El comienzo del principio

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Esperanza Aguirre, el pasado domingo, momentos antes de comparecer ante los medios de comunicación para valorar los resultados electorales. / Ballesteros (Efe)
Esperanza Aguirre, el pasado domingo, momentos antes de comparecer ante los medios de comunicación para valorar los resultados electorales. / Ballesteros (Efe)
“Los días memorables de la vida tienen una luminosidad más intensa que los normales”. Stefan Zweig
(El mundo de ayer).

Han pasado solo unas horas desde que conocemos los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Y luce un sol espléndido. Aún no ha comenzado el saqueo y la quema de iglesias, sigue siendo posible encontrar comida y papel higiénico en los supermercados, la inevitable epidemia de inversores lanzándose al vacío tras el crac del sistema bancario no se termina de producir y, por último, los piquetes de bolcheviques sedientos de sangre que deambulan por Madrid todavía no han arrancado a Hermann Tertsch de la barra del piano bar Toni 2 para lincharle en plena calle. Le diré más: todo parece indicar que, en contra de las más negras previsiones de Esperanza Aguirre, dentro de unos meses podremos volver a votar libremente.

La democracia funciona. Basta con ver las caras de Esperanza Aguirre, María Dolores de Cospedal o Rita Barberá tras conocer los resultados electorales. Y con no ver la cara de Mariano Rajoy, el increíble presidente invisible. En esos rostros a punto de estallar, abotargados por la soberbia contenida, hinchados por la rabia acumulada, tumefactos por una chulería congénita, está la esencia de la democracia. La prueba fehaciente de que, como explicó Abraham Lincoln, se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Salvo excepciones como la de Monago, rapero extremeño de alma canaria incapaz de engañar a nadie un solo segundo. "A todo cerdo le llega su San Martín", escribió en Twiter Olga María Henao, la exnovia del todavía presidente extremeño, nada más conocer los resultados electorales. Y es que el populismo y la demagogia, como muy bien advirtió Esperanza Aguirre, no sacan a los países de las crisis.

“Los antisistema deberían presentarse a las elecciones”, dijo la exlideresa en un momento de brutal lucidez democrática. El Partido Popular insistió en esa línea maestra, y en su día exigió a los antisistema del 15-M que se manifestasen “con votos y no con pancartas”. Ni cortos ni perezosos los perroflautas les tomaron la palabra, se despiojaron ligeramente y se presentaron a las elecciones para ganar.

¿Asistimos al comienzo del fin? Me gustaría pensar en positivo, es decir, creer que vivimos el comienzo del principio. Que el PPSOE es historia. Que arranca el tiempo de una política creativa, con diferentes protagonistas, capaces de valorar la educación, la reflexión y las ideas. El pasado domingo anunciamos un tiempo nuevo. El de la decencia.

4 Comments
  1. Josu says

    La España católica, apostólica y romana se ha liberado del miedo al infierno, de la política fundamentada en el como Dios manda y ha dado paso al anhelo de un paraíso terrenal y de una política basada en el, para él y por el Hombre. Viva la Democracia!

  2. Mecacholo says

    Será el comienzo del principio si nos lo curramos. Ahora sabemos que SÍ SE PUEDE.

  3. Selito says

    Excelentes noticias, aunque cuidado, ahora empiezan las curvas. Las asociaciones ciudadanas/Podemos tienen ya que enfangarse y, según como lo hagan, así se les votará, sabiendo que nadie les va a perdonar ni el más nimio cuesco que se tiren, aunque los otros sigan defecándose en nuestras caras nosotros, como siempre ha sido por la gracia de Dios.
    Y ojo al Psoe. Donde eran bolivarianos y perroflautas, ahora les son necesarios y han empezado a cambiar el discurso. La cuestión es si van a cambiar las actitudes y volver a un socialismo que ya perdieron años ha o son todo cantos de sirena para atraerlos y luego ya si eso, que se lo cuenten a los de IU de Andalucia trás su sociedad fallida y hasta follada…
    Ojo, que las ilusiones luego deben concretarse en hechos y mantenidos en el tiempo.

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