Huele a canela, pero es veneno: la compleja relación de Iglesias con el PSOE

  • Unidas Podemos se debate sobre cómo afrontar la campaña en relación al PSOE

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Un paseo por el Congreso conversando con los diputados del grupo confederal Unidas Podemos demuestra un abismo. El abismo de tener que tejer, de nuevo, una estrategia de campaña electoral. La tercera campaña electoral en lo que llevamos de 2019 (hay que sumarle que en mayo, simultáneamente, se producía la campaña de las municipales, europeas y autonómicas en la mayoría de comunidades). Los equipos están cansados, pero deseosos de conocer las nuevas líneas discursivas de campaña para encontrar motivación y contagiarla. Y una duda recorre los pasillos de la confluencia: ¿qué actitud tomar con respecto al PSOE, tras meses de tensas negociaciones y acusaciones gruesas?

Un clásico debate en las izquierdas españolas y, sobre todo, desde la aparición de Podemos. La relación entre la formación morada y el PSOE ha ido escribiendo la historia del joven partido, que pasó del sorpasso, acariciado con los dedos en 2015, a ser uno de los ejes que separaban las distintas opciones que se presentaban en Vistalegre II, en 2017. Si Íñigo Errejón apostaba por un entendimiento con el PSOE, algo que después teorizaría bajo la denominación de "competencia virtuosa", los Anticapitalistas presentaban una propuesta que se basaba, precisamente, en confrontar con el PSOE como una pata del régimen del 78 al que Podemos vino a derribar. Pablo Iglesias, por su parte, entre dos aguas, se las prometía cañero con los socialistas en el cónclave morado para después virar.

Meses después, en el verano del 2017, Podemos Castilla-La Mancha entraba en el gobierno de la Junta de Castilla-La Mancha. Su secretario general, José García Molina, sería el vicepresidente segundo de Emiliano García Page. E Iglesias adoptaría como modelo el castellano-manchego, viraba la estrategia, Rumbo 2020: en las autonómicas de mayo 2019, habría que entrar en tantos gobiernos autonómicos de coalición con el PSOE como fuera posible, para arrastrar, así, a los socialistas hacia políticas de izquierdas. La moción de censura de 2018 adelantó los acontecimientos: Unidos Podemos facilitaría que Sánchez llegara a Moncloa en sustitución de Mariano Rajoy.

El adelanto electoral de Sánchez cambió el guion: antes que entrar en gobiernos autonómicos, era posible intentar una coalición en el Estado. La campaña de Unidas Podemos de las generales del 28 de abril tenía un horizonte claro en el discurso: Unidas Podemos se ponía como objetivo tener la suficiente influencia en el Parlamento como para entrar en gobierno de coalición con Sánchez como presidente y garantizar que los artículos de contenido social de la Constitución se cumplieran, y evitar, así, que Sánchez pactara con Ciudadanos.

Ciudadanos había elegido el camino de las caricias a la ultraderecha, Sánchez esperó a los resultados de las europeas, autonómicas y municipales que se celebraron en mayo, desastrosos para Unidas Podemos, para ponerse como objetivo engrandecer el espacio electoral del PSOE, en unas nuevas elecciones, y reducir al mínimo posible a Unidas Podemos, tal y como explica Guillem Martínez en Ctxt. Y desde entonces, las negociaciones que no fueron.

Hoy, de aquellos adversarios a Iglesias en Vistalegre II, Errejón está en Más Madrid y los Anticapitalistas casi fuera de Podemos, salvo en Andalucía, donde lideran la federación morada con Teresa Rodríguez al frente. Ambos piensan si concurrir o no a las elecciones del 10 de noviembre y cómo hacerlo. Y sus relaciones con el PSOE también tienen mucho que ver en que lo hagan. Más Madrid, que incluso podría optar a engrandecerse en otros territorios (ojo a Euskadi y Murcia) y presentarse por otras circunscripciones, podría animarse a representar el rol de pegamento entre las izquierdas que no saben comprenderse, tras el fracaso de la investidura de julio y la repetición electoral.

Por su parte, Podemos Andalucía amaga con presentarse como Adelante Andalucía (no tanto IU), con la intención de tener un subgrupo propio en el grupo confederal, a imagen y semejanza de En Comú Podem y Galicia En Común, dentro de Unidas Podemos. La campaña de las andaluzas liderada por Rodríguez y Antonio Maíllo optó por confrontar con las derechas y ultraderechas, pero también con el PSOE de Susana Díaz, asegurando que nunca entrarían en un gobierno compartido en este último.

Los cuarteles generales de las sedes de Princesa y Olimpo miran ya a una nueva campaña electoral. Una campaña en la que tienen que decidir qué sintonías y divergencias harán sonar con el PSOE. Los ánimos en el grupo parlamentario confederal están caldeados: hay quienes apuestan por sacar la vena más rock n' roll y atizar a los socialistas con su giro a la derecha escenificado cuando reconoció que las exigencias de Ciudadanos de esta semana, por las cuales Albert Rivera estaba dispuesto a facilitar un gobierno de Sánchez, sobre Navarra, Catalunya y política fiscal, ya se cumplían. Por otro lado, hay quien niega la mayor: no se puede atizar al PSOE en campaña si la apuesta es volver a intentar un gobierno de coalición. De momento, parece que se va imponiendo esta opción.

"Después de una repetición electoral, habrá un gobierno de coalición", ha repetido Iglesias y los portavoces de Podemos hasta la saciedad durante las últimas semanas, añadiendo que esta puede ser de las tres derechas y ultraderechas, o del PSOE con Unidas Podemos, o también de los de Ferraz con Ciudadanos. Si el electorado sabe que Unidas Podemos sigue apostando por esta fórmula, podría no entender demasiada beligerancia contra los de Sánchez. Sin embargo, el PSOE saldrá a jugar al campo de la confrontación con Unidas Podemos, responsabilizándole de la repetición electoral. Los seguidores de la pinza Aznar-Anguita a Felipe González han vuelto, han renovado municiones.

"Perfil propio", dicen otras voces del confederal, que esperan no entrar en el marco de PSOE sí-PSOE no. "¡Peligro, que regresa el bipartidismo!", apuestan otros, mientras desde el PSOE azuzan en favor de una reforma constitucional que instaure la segunda vuelta en las elecciones para evitar bloqueos como los de 2015 y el actual. Sánchez e Iglesias se verán las caras en los debates electorales, en abril Iglesias demostró una clara superioridad en este formato, será interesante ver cómo se resuelve esto en estos momentos.

La Hora Chanante popularizó un sketch en el que el personaje de El Payaso, interpretado por Joaquín Reyes, se debatía entre beber el contenido de un frasco o no. "Huele a canela, pero es veneno", repetía. ¿Bebo o no bebo?, se cuestionaba. "Canela", repetía el coro; "Veneno", volvía a repetir. Huele a canela, pero es veneno. La relación de las izquierdas, de Podemos y, más concretamente, de Iglesias con el PSOE tiene algo de esto. Huele a canela, pero es veneno.

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