Coches robados

La historia de la España moderna está repleta de delincuentes motorizados. Desde Juan José Moreno Cuenca, más conocido como El Vaquilla, allá por los años 80, hasta Benjamín López Rojo, alias Japito, de nuestros días, piloto especializado en fugas de bandas de atracadores gallegos.

El chorizo ama el coche. Ha sido así prácticamente desde que Henry Ford comenzó a producir automóviles en cadena allá por 1908. ¿Imagina usted a Bonnie and Clyde huyendo tras un atraco perfecto en otro vehículo que no fuera un Ford V-8, modelo B? “Muy señor mío”, escribió el forajido norteamericano al constructor de coches, “Mientras tenga aire en mis pulmones, le seguiré agradeciendo el coche tan genial que usted ha fabricado. He conducido coches de Ford exclusivamente cuando podía escapar con uno. Por su velocidad sostenida y su capacidad de librarme de los problemas, Ford ha conseguido lo que ningún otro coche e, incluso aunque mi profesión no sea estrictamente legal, no le hace ningún daño a nadie que le diga qué gran coche tiene usted en el V-8.Sinceramente suyo, Clyde 'Champion' Barrow”.

El maleante adora el automóvil. Y voy más allá de la imagen imborrable de Al Capone repanchingado en el asiento de cuero de su flamante Cadillac 341. De instrumento de trabajo, imprescindible en una escapada precipitada, el coche ha pasado a ser capricho y símbolo de estatus. Nuestros manguis, incluso los más refinados, adoran los buenos carros…

José Luis Baltar, ex presidente de la Diputación de Ourense que se autodefine como “el cacique bueno”, hizo 104 contratos a hermanos, nietos, sobrinos, amigos... En el programa “Salvados” (La Sexta) del pasado domingo, el hijo de Baltar no defiende ni a su mismísimo progenitor. “Por prudencia, no pongo la mano en el fuego por nadie”, dice sin ruborizarse cuando le preguntan por su padre. Pues bien, el presunto enchufador tiene un vicio oculto. Otro más. Coleccionar coches clásicos. Tiene un centenar, casi tantos como enchufados, de todos los portes, categorías y precios.

A Arturo Fernández, flamante vicepresidente de la CEOE y presidente de la patronal madrileña, se le llena la boca de monóxido de carbono cuando habla de sus posesiones: “Tengo 180 restaurantes, 8 hoteles, 2.000 armas, 25.000 botellas de vino… y más de 100 coches”, aseguró en el programa de Telemadrid “Tal como somos”.

“Es mi hobby”, dice el amigo Fernández mientras enseña su garaje, abarrotado de Rolls, Jaguar, Morgan, Cadillac, limousinas y demás chatarras.

¿Quién no tiene un hobby? Incluso el Gabino Diego de la memorable película “El viaje a ninguna parte” tenía un “obi”, ¿recuerda? El pobre quería jugar al fútbol no por “obi”, sino porque le daban la merienda.

Perdone que me marche por las ramas: estamos hablando de autos fardones… Para cerrar la lista de modernos coleccionistas de coches al borde de la ley, en último lugar pero no por ello menos importante, nada menos que Jordi Pujol Ferrusola. El hijo del ex presidente guarda en una nave a 40 kilómetros de Barcelona una veintena de carros vintage, y de alta gama, entre los que se encuentran un Lamborghini Miura p400 y un Ferrari F40.

Mientras, en el mundo real, las ventas de coches siguen cayendo. En España descendieron un 13,4% durante el 2012, y al parecer seguirán haciéndolo hasta 2018. Tiempos duros, tiempos de oportunidades. También para los coleccionistas. Y para los que conducen coches robados...