La milagrosa conversión del Padre Llanos a la utopía revolucionaria

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Cubierta de Azul y rojo
Cubierta del libro de Pedro Miguel Lamet.

Se presentó en la Universidadde Comillas el libro del padre jesuita Pedro Miguel Lamet, Azul y rojo. José María de Llanos. Biografía del jesuita que militó en las dos Españas y eligió el suburbio, que ha publicado Esfera de los Libros. En el acto intervinieron el rector de la Universidad, el padre jesuita Julio L. Martinez, el ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón, suponemos porque su padre era amigo de Llanos, Paca Sauquillo, que es ahora Presidenta del Movimiento por la Paz y, además de la editora, Ymelda Navajo, el  propio autor.

Doy fe de esta presentación porque resume en cierta manera, como lo fue su entierro, donde mientras unos rezaban el rosario, otros cantaban La Internacional puño en alto, de que el padre José María Llanos fue en parte una metáfora de la historia de la España franquista, como lo fue Dionisio Ridruejo, y que abarcó por ello a tirios y troyanos, que le respetaban, pero también, como le ocurrió al mismo Ridruejo, su labor no tenía cabida en una España democrática establecida al modo de los países capitalistas liberales del entorno. Su imaginario estaba íntimamente ligado a los valores extremos de resolver los problemas del mundo y si en un primer momento su suerte le ligó a la propaganda de la Iglesia en contra de la influencia liberal de José Ortega y Gasset y las ideas pronazis de los seguidores de las JONS de Ramiro Ledesma Ramos, luego, y con el mismo espíritu de apostolado, levantó el puño, cantó La Internacional, ayudó a levantar el Pozo del Tío Raimundo y originar las Comisiones Obreras y las Asociaciones de Barrio que tan bien funcionaron en los primeros años dela Transición.. En esta conversión, que parece milagrosa, no hay contradicción, sino la diferencia de lo que supone pasar del la carcundia reaccionaria de la España más negra a la utopía revolucionaria, por lo menos en lo simbólico, y la esperanza de un mundo mejor, es decir, el apostolado evangélico.

Y esto, aunque dicho de otra manera, es lo que se quiso resaltar en la prsentación del libro pero explicado con retórica jesuítica, es decir, salvando la institución, que da para todo, hasta para colocar un Papa por fin blanco. Es lo que más llamó la atención de esa presentación, pues que Alberto Ruiz Galardón recurriese  al recuerdo vicario, su padre, José María Ruiz Gallardón fue el que llevó en coche a José María Llanos un 25 de septiembre de 1955 al Pozo del Tío Raimundo, al día siguiente, dijo el ministro, “ya está al otro lado…” estaba dentro del guión previsto, el que Paca Sauquillo recorriese los nombres de la otra España vinculados al padre Llanos, desde el otro Padre, Díez Alegría, a Marcelino Camacho, Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri, para concluir que la historia del padre Llanos es “la historia de España”, también era en parte previsible, pero lo curioso es el modo en que la Orden absorbe, dentro del espíritu estricto de Ignacio de Loyola, sus múltiples raíces para que el árbol se erija cada vez más alto. El Rector dijo que los jesuitas eran irrepetibles, cada uno de ellos, pero que algunos son más diferentes, refiriéndose a Llanos, y que ese era el modo de entender a Dios, y Lamet, que al fin al cabo es el autor y como Llanos pertenece a la Orden, recalcó que en el fondo este hombre no era falangista ni comunista sino cristiano, amigo íntimo de Jesús. Llanos como ser poliédrico. Y cada lado que representaba levando el agua  a su molino. Suele suceder siempre pero en este caso  el padre Lamet tiene razón a su manera: Llanos logró diluir buena parte del ateísmo obligado de los barrios deprimidos de Madrid, lo que se llamaba “el cinturón rojo”. No olvidemos que fue el propio Régimen, con Ruiz Gallardón a la cabeza el que le mandó al Pozo a fin de neutralizar una posible alianza de los estudiantes con la clase obrera. Y en cierta medida todo el mundo ganó: el Régimen porque neutralizó algo cierta radicalización extrema, Llanos porque vislumbró otro mundo y se identificó con él y la clase obrera que, gracias  a que convivió con curas que comprendían sus problemas, desvió el tradicional anticlericalismo que tanto temíala Iglesia. Parece pura estrategia jesuítica de novela de los años treinta. La cosa es que es cierta.

