El Gobierno español no ha olvidado la destrucción del aeropuerto de Gaza, en el que invirtió decenas de millones de euros de todos los españoles con cargo a la cooperación, pero según ha reconocido la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, en una respuesta escrita al diputado de IU-ICV, Gaspar Llamazares, la prioridad no es reclamar los daños sino exigir al Gobierno israelí el levantamiento del bloqueo impuesto a la población.
En la operación Plomo fundido que el ejército israelí lanzó en diciembre de 2008 y enero de 2009 contra los palestinos de Gaza murieron 1.500 personas y cerca de 5.000 resultaron heridas. Los militares hebreos atacaron objetivos civiles. Según el informe del Programa de la ONU para el Desarrollo, 3.425 hogares fueron destruidos. Mezquitas y edificios públicos fueron bombardeados sin piedad.
Una de las obras emblemáticas para los palestinos, a la que España más recursos aportó, fue la construcción del aeropuerto. El coste del proyecto superó los 80 millones de euros. Funcionó tres años y conectó a la Franja con Jordania, Egipto y varios países del Mediterráneo hasta Marruecos. Las bombas de Israel machacaron sus pistas y convirtieron los edificios en cascotes y esqueletos. Así siguen.
El bloqueo hebreo a la Franja desde la llegada al poder de Hamás dificulta la reconstrucción. Mientras las gentes se afanan en rehacer y reparar sus casas, los edificios e instalaciones públicas siguen en ruinas. Según la ministra Jiménez, tras “la última crisis --en referencia a los bombardeos hebreos-- el Gobierno elaboró un listado de proyectos de cooperación dañados, que incluyó el aeropuerto de Gaza”. También la UE envió técnicos para evaluar el daño.
“Aunque España, junto a otros países que participaron en este proyecto, se reserva la capacidad de reclamación, en este momento la prioridad es conseguir el levantamiento del bloqueo”, afirma la ministra antes de reconocer que dos años después del informe de valoración de daños, de marzo de 2009, el Ejecutivo ni siquiera ha planteado formalmente reclamación alguna al gobierno israelí.
Ya conocen la consigna: no hay que molestar a Israel.