Poeta y traductora, Premio Nacional a la Obra de un Traductor en 1997, Clara Janés ha escrito un libro sorprendente que contiene un saco de prodigios portentosamente ocultos al conocimiento del vulgo del que formo parte. Cuando iba la autora en busca de datos para otro libro, se topó con un filón de noticias de la historia de las mujeres, oscurecidas por la injusticia del momento en que esas vidas y obras se desenvolvían.
Así que tirando del hilo de ovillos que se iban reuniendo como un grupo de presión intelectual, Janés llegó a la conclusión de que no le quedaba otra que escribirlo ordenadamente y con claridad. Guerreras, trovadoras, beguinas, reinas esclavas, chevalières, pioneras en la creación literaria desde el principio de la Historia, todas ellas cobraron vida ante los ojos de la poetisa. El resultado, que se merienda mejor aún que un sabroso bocadillo a mediodía, es Guardar la casa y cerrar la boca (Siruela, 2015), en alusión al buen Fray Luis de León que quería mejor calladas a las mujeres.
En cuartopoder.es nos lo hemos devorado y hablado, como postre, con la autora.
— Habrá quien, maliciosamente o no, alegue que si estas mujeres no son conocidas es porque no son lo suficientemente buenas.
— No creo que nadie se atreva a decir una cosa semejante cuando su calidad es evidente. Pero tal vez soy ingenua y el cerebro humano tiene puntos de perversión que pueden convertirse en cualquier palabra maligna.
— ¿Las beguinas iluminadas pueden considerarse precursoras de los místicos?
— Creo que son místicas y creo que no se tiene un concepto del todo nítido de lo que es la mística, algo muy próximo al erotismo. En este tema estoy trabajando para un congreso que tendrá lugar en París, en junio.
— Sorprende lo poco que se sabe de las guerreras; el libro es una revelación: las aventuras de las chevalières parecen más románticas de lo que seguramente fueron.
— Para mi fue absolutamente sorprendente, buscando un dato sobre las trovadoras lo encontré y luego seguí buscando. Si pensamos que las cruzadas, de niños, eran románticas, podemos decir que eran románticas, pero tal vez no era así. Con esta cuestión me he dado cuenta de lo poco que sabemos en realidad de la vida de otras épocas.
— A Olivia Sabuco, posible autora de La nueva filosofía del hombre, la Wikipedia la define como "esposa y madre española del Renacimiento", ¿a qué crees que se debe tanta reticencia?
— Ahí hay dos temas: el machismo y el dinero. Que un padre ponga el nombre de su hija en un libro no encaja con que la hija pida permiso a Felipe II para publicar ese libro y los derechos le sean dados de por vida. Creo –y se dice- que cuando el padre vio que podía dar dinero, pretendió que lo había escrito él. No entiendo cómo aún figura en la signatura de la Biblioteca Nacional el nombre del padre cuando, en el libro está claramente escrito el de ella. Ha habido muchas protestas, es decir, hay gente que lo sabe y se queja.
— A Margarita Porete, autora de El espejo de las almas simples, los clérigos la enviaron a la muerte en la hoguera, a principios del XIV, ¿puede alguien de hoy imaginarse la indignación que sufrían esos varones, ante la insolencia de mujeres pretendiendo ser filósofas y teólogas?
— ¡Cómo no! Cuántas mujeres sufren aún discriminación. En el siglo XX hubo casos flagrantes y entre gente culta, como el de Edith Stein, asistente de Husserl. Éste le impidió obtener una cátedra sabiendo que era la mejor dotada y preparada. La prueba son sus obras filosóficas aunque bastaría con leer su tesis doctoral.
— ¿Fue una especie de deber moral lo que te impulsó a escribir este libro?
— No me impulsó un deber moral, no; aunque este sentimiento de reivindicación del valor de la mujer lo tengo desde hace mucho. Fue el asombro de encontrar por azar cosas tan sorprendentes como que el primer escritor de la humanidad conocido sea una mujer, la sumosacerdotisa acadia Enheduana, del tercer milenio antes de Cristo; como lo de las mujeres luchadoras o lo de las reinas esclavas, pues no podían estar nunca solas excepto cuando aparecía el rey, siempre, incluso de noche, la camarera mayor estaba detrás; o el increíble y paradójico caso del primer novelista, también mujer, Murasaki Shikibu, porque el hombre japonés tenía que escribir con la lengua de la cultura, el chino, y siguiendo las reglas de la literatura china, mientras que a la mujer le estaba reservada la escritura silábica, llamada femenina, con la que podía expresar todo lo que la rodeaba. En fin, durante unos años he ido de sorpresa en sorpresa hasta que he decidido reunir las sorpresas en un libro.
Clara Janés es experta en encontrar sorpresas, tesoros ocultos que ella disfruta anotando y contándolo a quien quiera saber más. Hace años publicó Viaje a los dos Orientes (Siruela, 2011), pero su obra está repleta de viajes anotados, de poesía y de descubrimientos de otras culturas más o menos ocultas, más o menos silenciadas.
Compro pocos libros. Este va a ser uno de los elegidos.
Me podría decir alguien quién es el pintor de la cubierta, Creo reconocerlo…
La portada es un detalle del cuadro de Carl Vilhelm Holsoe, » At the Breakfast Table», según info del libro. https://es.pinterest.com/mommomfs/art-danish-interiors/
Mejor este enlace: http://www.the-athenaeum.org/art/list.php?m=a&s=tu&aid=746
Tengo «La Ciudad de las Damas», de Cristina de Pizán, también de Siruela, y ahora voy a tener este otro para poder seguir reivindicando el justo papel de la mujer en la historia tantas veces ignorado.
Gracias, y mas. Excelente pintor. Me recuerda a otro pintor americano contemporaneo, Nick Patten.