La sexualidad de la madurez a la tercera edad

  • Es tal la invisibilización que sufre la sexualidad en ciertas edades, que ni siquiera se plantea el hecho de que una persona de 70 años pueda tener vida sexual sin más
  • La sexualidad no depende de la edad. El envejecimiento afecta al modo en el que nos comunicamos sexualmente, pero el cuerpo acaba adaptándose a esos cambios

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Es complicado, cuando no se ha alcanzado cierta edad, ser consciente de los impedimentos y cambios que sufre el cuerpo. Por eso, nadie suele preguntarse sobre la sexualidad de sus abuelos.

Presuponer que solo por tener cierta edad se deja de practicar sexo es algo bastante osado, propio de aquellos que aún no han alcanzado la edad madura y creen que la fuente de la juventud no dejará de manar nunca.

Es tal la invisibilización que sufre la sexualidad en ciertas edades, que ni siquiera se plantea abiertamente el hecho de que una persona de 70 años pueda tener, no una vida sexual plena, sino vida sexual sin más.

Cuando se alcanza el cénit de la madurez, no solo los impedimentos físicos pueden hacer que mantener relaciones sea complicado, sino que hay una fuerte carga social que hace que hablar del tema resulte uno de los mayores tabúes de la sociedad actual.

Entender el cambio sexual que se sufre con el paso de los años supone entender también cómo funciona la sexualidad en un ámbito mucho más general.

Sexualidad, formación e invisibilización

Es un concepto tan amplio y personal que varía en función del individuo al que se le pregunte. En los últimos años se habla de la sexualidad como algo mucho más etéreo, que puede fluctuar a lo largo de la vida y que constituye una gran parte de ella para muchas personas.

La doctora Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, define la sexualidad en base a tres vertientes. Para ella tiene que ver con los ámbitos biológico, psicológico y social, algo que ya definió el sexólogo austríaco Wilhelm Reich.

El nivel biológico hace referencia a la reproducción, las hormonas y las emociones básicas. La parte psicológica afecta directamente a los sentimientos, los pensamientos y fantasías y todo aquello que tenga que ver con lo emocional. Por último, la parte social se corresponde con el erotismo, las conductas aprendidas y costumbres que vienen heredadas de la sociedad y la educación recibidas.

Cuando se trata de formación, la sexología es una ciencia que no está reconocida y reglada. Tanto es así que no existe un grado específico sobre esta materia para poder estudiarla en la universidad. El psicólogo clínico, sexólogo y director del Instituto Madrid de Sexología, Héctor Galván Flórez, opina que “al no existir un grado universitario ni certificaciones oficiales justamente se contribuye a que la formación de los profesionales no sea todo lo buena que debería ser”.

Esto está estrechamente relacionado con la invisbilización que ha supuesto el sexo históricamente. No obstante, ahora nos encontramos en una sociedad hipersexualizada, pero con muchas carencias. Aunque se pueda encontrar todo tipo de información acerca de la sexualidad en internet, esta sigue estando muy encorsetada.

Como ejemplo, el tipo de porno que se consume apenas ha variado, en esencia, en los últimos 10 años y sigue percibiéndose en muchos ambientes como algo sórdido y que hay que esconder.

Por un lado, falta mucho reconocimiento a los profesionales y el gremio de la sexología, que en su mayoría está conformando por psicólogos especializados, y, por otro lado, falta formación. “Diversos estudios han demostrado que los adolescentes obtienen más respuestas a los interrogantes sobre la sexualidad entre sus amigos y a través de búsquedas de internet. De esta manera llegan muchas veces a aprender sobre el sexo de forma confusa o a base de información incorrecta”, apunta Galván.

En este contexto, en el que las MILF’s no pasan de los 35 años, hablar de la sexualidad en la edad madura o en la vejez es prácticamente impensable.

