Científicas españolas altamente preparadas pero víctimas de la brecha de género

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Puede que pocas personas conozcan sus nombres, pero España cuenta con científicas de renombre que han realizado aportaciones fundamentales a la ciencia y que a día de hoy dedican su vida a la investigación. Algunos ejemplos son Margarita Salas, una leyenda viva por desarrollar una técnica para multiplicar el ADN que hoy se utiliza en laboratorios forenses de todo el mundo; María Blasco, una de las principales referencias mundiales en las indagaciones sobre envejecimiento y cáncer; o Alicia Calderón, la española que participa en el equipo europeo que acabó por detectar el famoso bosón de Higgs, la pieza que faltaba para completar el modelo estándar de la física de partículas.

Sobra el talento femenino, pero en el mundo de la ciencia hay una gran brecha de género que impide a las científicas llegar a categorías de mayor rango o liderar equipos. El número de mujeres que se doctoran en España --un 39% del total-- se acerca bastante al número de hombres, pero la desigualdad aumenta a medida que se avanza en la carrera investigadora: solo hay un 21% de catedráticas y una sola rectora en la universidad pública, un 25% de investigadoras de Grado A y ninguna directora general en los organismos públicos de investigación. Son los datos que arroja el estudio anual Científicas en Cifras 2015, del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad que vio la luz esta semana con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que se ha celebrado este sábado.

Algunas de las causas de la desigualdad que las investigadoras encuentran son la educación diferenciada entre hombres y mujeres, el machismo que impera en las profesiones más exigentes o el cuidado de los niños, que sigue recayendo mayoritariamente sobre las mujeres en una franja de edad en la que la competitividad en la carrera científica es máxima. También es cierto que hay algo de luz, el porcentaje de mujeres investigadoras se mantiene por encima de la media de la Unión Europea (un 33%) y los datos reflejan un lento avance respecto a años anteriores.

Científicas españolas: Alicia Calderón, investigadora española que ha participado en el descubrimiento del Bosón de Higgs
Alicia Calderón, investigadora española que ha participado en el descubrimiento del Bosón de Higgs. / Instituto de Física de Cantabria

Alicia Calderón continúa trabajando junto a sus compañeros en el análisis de los datos recogidos en 2016 para conseguir nuevos resultados sobre el bosón de Higgs, en la Organización Europea para la Investigación Nuclear en Suiza (conocida como CERN), aunque su trabajo principal radica en el Instituto de Física de Cantabria. Desde su experiencia, considera que las mujeres tienen que poner “más esfuerzo en demostrar el conocimiento” y que, incluso tienen que “repetir las ideas varias veces” para ser escuchadas. La investigadora encuentra diferencias entre la gente de diferentes nacionalidades con la que trabaja, pero apunta a cuartopoder.es que “en general la proporción de mujeres es muy inferior a la de los hombres”.

El grupo Altas Energías del Instituto Física de Cantabria del que forma parte Alicia Calderón ha liderado la búsqueda del aclamado bosón de Higgs en el canal de desintegración a dos bosones W, uno de los tres canales que permitió su hallazgo. El descubrimiento es histórico y tuvo una repercusión mundial, porque es la última pieza que falta para completar el Modelo Estándar de la Física de Particulas, que describe todo lo que sabemos de las partículas elementales que forman todo lo que vemos y cómo interaccionan entre ellas.

Otra de nuestras científicas más aclamadas en la actualidad en España y en el extranjero es Marta Navarrete, química, doctora en Neurociencia y ganadora en 2015 del Premio Olympus para Jóvenes Investigadores por su trabajo postdoctoral, que demostró que los astrocitos --un tipo de células de glía-- tenían un papel mucho más relevante en el cerebro de lo que hasta ahora se creía. “Estoy intentando saber cuál es el papel de los astrocitos en el proceso de memoria y aprendizaje. Nunca se había investigado, pero si somos capaces de recordar, es porque la actividad astrocitaria es buena o ha hecho su función. Esto puede estar relacionado con por qué olvidamos en un proceso de Alzheimer, por ejemplo”, explica.

