Salón del Cómic de Barcelona: haz la guerra, no el amor

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Cartel de la muestra.

La 32ª edición del Salón del Cómic de Barcelona, que abrió sus puertas el pasado jueves y finaliza mañana, día 18, se presenta con todos los augurios a su favor, visto el comportamiento del público visitante el pasado año, que rebasó las cifras esperadas. Sabido es que el cómic, que es arte que se basa en presentar actitudes a veces muy elementales, de ahí ese marchamo que tiene de apego a la realidad, basa gran parte de sus temas en el erotismo y la violencia. En el Salón del Cómic de este año el sexo ha quedado relegado a favor de la guerra: bien es cierto que se festejará a Batman por su 75 cumpleaños, pero esto es efemérides, no define una feria.

Este año se ha incrementado la superficie de las exposiciones en un 70% respecto al pasado año, es decir, un total de 32.000 metros cuadrados repartidos entre los palacios 1 y 2 del recinto ferial. Carles Santamaría, director del Salón del Cómic, está contento con esta temática guerrera ya que, no le falta razón, se considera que es algo esencial en el desarrollo del cómic desde sus inicios y que, por problemas, de corrección política, muchas veces está preterido a favor de otros. De esta manera la exposición central de la Feria se titula 'Cómics en guerra' y está concebida como una instalación temática sobre las viñetas bélicas más famosas.

La exposición está concebida cronológicamente, destacada en cinco periodos, Edad Media, Guerra Civil, la Guerra de Sucesión, no olvidemos que estamos en Barcelona, las Dos Guerras Mundiales... con apartados dedicados a los corresponsales de guerra y a los genocidios y exilios, temática, además, muy actual, que demuestra que el cómic es un género muy apegado a la actualidad. Sobre esto la exposición cuenta con más de 200 originales de cómics e ilustraciones.

Pero con toda probabilidad lo más espectacular sea la reconstrucción histórica de algunos episodios guerreros y que ocupa todo el espacio del Palacio, que son unos 12.000 metros cuadrados: hay una puesta en escena espectacular que han realizado asociaciones para la reconstrucción histórica en diferentes guerras: los Miquelets, la Coronela de Barcelona, una unidad republicana del Ejército del Ebro, que estuvo formada por muchos catalanes, y la Compañía 9.

Aunque no todo es guerra, hazañas bélicas y demás... ya dijimos del homenaje a los 75 años que cumple Batman, un superhéroe ligado a la suerte del cómic desde su origen, en pleno crack del 29, pero destaca también Lobezno. La madurez del superhéroe, el personaje creado por Len Wein y Herb Trimpe, que celebra el 40 aniversario de su creación, amén de la presentación de los ganadores de los Galardones del Gran Premio Salón del Cómic del año pasado.

La visita de los extranjeros esta vez, es más abrumadora que de costumbre, que ya es decir, lo que convierte de nuevo este Salón en el de más raigambre y excelencia de los celebrados en España y también en el ámbito europeo, llegando a colocarse al lado de los más prestigiosos como el de Angulema, al que poco apoco se ha ido acercando en prestigio, o algunos belgas. Este fin de semana contamos con Joe Sacco, el británico Andrew Widman, el creador de Transformers, de Mike Carey, el de The Unwritter, también Eduardo Risso, el de 100 balas, la francesa Audrey Spirit, la autora de Silencio, Manuele Fior, La entrevista, Pasquale del Vecchio, WW2.2, o el serbio R.M. Guéra, el creador de Django desencadenado.

Y lo cierto es que la sensación que da visitar esta edición del Salón del Cómic tiene mucho de gracioso y espectacular popurrí: así, junto a un hermoso y maravilloso tanque M 41 norteamericano, hermoso para los de la generación que leíamos Hazañas bélicas, nos topamos con soldados Miqueletes, con sus coletas y todo y sus mosquetones, los de la Guerra de Sucesión, que dieron la bienvenida a Artur Mas, que inauguró la Feria, y al que Popeye recomendó tomar espinacas, no sabemos muy bien la razón ya que los discursos en Cataluña últimamente resultan ambiguos cuando se quieren irónicos, y, si uno consigue quitarse la sensación de entrar en un inmenso recinto dedicado a la guerra, llegamos donde se exponen Batman y Lobezno, que no es que tengan la violencia desarraigada.

En realidad el mundo del cómic y la guerra están tan unidos que es imposible deslindarlos: desde esas Hazañas bélicas, épicas historias donde indefectiblemente los nazis eran los malos hasta que, milagros de la Guerra Fría, entraban en el frente ruso donde de pronto se convertían en los protagonistas, hasta Astérix y Obélix y sus galos dando caña al mismísimo Julio César, pasando por Flash Gordon luchando contra los malvados amarillos de Ming o los Skorpi, en una metáfora del peligro amarillo que tanto obsesionaba a De Gaulle, o La guerra de las galaxias, en versión cómic, millonaria en franquicias.

Vemos algunas curiosidades, como un par de tebeos de Mortadelo y Filemón dedicados a la guerra, lo que no es usual en estos agentes de la T. I.A... pero el aire que en esta Feria se ha querido dar a la guerra es bastante crítico, desde luego la visión de Hugo Prat, muy resaltada en Las Célticas, de su serie de El Corto Maltés, un alegato contra los conflictos bélicos bastante emocionante, o las viñetas de !Puta guerra!, de Joe Sacco, cuyo título lo dice todo.

En resumen, un Salón del Cómic dedicado a un tema bastante correoso y donde se ha querido contentar a todos, es decir, la evidente componente violenta del género y su condena: se da, así, la circunstancia de que junto a Reporteros sin fronteras nos topamos con esas armas que veíamos en Hazañas bélicas, las Thompson, cuya versión de aire comprimido podemos usar, o una AK 47. Al lado, unos resistentes de la columna Leclerc, o unos republicanos de la Batalla del Ebro mientras suena Ay, Carmela, y, muy pegadito, el tanque americano de la Guerra de Corea. Ya digo, un popurrí que tiene mucho de gracia, también de confusión, porque por otro lado no se podía hacer de otra manera so peligro de discriminación.

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