El director del Instituto Sexología de Madrid afirma que este es uno de los mayores errores que siguen vigentes a día de hoy. Se refiere, concretamente, a la idea de que, cuando se alcanza cierta edad, “nos convertimos en seres asexuados, deja de existir deseo o, incluso, llega a estar mal visto el sexo en personas mayores”.

Tanto él, como la doctora Molero, dejan claro que la sexualidad, y los mecanismos de recompensa pertinentes asociados a ella, es algo que perdura toda la vida, desde que nacemos hasta que morimos.

Siendo algo tan inherente al ser humano, ¿cómo es posible que, a estas alturas de siglo, no se haya roto con todos los tabúes acerca de sexualidad y sexo? Probablemente porque, al ser algo tan íntimo y que puede experimentarse de tantas formas distintas, la sociedad en conjunto no se permite disfrutar del placer por el placer.

Así, se dificulta el avance científico en este particular y se contribuye a seguir oprimiendo a colectivos históricamente maltratados. Por ello, es importante incidir en la necesidad de una formación, a nivel escolar y universitario, que eduque en temas sexuales, evitando así gran parte de la discriminación y favoreciendo el desarrollo de estudios e investigaciones que provoquen un verdadero cambio social a niveles mucho más profundos de los que, aparentemente, hay en la actualidad.

Problemas sexuales que pueden aparecer en la edad madura

Tradicionalmente se ha asociado la plenitud sexual con plenitud física. Esta suele alcanzarse, aunque no hay mucho acuerdo al respecto, entre los 20 y los 30 años. Sin embargo, si se tiene en cuenta que la sexualidad no solo responde a lo físico y biológico, sino en gran medida también a lo emocional, la plenitud sexual puede alcanzarse en el camino hacia la madurez, esto es en la cincuentena.

“Cuando hablamos de sexualidad madura, que está en esa época de más allá de los cincuenta, nos estamos refiriendo a un tipo de sexualidad en la que tenemos un aprendizaje vital y, al mismo tiempo, en esta época hay una crisis evolutiva donde la persona adquiere su punto más maduro en cuánto a quién es, qué quiere, qué le gusta y qué no le gusta. Esto es muy importante y hay que entender la sexualidad dentro de este momento vital, que puede llegar a ser más gratificante que en otros momentos de la vida”, afirma Francisca Molero.

Y es que, según la presidenta de FESS, se puede alcanzar la plenitud sexual a esta edad debido, en gran parte, a la experiencia y a cierto equilibrio vital en cuanto a aspiraciones e identidad como individuo. Esto no exime de que empiecen a aparecer problemas y cambios en el cuerpo que entren en conflicto directo con la sexualidad.

Uno de los principales problemas es consecuencia directa de esa ley del silencio que supone hablar de temas sexuales para ciertas personas de determinada edad. Tanto Héctor Galván como Francisca Molero afirman que a muchos pacientes les resulta complicado hablar de este tipo de cosas en consulta.

A nivel físico el mayor contratiempo de la sexualidad en la edad madura es el propio envejecimiento del cuerpo. Se producen cambios físicos, hormonales e, incluso, neurológicos que pueden afectar al funcionamiento de los órganos sexuales, sin tener en cuenta otro tipo de patologías y enfermedades que pueden aparecer derivadas o no de la edad.

Como ya se ha comentado, la sexualidad es algo tan personal que no es posible generalizar cuando se habla de dificultades. Pueden estar causadas por diversos factores que deriven en problemas más profundos.

En los hombres una de las consecuencias de problemas sexuales es la disfunción eréctil o la incapacidad de mantener una erección que permita tener relaciones de manera satisfactoria. La impotencia es una consecuencia, no una enfermedad, y puede estar provocada por muchos motivos tales como enfermedades (diabetes, hipertensión), tabaquismo o por el envejecimiento.

