Joven con gafas. /Pixabay

La alargada sombra del estrés se extiende hasta nuestros ojos

Si eres de los que padece estrés de manera habitual, es muy probable que te identifiques con alguno de estos problemas: dolores de cabeza, dificultades para dormir, molestias estomacales, cambios en el apetito o, simplemente, una irascibilidad constante que puede incluso perjudicar a las relaciones sociales, entre otros muchos síntomas. Pero ¿sabías que también repercute en nuestra vista?

Sí, efectivamente. Nuestros ojos también son sensibles al estrés y a la ansiedad. Así, es posible que el excesivo trabajo ocasione alteraciones como visión borrosa, destellos en la vista, temblores o fotosensibilidad. Un fenómeno que se conoce como astenopía o estrés visual y que en algunas ocasiones deriva en una repentina y prácticamente inexplicable pérdida de visión en uno de nuestros ojos.

Debemos ser especialmente cuidadosos si solemos trabajar durante muchas horas delante de las pantallas o lo hacemos en condiciones de escasa iluminación pues estos son los perfiles más propensos a sufrir astenopía.

Desgraciadamente, este trastorno de la visión no para de aumentar, ya que un gran porcentaje de trabajos está asociado a un uso continuado de pantallas electrónicas.  Tampoco hay que pasar por alto que nuestra vida más sedentaria y nuestra afición por las nuevas tecnologías en nuestro tiempo de ocio favorecen la aparición de este trastorno.

Una manera de rebajar los niveles de estrés es través de técnicas de relajación, la práctica de deporte de forma regular, abandonar los malos hábitos (como el exceso de cafeína o tabaquismo) o cambiar ciertas actitudes. Pero si a pesar de ello, el problema persiste conviene ponernos en guardia ante esta clase de síntomas e incluso visitar al oftalmólogo para que evalúe nuestro estado antes de que se agrave. Su visita puede ayudarnos, asimismo, a descartar otras enfermedades subyacentes.

Uno de los sectores de la población más afectado por esta clase de problemas es –sin duda– el que integran los mayores de 40. Aunque es cierto que más del 59 % acostumbra a acudir a la consulta oftalmológica una vez al año y, por lo tanto, es fácil que a lo largo de estas visitas se detecte esta clase de problemas. Incluso podemos hablar de un 8% que frecuenta a estos especialistas con una mayor regularidad. Aunque todavía resiste un 3% que no acude nunca al oftalmólogo ni al óptico.

Sin duda, esta frecuencia de visitas debería ser mayor dado que un 54 % padece presbicia, mientras que un 43% es miope. También hay quienes sufren de astigmatismo, con un 37% y la fatiga visual –en la que el estrés es parte implicada– afecta a un 18 %.

A pesar de que la vista es el sentido más valorado por un 90% españoles, según ‘El estudio de la visión en España’, parece que no le prestamos la debida atención ya que nos cuesta acudir a los expertos adecuados e incluso ignoramos en qué consisten problemas oculares como la presbicia y demoramos durante meses la visita a los expertos en cuanto detectamos los primeros problemas en la visión. Al menos, así lo hace un 43% de personas. Pero, incluso, hay un 12% de personas que tarda un año en hacerlo y otro 12% que aplaza más de un año la cita con el oftalmólogo u óptico.

 

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