Reino Unido pone en jaque la construcción europea

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Partidarios de la permanencia de Reino Unido en la UE alzan sus banderas frente al Parlamento. / Hayoung Jeon (Efe)

BRUSELAS.– En un discurso a la nación, David Cameron ha hecho un último llamamiento a votar por la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Un último llamamiento porque la decisión que tomen los británicos mañana, sostiene el Primer Ministro, “será irreversible”. Se impone la épica en los últimos coletazos del debate también en la UE. Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión, habla de una Unión incompleta sin Reino Unido; el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, del fin la sociedad política occidental. Un punto existencialista en un debate que pone en tela de juicio la construcción europea y que, parece, funciona: los últimos sondeos acortan la ventaja del Brexit y pronostican un resultado ajustado. La batalla sobre el futuro de Europa, que escenificaron ambos bandos en el Támesis, se decidirá en el último minuto.

Keep calm and vote remain

Los datos varían según la fuente pero lo cierto es que las encuestas vaticinan un resultado ajustado. La pasada semana los sondeos hablaban de una ventaja del Brexit de entre 6 y 10 puntos. Hoy, las cifras varían en apenas un punto, muy cerca del 50-50, pero por primera vez en días, el Bremain vuelve a estar sobre la mesa. Además, entre un 11 y un 14% de los británicos, aún no ha decidido qué votará.

El cambio de tendencia en las encuestas puede deberse a infinidad de razones y cualquier sugerencia es mera especulación pero hay factores a tener en cuenta. En primer lugar, el endurecimiento del discurso. El repunte del voto pro-permanencia en la UE coincide con la presentación del UKIP de Nigel Farage de un cartel en el que puede leerse 'Breaking point' (punto de ruptura) sobre una imagen de un grupo de refugiados. La instrumentalización de la crisis humanitaria por parte de Farage para enfatizar la necesidad de Reino Unido de salir de UE y controlar sus fronteras no es nueva, pero esta imagen ha sido comparada con la propaganda nazi y el UKIP acusado de incitación al odio.

Otro de los acontecimientos que marcó la pasada semana fue el asesinato de la diputada laborista Jo Cox. Cox era conocida precisamente por su defensa de los refugiados y por su ferviente apoyo a la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. A pesar de que el asesino de la laborista gritó "los británicos primero" antes de atacarla, los medios británicos han evitado relacionar el crimen con el referéndum. No así The Guardian que en su editorial apuntó directamente a los autores de discursos y acciones racistas como instigadores de la violencia de la que Cox ha sido víctima.

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Dos manifestantes se besan frente al Coliseo romano en Roma para pedir la permanencia de Reino Unido en la UE. / Claudio Peri (Efe)

También el aspecto económico ha podido ser un factor en la oscilación del voto. A los informes presentados en las últimas semanas por el Tesoro Británico y la OCDE vaticinando el impacto negativo del Brexit en la economía británica, se ha sumado el pasado lunes un informe del FMI en la misma línea. Todas las instituciones coinciden en que una salida de la UE destruirá empleo y frenará el crecimiento.

Probablemente menos influyentes pero mucho más emotivas han sido las acciones en toda Europa en defensa de la permanencia de Reino Unido en la UE: una cadena humana en Roma, portadas de periódicos internacionales pidiendo el voto por el 'in' y besos también en París o Berlín para tratar de persuadir a los británicos de que "juntos somos más fuertes".

Un golpe a la construcción europea

El referéndum es un duro golpe a la construcción europea. Un proceso ya de por sí debilitado debido a las consecuencias de una crisis económica que la Unión llegó a gestionar tarde y mal; las críticas al déficit democrático de las instituciones y el auge de la extrema derecha que es, además, eurófoba. Pase lo que pase, Europa pierde. Si Reino Unido se queda porque, otra vez, habrá cambiado las reglas del juego. Si se marcha, porque pone en tela de juicio la existencia misma de la Unión.

El Bremain no le saldría gratis a la Unión Europea. Al contrario, confirmaría aquello de la Europa no ya a dos, sino a tres velocidades. La Europa a la carta, que tantas veces se ha criticado, se materializaría una vez más con Reino Unido. Los británicos nunca fueron especialmente entusiastas de la construcción europea pero el acuerdo alcanzado por Cameron en la cumbre del pasado mes de febrero sienta las bases de un nuevo "estatus especial" que aumenta la brecha entre Reino Unido y el resto de los socios europeos.

El Brexit, que ha perdido fuerza en los últimos sondeos, acabaría con aquella idea de que la única solución a los problemas europeos es más Europa. Rompería con la imagen de la UE como una institución de carácter permanente, la convertiría en algo circunstancial y prescindible. De confirmarse la salida de Reino Unido de la UE, la organización supranacional no solo frenaría su proceso de expansión sino que podría iniciar un retroceso. Más de la mitad de los holandeses está a favor de celebrar un referéndum sobre la pertenencia a la UE y también los checos se plantean una votación. La salida de los británicos de la Unión podría provocar un efecto dominó.

Europa mira a Londres con la incertidumbre de enfrentarse al fin de un modelo. Y sin embargo, los ciudadanos, mucho menos catastrofistas, creen que pase lo que pase, la Unión Europea continuará tras la marcha de Reino Unido sin grandes cambios. Tal vez eso no sea del todo una buena noticia.

(*) Beatriz Ríos es periodista.

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