En las mujeres la menopausia supone un punto de inflexión muy importante, no solo a nivel hormonal, sino también físico, psicológico y emocional. Uno de los inconvenientes que se asocia a la sexualidad de la mujer cuando se alcanza una edad es la pérdida de lubricación. Es uno de los grandes mitos de la edad madura. Molero es tajante al decir que solo el 50% de las mujeres menopáusicas sufren de falta de lubricación, pero también apunta que la sequedad vaginal puede aparecer en otros momentos de la vida, como después de un parto, por algunas enfermedades o por la ingesta de anticonceptivos de baja dosis estrogénica.

Además de la menopausia, que puede afectar de muchas maneras al cuerpo, con el paso del tiempo la vagina se alarga “y los tejidos de la zona se vuelven más elásticos y delgados, afectando a la lubricación y provocando dolor coital que acaba afectando al deseo sexual”, según el psicólogo clínico.

Instituto Madrid de Sexología

Otra afirmación que se puede desmentir es que con la edad se pierden las ganas de practicar sexo. Francisca Molero no deja duda al decir que “la frecuencia no es una variable de calidad. Puede ser que el número disminuya, pero que la calidad aumente”. Comenta, además, que no hay que olvidar que se pueden tener diferentes objetivos a la hora de tener relaciones sexuales. Entre ellos puede pasar que se use el sexo para relajarse y dormir mejor, con una función reproductora, simplemente para obtener placer o con un propósito de comunicación erótica. “Cuando hablamos de comunicación erótica a veces requiere una energía y tiempo que no tienes, la vida cotidiana no te da para más”, apostilla la sexóloga. Esto puede pasar a los 29 o a los 62.

Llegados este punto es cuando puede aparecer la inhibición del deseo sexual. El director del Instituto Madrid de Sexología comenta que la falta de deseo puede estar provocada por un tema tanto biológico, como psicológico. A la hora del diagnóstico, lo primero que se hace es descartar cualquier causa orgánica, puesto que, según Galván, “en la inmensa mayoría de casos la falta de deseo sexual está provocada por un problema psicológico. Esto es porque el cerebro de la persona ha dejado de dar prioridad al sexo”.

Pero, de nuevo, la inhibición del deseo sexual no tiene porque ser un síntoma de la edad madura o la vejez, sino que los motivos que la causan varían, dependen de cada individuo y pueden aparecer en cualquier momento de la vida.

Centrándonos en la etapa madura del ser humano, si un hombre sufre problemas de erección, o una mujer de sequedad con el consecuente dolor vaginal al practicar el coito, puede pasar que rehúyan el sexo, afectando al envío de estímulos sexuales y provocando la inhibición del deseo.

Otro de los grandes dilemas a los que se enfrenta la sociedad actual, una vez que se alcanza la tercera edad, es el aislamiento y soledad que sufren muchas personas. El motivo puede ser la falta de familia, la viudedad u otros factores. La consecuencia más común es que las personas mayores acaben en una residencia.

“Uno de los retos del futuro es cómo reorganizar eso. Lo que no puede ser es que, por el hecho de acabar en una residencia geriátrica, te separen de tu pareja o que eso te impida tener contacto con otras personas. Se pierde totalmente la intimidad, incluso de la pareja. De manera muy inicial están apareciendo proyectos de pisos compartidos para gente mayor que puedan estar asistidos a nivel sanitario y conservar cierta privacidad”, explica la doctora Molero.

Ya hay algunas guías que están creando sexólogos para intentar de dilucidar cuál es la mejor manera de afrontar este problema.

Soluciones a problemas sexuales en la edad madura y la tercera edad

Cuando se sufre de un problema de esta índole, la mayor recomendación es ponerse en manos de un sexólogo experto. De esta forma se obtiene una atención personalizada y la resolución de dudas o consultas por parte de especialistas.

En el Instituto Madrid de Sexología las terapias funcionan igual para todos los pacientes, independientemente de la edad que tengan. No se basan en tratamientos focalizados en un nicho de edad concreto, sino en una individualización de ese tratamiento que depende de cada persona y de la patología que arrastre. Para Galván “algo primordial es entender que, aunque se llegue a una avanzada edad, no significa que automáticamente se pierda la inquietud por experimentar la vida sexual, independientemente de encontrarse en una residencia o donde sea”.

