Juventud Sin Futuro: «Ningún partido político nos ofrece una alternativa real»

Juventud Sin Futuro ha convocado para este domingo manifestaciones en 22 ciudades bajo el lema “No nos vamos, nos echan”. De Madrid a Vancouver, a Buenos Aires o a Dublín, los jóvenes españoles que se han quedado en España y los que han tenido que emigrar se manifiestan para evitar la sangría de “mil exiliados semanales” que, según ellos, generan las políticas que se están llevando a cabo en nuestro país. Miguel Bermejo, de la comisión de prensa de esta organización precursora del 15-M, explica las razones de esta convocatoria.

– Decís en un vídeo que este día 7 empieza a cambiar el mundo. Sin embargo, la movilización callejera, que se ha convertido en algo cotidiano en España, no se ve que esté cambiando casi nada...

– La paralización de cientos de desahucios, la repolitización de las condiciones de vida de las personas, la tramitación de la ILP de la PAH, pequeñas victorias simbólicas como la identificación de los policías antidisturbios... Sí hay victorias. El problema es que el Estado sigue manteniendo una capacidad alta para gobernar y gestionar, aunque sea a base de decreto y porra. La sola repolitización de la sociedad es en sí una victoria, aunque no suficiente, que abre un camino para una victoria mayor. No hay otra manera de hacerlo.

– Vuestra página web recoge 7.000 historias de gente dispersa por todo el mundo. ¿Con qué fin?

– La idea era poner una cara con su historia personal a todas esas frías estadísticas sobre gente que se va del país. Demostrar que detrás de las cifras existen personas con una vivencia personal dramática y que pudiesen contar ellas mismas cómo la realidad en los países a los que se va no es mucho mejor que aquí. El sistema económico nos condena a paro y precariedad, aquí o en el exilio.

– Habláis de que tampoco hay futuro en el resto de Europa. Realmente, existe la percepción generalizada de que algo, en esta construcción europea, se está haciendo mal. Muy mal.

– Se está haciendo (y se hizo) muy mal porque la construcción no pasa por representar los intereses de la gente, sean españoles, griegos, alemanes o polacos, sino los de una élite económica y una casta política, que tienen lazos entre sí hasta el punto de considerarse una. El único modelo de Europa viable es uno que garantice los derechos de manera transnacional; que transforme, desde la complejidad del mundo interconectado actual, las realidades de los de abajo para mejorarlas.

– ¿Aparte del derecho al pataleo, que opciones quedan? Yo llevo ya bastante tiempo hablando con la gente de movimientos indignados, con manifestantes, con descontentos y siento un clima creciente de violencia. Se habla de violencia institucional y hay gente que ya empieza a pensar que la única respuesta es la violencia popular.

– Es importante generar alternativas reales que nos sirvan hoy y aquí para poder sobrevivir, para poder ayudar a las mayorías sociales a no ver su vida recortada. Paralizar desahucios, crear comedores sociales, tejer redes de asistencia sanitaria gratuita. Hay mucho que hacer además del pataleo. Por otro lado, es comprensible que haya gente que ante la falta de sensibilidad por parte del régimen hacia sus demandas acabe por utilizar todas las vías posibles. No creemos que exista una única manera de abordar las respuestas, y una única manera de enfrentar las violencias institucionales a las que nos someten a diario.

– ¿Después del día 7, qué?

– La campaña no parará, pero queremos que la decisión sea colectiva entre toda la gente que la ha hecho suya. Esta campaña ha conseguido conectar a muchas personas que no se conocían previamente y comparten ciudad y puede servirles como red de apoyo. Además, aquí hay que saber generar alternativas reales para que nadie se vea obligado a elegir entre ese chantaje de paro, precariedad o exilio. Pero es algo que tendremos que sentarnos a hablarlo tras el mismo 7.

– Los movimientos sociales se quejan de que el Gobierno está intentando criminalizarlos. La técnica del escrache contra los políticos parece ser que está molestando incluso más que cualquier otro tipo de movilización ciudadana. Si los políticos nos acosan, nosotros los acosamos. 

– La técnica del escrache es una experiencia muy interesante para aumentar la presión sobre los que no quieren aprobar las demandas populares a pesar de tener el poder de hacerlo. La experiencia de la PAH es de una gran riqueza y valor para el resto de movimientos. Consiguieron acabar con el resto de vías y aun así no paralizarse, aumentar un paso más. El escrache no debe ser entendido como una especie de “venganza”, sino valorarlo en su capacidad real de visibilizar, y señalar a los culpables y su poder de cambiar la intención del voto contrario a la ILP que pretenden dar los diputados.

– ¿Existe una alternativa política real, observáis que algún partido está en condiciones de cambiar esto?

– A día de hoy, sin ser todos iguales, ninguno es una alternativa real. Existe una clara desconexión entre los partidos políticos y las necesidades de la gente, y eso se traduce en unas instituciones cada vez más aisladas y deslegitimadas, incapaces de generar soluciones para mejorar la vida de las personas.

– Desde los movimientos sociales, se está barajando desde hace tiempo la posibilidad de concurrir a elecciones con unas siglas nacidas de la calle. ¿Qué os parece esa alternativa?

– Creemos que la reflexión, de darse, debe hacerse en conjunto por parte de todo el movimiento, de manera honesta y abierta. Pero hay que tener claro que la crisis económica y política ha roto la lógica de la representatividad, y las mayorías sociales cada vez exigen una mayor participación. Tomar las instituciones no valdrá de por sí, habrá que transformarlas, hackearlas y ponerlas al servicio de todos y todas para que la alternativa institucional puede servir para solucionar los problemas reales de la gente.