La eterna rebeldía de Emilia Pardo Bazán

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María Adánez y José Manuel Poga protagonizan Insolación, una adaptación de la novela de Emilia Pardo Bazán. /produccionesfaraute.com

Es ya un tópico repetir que Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán y “Clarín” son los puntales novelísticos de la literatura española del siglo XIX. Nada más cierto pero, a la vez, más desconocido. La Regenta es novela, por ejemplo, que comenzó a valorarse en los años sesenta y respecto a la Bazán, todo el mundo la nombra pero nadie la lee. De lo contrario, habría sorpresas como sucede de vez en cuando, y que coincide porque alguien descubre de nuevo, una vez más, la modernidad tremenda de la escritora. Ella, por condición aristocrática, tiene un estupendo libro de cocina donde recomienda no poner percebes a los invitados por ser comida propia de pobres, pero no se niega a degustarlos en soledad o en familia por ser muy sabrosos, estaba al tanto de lo que se cocía en Europa y así, por ejemplo, fue la primera en hablar de la novela rusa en España, escribió un libro sobre ello, y, por si fuera poco, sabía todo de la vanguardia teatral de su tiempo, valga decir Ibsen.

Era, por tanto, cuestión de esperar a que terminara por hacerse una versión teatral de una novela suya - ¿para cuando una película o una serie de televisión? - Y es lo que ha terminado por ocurrir ahora con Insolación, narración que la Pardo Bazán publicó en 1889 y que es novela de reivindicación feminista, muy en la línea del naturalismo que se llevaba, Zola, sin ir más lejos, pero con una problemática recogida en el teatro de Ibsen, en Hedda Gabler y, sobre todo, en Casa de muñecas. Emilia Pardo Bazán era una genuina novelista y no se le daba bien la escena: estrenó una pieza corta en 1888, en el Lara. Una pieza corta para que se luciera la actriz Balbina Valverde, pero fue pieza fracasada, quizá porque reivindicaba los derechos de las mujeres pero también porque carecía de halo dramático.

De ahí que para que la Pardo Bazán se estrenara en teatro hacía falta adaptar una de sus narraciones. Pedro Villora ha sido el encargado de realizarla y lo ha logrado resaltando los claroscuros obligados de la novela naturalista de la época. Insolacion trata de las cuitas de Asís Taboada, Marquesa de Andrade, que se enamora de un hombre más joven que ella. Doble prejuicio, pues además de enamorarse de un hombre más joven, tabú similar al de quedar perdida por un cura, caso de La Regenta, encima era dama aristocrática, lo que constituía una barrera que el propio Ibsen no contempló porque sus heroínas pertenecían a la burguesía y aquí el prejuicio era la falta de dinero y posición social, no cuestión de casta.

Con esos mimbres, Villora ha montado una obra en la que todo el peso recae en los dos personajes principales, interpretados por María Adánez, que estuvo estupenda en el estreno porque es actriz a quien se le dan bien estos papeles, no en vano ha realizado papeles de Ibsen con notable éxito, y José Manuel Puga, amén de Chema León y Pepa Rus, que da vida a tres mujeres de distintos estamentos sociales, desde una marquesa hasta una ventera de la pradera de San Isidro, paisaje donde se desarrolla buena parte de la obra.

Insolación se ha estrenado en el María Guerrero, estará en Madrid hasta el 24 de enero, por el Centro Dramático Nacional, con montaje y dirección de Luís Luque, que cuenta con el mismo equipo en el que trabajó Miguel Narros durante sus últimos años. De hecho María Adánez ya trabajó con Luque en La escuela de la desobediencia y con Narros en La señorita Julia y Salomé. No ha sido nada fácil realizar esta versión, ya que aunque la novela es corta, unas 140 páginas, es muy rica en personajes y diversas ambientaciones, que se le daban muy bien a doña Emilia. Reducir todo ello a seis personajes y cuatro actores no ha sido nada fácil, repito, si no se quería destruir la especial atmósfera del libro. Y lo cierto es que Villora lo ha conseguido enfocando la acción, puro acorde dramático, en la relación entre Asís Taboada y Diego Pacheco, y la crítica a que somete la relación el librepensador Gabriel Pardo, protagonizado por Chema León, en una tertulia literaria a que da vida la Marquesa de Sahagún, uno de los personajes que interpreta con rara verosimilitud Pepa Rus, que también hace de Ángela, la criada, y de ventera en la Pradera de San Isidro.

Esta incidencia en lo femenino es clave en la obra y lo que se quiere transmitir pues es ese trío interpretado por Pepa Rus el que va a determinar el curso de la obra, es decir, el cambio de actitud de Francisca de Asís Taboada a personaje capaz de reivindicar sus deseos en contra de la sociedad que la rodea. Es tema recurrente en el género naturalista de finales del XIX pero esta versión intenta que no se contextualice el momento en una determinada época y que ese ejemplo sirva para dilucidar aspectos que se creían superados en la nuestra.

Por eso este equipo dirigido por Luís Luque ha incidido en destacar los aspectos más gozosos de la relación en detrimento de la crítica social de la novela. La obra es una reivindicación de los sentidos, del goce y de la belleza y así ha hecho Villora, que conoció la obra por recomendación de Ana María Matute y quedó prendado de ella. De hecho se sigue suponiendo que el honor y la honra, algo presente en la novela, es tema muy actual aunque bien ocultado, ya que aquello que decía doña Emilia, que la moral femenina y masculina debería ser la misma, es, en el fondo, lo que subyace en esta versión, que ahora llega a Madrid después del éxito cosechado en Galicia y que el año que viene irá a León.

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