimiento que me produjo tal presión, tanto intelectual como física, que muy bien pudo considerarse tortura. En primer lugar organicé una sesión cinematográfica a la vieja usanza, es decir, el tradicional programa doble. Consistió en un pase casero inicial de J. Edgar (Canal +), cinta sobre la vida del que fuera director del FBI durante medio siglo J. Edgar Hoover. Solo ligeramente recuperado de la tensión producida por la homosexualidad contenida, y las luchas de poder e información que cuenta Clint Eastwood, salí de casa y me fui al cine. Sentado en la fila cinco asistí a un pase de La noche más oscura, película sobre la década que emplearon miembros de la CIA en localizar y matar a Bin Laden. En los ratos libres entre una y otra experiencia cinematográfica, y robándole tiempo al sueño, me leí Enemigos. Una historia del FBI, del ganador del Pulitzer Tim Weider (Debate). Más de 660 páginas con la historia definitiva de la Oficina Federal de Investigación estadounidense, un prodigio de documentación, organización y maestría a la hora de narrar.

¿Conclusión? Que compaginar libertad y seguridad es el arte de la democracia.

Libertad y seguridad son fuerzas opuestas. Lo cuenta de maravilla Weider, y se siente en cada plano de La noche más oscura, película en la que muchos ven apología de la tortura. Los espantosos malos tratos y vejaciones a los que se somete en una cárcel secreta de la CIA en Pakistán a un prisionero, tales como privación del sueño o ahogamientos fingidos, dan como resultado un nombre: Abu Ahmed el Kuwaiti, mensajero de Osaba Bin Laden, hombre clave a la hora de localizar el refugio del buscado terrorista.

En nombre de la democracia, ¿todo está permitido? Mientras veía “La noche más oscura”, con esos agentes de la CIA encapuchados torturando prisioneros, no podía quitarme de la cabeza el caso de Alfonso Fernández, Alfon, detenido durante la pasada huelga del 14-N. Liberado tras pasar 56 días detenido, Alfon aseguró haber estado en manos de “cuatro policías que nos interrogaron con el rostro cubierto y nos llamaron vagos, parásitos y comunistas”.

¿En España, como sucede en las cárceles secretas de Afganistán, los policías interrogan con el rostro cubierto? La noticia no es nueva: en febrero del pasado año abogados del 15-M denunciaron que los policías que interrogaron a sus clientes en la comisaría de Moratalaz, detenidos durante una manifestación contra la reforma laboral, llevaban el rostro cubierto, estaban vestidos de paisano y carecían de distintivos que les identificasen. El pasado mes de diciembre la Defensora del Pueblo pidió de manera formal que la policía no usase capuchas en los interrogatorios.

El eterno conflicto entre el bien y el mal. Los ciudadanos deben conocer todos los detalles de esta lucha, porque de lo contrario, tal y como nos recuerda Weiner en su libro sobre el FBI, “cuando llegue la próxima crisis todos corremos el riesgo de renunciar a las garantías de libertad a cambio de las promesas de seguridad”.

3 Comments
  1. Mecacholo says

    Como hay pocos demócratas de verdad, no se tienen en cuenta los derechos de los ciudadanos o, al menos, se subordinan a otras prioridades de los que mandan. Por un lado están los demócratas y por otro los que se valen de la democracia para hacer y deshacer a su antojo, en defensa de sus propios intereses. Los gobiernos de España, por el momento, son más de este segundo tipo, por desgracia.

  2. Selito says

    LIbertad y seguridad no deben estar reñidas. Sólo hay que manejarlas en las proporciones adecuadas, las cuales varían en función de las circunstancias.
    El problema está cuando se malusa-abusa de las proporciones o se manipulan-falsifican las circunstancias.
    Cuando el ue tiene el poder se pone por encima de éste, vaya….

    PD: Boss, ¿entre peli y peli te lees un libro de 600 pgs.? ¡Qué talento más desaprovechado! 🙂

  3. Carlos G says

    Estado policial. Militarismo. Desastre económico. Tecnocracia. La hegemonía yanki que se debilita. Aberración capitalista. Es el nuevo orden mundial que nos anunciaron.

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