Este instituto, gracias a las aportaciones realizadas por investigadores de la American Association of Sexuality Counsellors and Therapists, ha desarrollado un programa de entrenamiento dividido en cinco pasos:

  1. Buscar las causas que provocan el desequilibro entre el deseo sexual de los miembros de una pareja.
  2. Explorar los estímulos sexuales a los que cada uno responde, tanto en casa como en las sesiones de terapia.
  3. Aumentar la capacidad para procesar la estimulación sexual y profundizar en las sensaciones erógenas de cada uno.
  4. Reentrenar el cerebro para producir una respuesta de excitación ante estímulos sexuales.
  5. Pautar estrategias de mantenimiento para preservar el bienestar sexual.

Por su parte, la sexóloga Francisca Molero, en el X Fórum Mujer y Menopausia, celebrado en 2017 en Madrid, dio una conferencia que se tituló La rebelión de la edad madura, en la que también da apuntes de cómo solucionar los posibles conflictos sexuales que pueden aparecer en la vejez. Entre ellos destacan la concienciación de las mujeres, en cuanto a saber que existe un problema y cuáles son sus soluciones, la formación de profesionales y que estos sean proactivos y sepan escuchar o el tratamiento de la patología desde una perspectiva biopsicosocial.

Cómo es realmente el sexo en la edad madura

Concha y Manuel son una pareja que ya ha llegado a los 54 y 50 años respectivamente. Su testimonio acerca de las relaciones sexuales que mantienen y han mantenido refleja que la sexualidad es una moneda de doble cara. Al mismo tiempo que varía a lo largo de la vida, obligando al ser humano a adaptarse, también se mantiene durante el tiempo que vivimos, tal y como han confirmado los sexólogos Molero y Galván.

Ambos perdieron la virginidad en torno a los 16 o 17 años y han tenido varias parejas sexuales hasta la actualidad. Manuel afirma que unas 15, mientras que para Concha han sido 10. Consideran que no estuvieron muy informados cuando empezaron a practicar sexo. De hecho, los dos coinciden en que conocían la contracepción y usaban métodos anticonceptivos, pero tal y como comenta Manuel “pensábamos que las ETS eran loterías de las que no llevábamos cupones”.

Hoy hay suficiente información acerca de estos temas, pero en ocasiones es tanta la cantidad que los datos correctos se diluyen entre especulaciones, blogs y foros de personas que, habitualmente, no son expertos en sexualidad.

En cuanto al paso de la edad adulta a la madurez, afirman que notaron el cambio. Concha lo pasó mal con la menopausia, llegando a experimentar dolor al mantener relaciones, mientras que Manuel tenía miedo de hacer daño a su pareja por este mismo motivo.

Pese a padecer ciertas dificultades, tanto por los cambios propios de la edad como por la falta de información de la época en la que empezaron a ser activos sexualmente, la pareja sigue manteniendo relaciones sexuales, sigue masturbándose y disfrutando del sexo.

Una persona que ha tenido una sexualidad sana y activa durante su juventud, va a intentar que eso siga siendo así durante su etapa madura y en la tercera edad, según comenta Molero.

La sexualidad no depende de la edad. El envejecimiento afecta al modo en el que nos comunicamos sexualmente, pero el cuerpo acaba adaptándose a esos cambios y volviendo a recuperar cierto equilibrio, en la mayoría de los casos.

Es importante acudir a un especialista cuando se cree que se tiene un problema, pero lo más primordial es aceptar estos cambios del cuerpo de la manera más natural y positiva posible, confiando en que llegue un día no muy lejano en el que la sexología sea una ciencia reglada, y con la importancia que se merece, para ayudar a la sociedad a entenderse mejor.

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