La fallida primavera árabe del Golfo

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Khalifa Bin Zayed Al Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos. / Wikimedia

Cuando los cinco blogueros se disponían a entrar en el Tribunal Supremo Federal de Abu Dhabi, el pasado lunes 18 de julio, para asistir a una nueva vista de su juicio por "amenazar la seguridad del Estado", una manifestación les sorprendía a las puertas. Las protestas en Emiratos son poco frecuentes por no decir inéditas, pero ésta no había sido convocada en apoyo de los acusados, sino furiosamente en contra. "Todos somos Khalifa. Los Khalifa son una línea roja", gritaban unos 300 emiratíes en defensa del presidente de la confederación, Sheikh Khalifa bin Zayed al-Nahayan.

La escena del juicio y la protesta pro régimen en tiempos revolucionarios -muy probablemente, animada por la propia dictadura- refleja muy bien lo que está ocurriendo en los países árabes más acomodados del Golfo Pérsico: poblaciones que prefieren no movilizarse para exigir reformas por miedo a perder un status quo envidiable y regímenes que usan la represión preventiva para evitar llegar a la situación de vecinos como Yemen o Bahréin.

En el caso de Emiratos Arabes Unidos, las familias gobernantes no han esperado a que se produzcan protestas para comenzar a detener a sus potenciales líderes. En marzo, contagiados del espíritu revolucionario regional, 133 intelectuales osaron firmar una carta para pedir reformas constitucionales que faciliten las elecciones libres y concedan al Parlamento -una institución meramente consultiva formada por diputados designados por las dinastías en el poder- poderes legislativos. Demasiado ambicioso en un país donde la oposición está prohibida, no existen los partidos y donde toda actividad política está duramente restringida.

Las detenciones se produjeron en abril. Ahmed Mansur, el bloguero más conocido del país, ingeniero y activista de Derechos Humanos, fue arrestado junto a Nasser bin Ghaith, economista y profesor de la delegación de la Sorbona en Emiratos. Se les acusaba de usar una página web, Hewar (Diálogo), como plataforma para "proferir insultos públicos" contra las dinastías gobernantes e "incitar a las manifestaciones". Los blogueros y activistas Fahad Salim Dalk, Ahmed Abdul Jaleq y Hassan al Jamis sufrieron la misma suerte.

Al resto de firmantes de la carta les llegaron amenazas que, tras los arrestos, fueron tomadas muy en serio. La reacción de las autoridades sorprendió por su dureza. "Los cargos han sido sobredimensionados. Sólo podemos esperar que sea un juicio justo y libre. Esto no se corresponde con la imagen de Emiratos, que presume de ser un país sin presos políticos", lamentaba el profesor de Ciencias Políticas Abduljaleq Abdallah.

No es un arrebato aislado sino el inicio de una campaña más vasta: según el Independent británico, se han disuelto los consejos de dirección de varias organizaciones independientes como la Asociación de Juristas, muy activa en la defensa de DDHH, o la Asociación de Profesores. En junio, el Centro de Investigaciones del Golfo abandonó el país tras ser criticado por las autoridades. Un  responsable de la Escuela de Gobierno de Dubai, un conocido think tank independiente, ha dimitido según la misma publicación.

Nada mal para un país cuya aviación apoya activamente a los rebeldes libios en su lucha contra el dictador. La represión preventiva explica el resultado del estudio encargado por otro think tank esta vez de Qatar, The Doha Debates, según el cual los habitantes de los países del Golfo se sienten pesimistas y temerosos de las revoluciones: más de la mitad del millar consultado admite estar "demasiado asustado" para salir a las calles y exigir democracia.

El juicio contra los cinco blogueros, que se reanudó el 25 de julio, ha causado enorme alarma entre las ONG: cuatro de las más destacadas, Amnistía Internacional, HRW, Frontline Defenders y la Red Arabe de Información sobre DDHH hicieron el domingo un llamamiento conjunto a que se retiren los cargos y sean liberados. "Es preocupante y absurdo que EAU persiga activistas por hablar de democracia", lamentaba Sarah Leah Whitson, de HRW. "El Gobierno de Emiratos usa la difamación como pretexto para perseguir a activistas", denunciaba Philip Luther, de AI.

El responsable de la Red Arabe, Gamal Eid, consideraba que los arrestos son "un mensaje para que otros activistas online no hablen de democracia". Preocupante es también que las autoridades no critiquen el grupo Facebook creado contra "Ahmed Mansur y su banda" que ya cuenta con 30.000 seguidores. "Esa es la ironía, que otros portales que atacan brutalmente a los activistas sí puedan continuar", destacaba Eid.

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