Este libro es la primera biografía escrita del padre Llanos, pero leyéndola y contemplando las reacciones que está provocando no dejo de afirmarme en que tienen que pasar aún muchos años para que figuras así puedan ser valoradas en lo que realmente significaron. A mí lo que cuenta Lamet no me extraña porque esa España era así, con unas características que afloran sospechosamente al día de hoy, y que al final una dirigente que pasaba según la propaganda del régimen por una estalinista feroz y una roja comedora de curas, Dolores Ibárruri, se confesara y comulgara poco antes de morir con el Padre Llanos no me extraña, lo que no quiere decir que sea cierto. Lo cuenta Lamet como una revelación, pero en el fondo es una revelación engañosa, pues lo que hubiese sido relevante, me refiero para la Iglesia, es que un intelectual como Antonio Gramsci comulgara poco antes de morir pero que una mujer del pueblo, una abuela que no le gustaba que su nieta llegase más tarde de las diez de la noche a casa, comulgase con quien fue su amigo no es un despropósito, es incluso algo casi dentro de lo previsible. Es coherente con lo que era aquella España.

Lamet se detiene más en el lado azul del Padre Llanos que en el rojo, quizá porque crea que este otro lado es más conocido. Se equivoca. No es más conocido sino más comentado, pero como casi todo lo que es más comentado, está más sujeto a engaño. Quizá por cuestiones de edad, el que me resalte los años en que José María de Llanos estaba en el SUT, repartía ejercicios espirituales por doquier, incluso al mismísimo General Franco, y combatía cualquier forma de liberalismo como idea del Maligno, me resulta muy interesante desde un punto de vista histórico, pero hay que reconocer que para las nuevas generaciones la cosa puede resultar un tanto arqueológica. Sin embargo, este libro, del que creo que debería haber incidido más en la etapa que hizo del Padre Llanos, no nos engañemos, la etapa del Pozo, aporta una serie de documentos imprescindibles para futuras biografías en interpretaciones de este hombre. En este sentido esta biografía es referencial. Bien es verdad que es la única pero también que posee cierta excelencia en su rigor, en su planteamiento y en las pruebas que aporta. No es poco.

5 Comments
  1. Llorente says

    En resumen: el crítico no se ha leído el libro.

  2. Osuna 2013 says

    Conviví con el jesuíta cura Llanos en la Academia Premilitar del F.J. en el Paseo de la Habana (Madrid) en los años 50.Todavía no había abrazado el marxismo, pero apuntaba maneras. Leeré el libro de Pedro M.Lamet; me traerá evocaciones agridulces de mis años madrileños.

  3. Osuna 2013 says

    El padre Llanos es el jesuíta «distinto»: combativo como Ignacio de Loyola pero en dos frentes :el sociopolíitico y el netamente religioso.El modelo de esta Orden es bivalente: Marx y Jesucristo; cada cual en la circunstancia orteguiana. El papa Francisco es el ejemplo más reciente de esta excrecencia ideológica. Puede ser para los católicos lúcidos la gran coartada; pero los Gonzalez Camino, los Rouco Varela y comparsas tienen más predicamente en el clero pseudo-trabucaire de la peor Contrarreforma que no cesa.

  4. 22346203R says

    José María Llanos fue un hombre coherente con su fe cristiana, que exige estar al lado de los más desfavorecidos a ejemplo de Jesús.

  5. 22346203R says

    José Mª LLanos fue un hombre coherente con su fe cristiana que exige estar al lado de los màs pobres a ejemplo de Jesús.

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