El oído le gana la partida a la imagen

El poder de las canciones. 60 momentos pop del siglo XX, es algo más que una exposición curiosa. Comisariada por Santi Carrillo, director de la revista Rock Deluxe, se presentó en la sala de conferencias Auditorio de Casa del Lector el día de la inauguración, junto a personajes como Loquillo y estará entre nosotros en esa sede hasta el 4 de octubre, inaugurando en cierta forma el nuevo curso de exposiciones de la institución, al que seguirá la dedicada a Roberto Bolaño. En el curso de la presentación se hablaron de muchas cosas, donde, todo hay que decirlo, no escaseaban los tópicos. Loquillo, que es hombre tremendamente sensato, al que quizá le viene esa condición de ser rockero en tierra de salsa como es Barcelona, se refirió a la condición de su generación, que en cierta forma define el rock de sus años: “Cuando empecé la cultura popular no tenía ningún lugar en el que cobijarse, y no digamos la cultura pop/rock, así que creo que ya se va haciendo justicia con exposiciones como ésta. Hay que pensar que solo a partir del 78 la cultura musical en España es libre. Además, al principio teníamos a los cantautores, que hacían música que te hacían pensar, y después los discos de rock que traía tu padre, que entendías que eran para bailar. Pero no entendías que ambas cosas juntas podían funcionar”. Loquillo, de esta manera, resumía su posición en la Barcelona que le tocó vivir. De él se expone la canción Cadillac solitario.

Dijimos que la muestra es algo más que curiosa. Hasta ahora decir exposición era disparar el imaginario hacia la imagen,y eso de tal manera que exposiciones de música eran, en realidad, exposiciones de fotografías de los distintos grupos rock, de portadas de discos, y cosas así. El poder de las canciones no se parece en nada de todo esto y consiste en paneles donde se muestran 60 letras de canciones, cada una en un panel, al que se adjuntan unos auriculares donde escuchar la canción. Los paneles resumen gran parte de la música pop desde los años sesenta y España está representada por diez canciones. Algo que habla de la sabiduría de Santi Carrillo para quién la canción emblemática de la exposición sería What´s Going on, de Marvin Gaye. Así, Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat; Txoria txori, de Mikel Laboa; Qualselvot nit pot sortir el sol, de Sisa; Volando voy, de Camarón; Para tí, de Paraíso; Bailando, de Alaska y los Pegamoides; Cadillac solitario, de Loquillo y los Trogloditas; Galicía caníbal, de Os Resentidos; Nadadora, de Family y ¿Qué puedo hacer? de Los Planetas.

La exposición sonora, pues no de otra cosa cabría definirla, se completa con un apartado donde la tecnología está presente: se refleja, así, la evolución de los aparatos reproductores de música, los auriculares, radios, altavoces, grabadoras... que visto con cierta atención son parte importante de la evolución de la música pop porque obligaron a cambiar el modo de dirigirse al destinatario. Por ejemplo, la presencia ineludible de la música de gasolinera y carcelaria, Los Chunguitos sin ir más lejos, no se puede entender sin el invento del radio cassette. Paralela a la exposición se proyectan películas que tienen que ver con ella, a modo de actividades complementarias: Casi famosos, de Cameron Crowe; Elvis: That´s the Way is it, de Denis Sanders; The last waltz y Shine a Light, de Martin Scorsese, finalizando con Kurt Cobain: About a Son, de A J Schnack.

Dije que la gracia de esta exposición consiste en su propuesta, el que al ser una exposición musical sea el sonido el protagonista, pero hay algo más y es la trascendencia sociológica de las canciones que se muestran, y ello hasta el punto de que escuchando éstas nos hacemos una idea cabal de las transformaciones de la sociedad occidental desde los años sesenta. Tenemos así, Tutti Frutti, de Keith Richards, puro años 50, donde el imaginario se acomoda incluso al Technicolor y acabamos en Common People de Pulp, dura música de los 90. En medio, nada menos que grupos como Los Beatles, Bob Dylan, The Ronettes, los Rolling Stones, The Doors, Leonard Cohen, los Sex Pistols, Joy Division, que conforman la historia misma de la sociedad occidental: oyendo a los Sex Pistols no dejamos de percibir, ominosa, la imagen de los años de plomo de Margaret Thatcher, por ejemplo, o en I Can´t Get no Satisfaction de los Stones, ¿quién sería incapaz de no darse cuenta de lo que hay detrás de la insatisfacción de los sesenta?

Pero la muestra, muy bien antologizada, otorga, participa de cierta mitología que es la mitología de la eterna juventud, tan propia del modo nuevo de reivindicar esos años desde los tiempos del Romanticismo, que fue el movimiento que lo creó. El pop es la imagen comercial, edulcorada o no, de ese mito y resultaría lúcido, aunque no agota el tema, recurrir a que en el fondo la estrategia comercial del capitalismo cambió gracias a esta imagen de la juventud como portadora de valor en sí misma. Recorrer esta exposición es asistir al correlato sonoro de lo que en imagen es David Hamilton o Andy Warhol, y ello se nota incluso si atendemos a la parte francesa del asunto, donde algo tan aparentemente parisino hasta rabiar como Tous les garçons et les filles, de Françoise Hardy, del 62, anticipa ya lo que serían las barricadas del 68, y no es imaginación: una canción como Je t´aime... moi non plus, de Serge Gainsbourg es canción que sólo podía darse después de los sucesos de mayo.

Lo bueno de esta muestra es que está muy bien pensada para que el espectador oyente se de cuenta de los correlatos sociales de cada grupo de canciones que estas conllevan. En este sentido es una exposición de contenido didáctico, que se alía así a lo nostálgico. Un acierto.

Loquillo Catálogo (YouTube)