Duelo al sol

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Pepe Viyuela *

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Ilustración: Danuto.

Pepe ViyuelaEn España una de las marcas de la casa es nuestro sol, de hecho lo vendemos a granel y nos proporciona la visita constante de turistas, un sector que representa alrededor del 10 % del PIB, lo cual no está nada mal. Sin embargo, en tiempos de búsqueda de alternativas energéticas y del fin del bipartidismo petróleo-gas, uno se pregunta por qué no lo hemos convertido ya en una fuente de energía limpia.

Del mismo modo que otros países cuentan con reservas petrolíferas en su subsuelo y se aprovechan de ello, ¿por qué no aprovechamos el maná que derrama nuestro cielo sobre nosotros? La Unión Europea lleva años instando a sus gobiernos a invertir en energías renovables y limpias con el fin de reducir las emisiones de CO2. Por eso el gobierno de Zapatero en 2007 realizó, a su vez, un llamamiento a los emprendedores a fin de que se animaran a invertir en energía fotovoltáica.

En vez de asumir directamente la inversión, el estado depositó la responsabilidad en terceros, comprometiendo ayudas para todos aquellos quijotes que se lanzaran a crear plantas de producción fotovoltaica. Y miles de pequeños inversores de nuestro país se lanzaron a la tarea. Al reclamo acudieron también inversores internacionales.

La película se ponía interesante. Por fin se apoyaban iniciativas que nos convertirían en un país más autosuficiente en cuestiones energéticas, a la vez que dejábamos de ser considerados energéticamente pobres. Empezábamos a dejar de ser únicamente el resort de Europa, y pasábamos a ser punta de lanza en energías renovables.

Pero hete aquí que el duelo al sol estaba servido: las empresas que controlan el mercado y la producción energética en España no podían dejar que se les arrebatara el monopolio de la producción y dado que, por otro lado, tenían que recuperar su macroinversión en centrales de ciclo combinado, buscaron un matón con cara de malo para arremeter contra los que pretendían producir energía fotovoltáica por su cuenta.

Fue entonces cuando el ministro Soria, disfrazado de hermano Malasombra, trajo los nubarrones al luminoso proyecto. Con una estrella de cherif en el pecho y gesto aznarino, entró en el salón del pueblo empujando la puerta de vaivén, -que no es lo mismo que la puerta giratoria, pero se le parece mucho- y poniéndose España por montera, puso precio al sol y lo vendió por un puñado de dólares a los cuatreros del oligopolio energético.

Malasombra Soria se puso como loco a gravar la inversión fotovoltáica, a tumbarla como a una vaca en el rodeo, en beneficio de las multinacionales de la energía. Y 62.000 inversores españoles se vieron entonces en la ruina, después de que se les hubiera prometido ayuda hasta el final.

Había más inversores, en este caso extranjeros, que también se vieron afectados, y que demandaron a rancho-España en cortes de arbitraje internacional, convirtiendo a nuestro país en el mayor receptor del mundo en demandas por incumplir la carta de la energía. La indemnización que el estado deberá pagar a estos inversores extranjeros parece ser que no bajará de los 3.000 millones de euros y aún podría superar los 10.000. ¿Quién pagará el pato? Los mismos que ya financiaron en la crisis a la banca y al sistema financiero: los paganini españoles, los ciudadanos de a pie que tendrán que rascarse el bolsillo de nuevo para afrontar el gasto. La bravuconada de Malasombra Soria no solo ha arruinado a 62.000 familias, sino que supondrá el desembolso, con cargo a las arcas publicas, de miles de millones de euros para indemnizar a los inversores extranjeros.

Tras este desmán y una vez que su conexión panameña salió a la luz, Malasombra tuvo que esconderse en las montañas. Desde entonces se encontraba desaparecido, se sospechaba que quizá esperando un tiempo prudencial antes de cruzar los umbrales de alguna que otra puerta de acceso al Olimpo de un consejo de administración. Pero acabamos de recibir la noticia de que su jefe máximo, el gran patriota Mariano, recompensa su vasallaje y sus servicios dandole una patada hacia arriba, proponiéndole para representar a España en el Banco Mundial, como Director Ejecutivo de dicha entidad, con un sueldo de 252.720 dólares al año. ¡Cuidado con las carteras que viene el Banco Mundial!

El duelo al sol continúa y aunque el final de esta película está por ver, lo que muchos quisiéramos es que vinieran los buenos a dar un puñetazo en la mesa y a poner entre rejas a los cuatreros.

(*) Pepe Viyuela es actor. / Fotografía de Moisés Hernández Acosta.

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