El porqué de las cosas (v 1.0)

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EMPUNA PUNA

Fue en la primera semana de Mundial, de eso estoy seguro, pero no recuerdo exactamente que día. Da igual, es lo de menos. El caso es que nos fuimos a cenar al restaurante del IBC, Arancha Rodríguez, Javier Ares, Alejandro Romero y un servidor. Por aquel entonces, la comida del Centro Internacional de Reclusión, apelativo con el que nos referimos, desde hace algún tiempo, a esa especie de cárcel en la que nos pasamos 12 ó 13 horas diarias, aún nos parecía aceptable.

Tras engullir la pizza o la hamburguesa de turno, Arancha se levantó a por un postre y regresó a la mesa con una tarta que tenía una pinta estupenda. Romero alzó la voz para preguntar qué era eso y Arancha le respondió: "Es una tarta y sabe a Tigretón". Romero, que narra como los ángeles, pero que a veces parece que no ha tenido infancia, no sabía qué era un Tigretón y se lo tuvimos que explicar: "Es un pastel pequeñito, pero bastante sabroso, relleno de crema y con sabor a chocolate".

Ni corto ni perezoso, Alejandro soltó la frase del día: "A eso a lo que vosotros llamáis Tigretón, en mi pueblo lo llamamos Bizcocheta". Javier Ares, que, al igual que Romero, es vallisoletano, asintió con la cabeza y el vocablo se quedó para los restos.

Y es por lo que ese pequeño y, espero que sabroso, dato o curiosidad que suele aparecer en la segunda sección de cada una de mis crónicas mundialistas, lleva ese antetítulo, en honor al gran Alejandro Romero y a su versado y pucelano vocabulario.

 

LA BIZCOCHETA

Gyan, consolado por Mensah tras fallar un penalti en el partido contra Uruguay. / Gerry Penny (Efe)

Ayer me llegó un tweet, informándome de que el ghanés Asamoah Gyan había estado muy cerca de batir un curioso registro, el de ser el primer futbolista en la historia del Mundial que marcaba mayor número de goles que el número de dorsal que figuraba en su camiseta. Evidentemente, el planteamiento de la idea era absolutamente genial. De esos que a mí, particularmente, me vuelven loco, pero, desafortunadamente, la "noticia" en sí era falsa. Es una de esas cosas que, en un momento determinado, alguien decide lanzar al aire, con cierta convicción de que probablemente sean ciertas y, sobre todo, con la convicción, aún mayor, de que nadie va a poder comprobarlas.

El caso es que, en la Copa Mundial de 1954, el mítico delantero húngaro Sandor Kocsis, marcó 11 goles, portando el dorsal número 8. Ése sí que es un caso único, hasta la fecha.

Lo que si ha logrado Gyan, autor de 3 goles en este Mundial, portando el dorsal 3, es emular a Franz Beckenbauer (dorsal 4 en 1966), Jairzinho (dorsal 7 en 1970), Paul Breitner (dorsal 3 en 1974), Osvaldo Ardiles (dorsal 1 en 1982) y Andreas Brehme (dorsal 3 en 1990), los únicos futbolistas en la historia del Campeonato del Mundo que han marcado exactamente el mismo número de goles que indicaba su número de camiseta. Como podéis observar, casi todo en esta vida es comprobable.

1 Comment
  1. cayolargo says

    Ojito a Villa si mantiene su promedio goleador

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