Navarrete tiene un brillante expediente y una carrera exigente, que compatibiliza con el cuidado de dos niños pequeños. “El hecho de ser madre me va a pasar factura y lo que intento es contrarrestarlo sacrificando mi vida personal. No tengo tiempo para dedicarme a mí misma o a los míos. Mi familia me apoya, pero a un hombre nadie le tiene que apoyar”, cuenta. La neurocientifica explica que la edad clave para una investigadora (de los 30 a los 40 años) muchas veces coincide con la maternidad y “la dedicación disminuye” porque hay otras prioridades. “La carrera científica es competitiva y tiene plazos. Tienes diez años después de haber leído la tesis para poder ser líder y, si en ese tiempo no has podido demostrar que eres válida, porque has tenido hijos, un hombre siempre te va a pasar por encima. Esto acarrea frustración”, argumenta.

Las iniciativas contra la desigualdad

Si hay un lento avance en la reducción de la desigualdad entre mujeres y hombres en el campo de la ciencia es, en gran parte, porque aumentan paulatinamente los planes públicos de género, crecen las iniciativas para luchar por la igualdad y las agrupaciones que se encargarán de concienciar sobre el problema. Es el caso de la Oficina de Mujeres en la Ciencia (WISE, por sus siglas en inglés) del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que nació en 2012 para concienciar sobre la brecha de género y buscar soluciones; o la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), que luicha para hacer visible la labor de las científicas y denuncia públicamente los casos de discriminación.

Científicas españolas: Lola Martínez, Lola Martínez, responsable del WISE, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.
Lola Martínez, responsable de la Oficina de Mujeres en la Ciencia (WISE), del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. / CNIO

Lola Martínez, responsable de la WISE, reconoce que “las cosas van cambiando para las mujeres y que probablemente el sector científico no es el más cerrado”. Sin embargo, piensa que otros países nos llevan la delantera como Inglaterra, donde desarrolló su carrera durante una década. También dice haber vivido situaciones de discriminación. “Cuando vas a una reunión, te encuentras con estereotipos. Por ejemplo, si como jefa tomas una decisión y eres tajante, se te critica, porque dicen que eres muy agresiva. Eso a un hombre no le pasa”, explica la también jefa de la Unidad de Citometría de Flujo en el CNIO.

Además, explica Martínez, es importante el avance en la sociedad y la manera en la que nos educan. Todavía el cuidado de los niños recae mayoritariamente sobre las mujeres, mientras que un hombre no tiene esa carga social. También hay muchas veces en las que hay que insistir a las jóvenes para que opten a mejores puestos y becas, mientras que los chicos, a veces con menos habilidades técnicas, postulan por su cuenta. “Parece que nos conformamos con menos. A ellos les educan para llegar al top, a las chicas a veces no”, añade.

Científicas españolas: Lola Pereira, geóloga e investigadora en la Universidad de Salamanca y vicepresidenta de la AMIT.
Lola Pererira, geóloga e investigadora en la Universidad de Salamanca y vicepresidente de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas. / Daniel Hernández Ruipérez

Desde AMIT, trabajan activamente luchando contra problemas como la falta de mujeres en las conferencias científicas o en la entrega de premios. “Muchas veces estas cosas ni siquiera se realizan de manera consciente”, indica la vicepresidenta de la asociación, Lola Pereira, geóloga e investigadora en la Universidad de Salamanca. En su opinión, el avance es muy poco: “No ha cambiado, está cambiando, pero muy despacito, y lo que está haciendo que cambie son las quejas que se canalizan a través de asociaciones como la nuestra”, argumenta. “Todas estamos de trabajo hasta arriba. Tenemos que trabajar el doble para demostrar lo que valemos”, afirma tajante.

(*) María F. Sánchez es periodista.

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