Navidades judías con Aznar

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Samuel Bengio, presidente de la Comunidad Judía de Madrid, aplaude a José María Aznar tras hacerle entrega del premio. / J. C. E.

¿José María Aznar premiado por los judíos madrileños? Sí, lo mismo que Felipe González, que fue galardonado no hace mucho por las comunidades judías españolas. Esta disparidad demuestra que no hay claves ideológicas de naturaleza colectiva que definan la identidad de los judíos de nuestro país. Esos judíos, como el resto de españoles, se organizan individualmente por su pertenencia o no a todo tipo de partidos y asociaciones, y tienen entre ellos las mismas diferencias ideológicas y culturales que pueden existir entre los socios del Real Madrid o entre los miembros del Orfeón Donostiarra. El fútbol del equipo “merengue”, la música coral o la adhesión voluntaria a una comunidad étnica formada en la noche de los tiempos son, en cada caso, las señas de una identidad interna que se diluye a medida que los individuos del grupo abandonan su recinto. Pero no conviene engañarse, tampoco Aznar o González son las señas de la identidad colectiva de los judíos españoles. Los homenajes que los ex presidentes han recibido de ellos no deben leerse en el lenguaje de la política española, no significan ninguna preferencia doméstica. Son en ambos casos un posicionamiento muy claro de nuestros judíos en las relaciones de España con el exterior, aunque las fronteras entre los dos ámbitos geográficos no son tan diáfanas entre los judíos españoles como para el resto de sus compatriotas.

Eso es así y es lo que creo yo a pesar de la Noche de Walpurgis del último sábado. Es decir: que la piedra de toque de las conciencias judías de la Diáspora es el Estado de Israel y lo que ese Estado significa en la cultura moderna de los judíos. Un bien que no es  patrimonio oficial de nadie, una realidad internacional y moral del judaísmo que no navega bajo el pabellón de conveniencia de los intereses particulares de ningún dirigente judío del Olim Yisrael, de los judíos que viven dispersos por el mundo. Por eso, como testigo de la alocución de Aznar en la fiesta de la Januca del año 5771, después de la ruptura del sabath del 11 de diciembre de 2010, he tenido muy mal sabor de boca, como si no me hubiera cepillado los dientes (o las orejas). He tenido la sensación de asistir a un atraco a mano armada de los valores del judaísmo, por la cortedad de miras del orador y por el reduccionismo mental de quienes le han invitado a pasar entre nosotros la Januca, algo así como las Navidades judías. He notado en mí un pequeño rubor en las mejillas, una apreciable sensación de vergüenza ajena que se compadecía de los que han entregado a Josemari el premio de fin de curso. La créme de la créme de los judíos madrileños debe graduarse la vista. Pero antes de llamar al oftalmólogo, déjenme, por cortesía de ustedes, que les diga una cosa.

Israel es el corazón de casi todos los judíos del mundo. Los judíos son ciudadanos leales al país en el que viven y a sus leyes, pero Israel es su hogar sentimental, el imán de sus anhelos más íntimos. Israel es la víscera  de los judíos de nuestra época. Los judíos se debaten entre el recuerdo de lo que fueron sus padres y sus abuelos, destruidos o desarraigados por la Shoah, y la actualización de su vida colectiva, un empeño en el que usan (y probablemente abusan) de la realidad y el mito existencial que, después de la catástrofe, encarna el Estado de Israel. La ansiedad y el miedo han hecho de ese Estado un refugio real pero sobre todo imaginario, un lugar en el mundo, el rincón de los judíos para el caso de que sus vidas se vuelvan a torcer otra vez.

Por ese motivo los judíos españoles le dieron su reconocimiento oficial a González, ya en su condición de ex-presidente, años después del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel, un hecho acaecido en los primeros años de su largo mandato (1986). Y ahora, en el año 2010, coincidiendo con las fiestas de Januca, los judíos madrileños han hecho lo mismo con el ex-presidente Aznar “por su larga trayectoria a favor de Israel y del Pueblo Judío que ha culminado con Friends of Israel Iniciative en contra de la deslegitimación del Estado de Israel y a favor de la paz y la seguridad en la región”. José María Aznar recibió el premio Or Januca 5771 durante la cena de gala de la Januca,  celebrada en un hotel madrileño el 11 de diciembre.  Or Januca, “Luz de Januca”. La victoria de los macabeos –el triunfo de la estirpe asmonea- contra la dominación griega en Palestina. Un reino efímero que luego bajo dominación romana dio paso a la Diáspora, a un exilio de casi dos milenios.

Durante todo ese tiempo los judíos estuvieron lejos, ¿pero lejos de dónde? Los judíos vivieron sin referencias espaciales o temporales, durante cerca de dos mil años, hasta el crimen masivo de la Shoah. La patria de los judíos era el limbo y ahora su tierra es Eretz Israel. Después del CRIMEN, del asesinato con letras mayúsculas, la conciencia judía es la nostalgia del recuerdo, el eco ya lejano pero todavía intenso de las vidas de los padres y los abuelos asesinados por los alemanes, o alternativamente la apuesta por la reactualización de la vida judía, tan diferente a su cultura anterior, en el moderno Estado de Israel. Israel como motor de la historia judía o, para algunos, como epítome contradictorio y negativo, en su encarnadura sionista, de todas las huellas del universalismo judío, como una apostasía de las generaciones asesinadas, víctimas del crimen más inexplicable y bochornoso del que ha sido testigo la Historia.

Que cada uno haga su apuesta. Barra libre y a barajar las cartas. Nada está escrito y que se presente el que ha de juzgar inapelablemente a los demás. Que cada judío se examine en su interior. Todo menos dejarse querer por energúmenos que sólo copulan con sí mismos. Los judíos madrileños han olvidado –y eso es muy triste precisamente en el pueblo del recuerdo- que hay amores que matan. La irrupción de Aznar en la noche del último sábado no fue una prueba de amor para los judíos. Aznar no aprecia, en mi opinión, ni a los judíos de la Diáspora ni a los judíos de Israel. Muy lejos de ello, su Friends of Israel Initiative, fundada el 31 de mayo de este año, sólo quiere recluir a los judíos israelíes, y a sus hermanos de todo el mundo, en un nuevo ghetto, el de los centinelas de Occidente. Parece un hogar muy confortable, pero no nos engañemos. Una cosa es que Israel sea un Estado accidentalista que no puede ser ajeno a la geopolítica y a la presión que ignominiosamente recibe de sus vecinos árabes y otra muy distinta es que se identifique como el bastión de Occidente en el cruce de caminos de una supuesta guerra de civilizaciones. Las guerras son muy bonitas vistas desde los despachos amueblados por Rupert Murdoch y los negacionistas del cambio climático. Y, por desgracia, son algo muy diferente si se trata de una guerra de exterminio contra los judíos, como hizo la Alemania nazi, o la que ahora desean los ayatolás fanáticos de Irán. Estoy convencido de que Ahmadinejah va a encontrar en Israel la horma de su zapato. Pero no va a ser la horma de Aznar ni la de ningún aventurero de salón. Israel no es el guerrero del antifaz, por mucho que les guste a Aznar o a Netanyahu. Muchos judíos estamos hartos de historietas.

Los judíos madrileños malgastaron su noche de Januca. No premiaron a Aznar por sus buenos deseos hacia ellos o hacia Israel. En realidad le pusieron la alfombra para que explicara ante un auditorio benevolente pero aturdido sus nuevos proyectos neocon ahora que el presidente Obama sólo entona con sordina, y exclusivamente para la familia reunida ante la chimenea, la canción del yes, we can! Dicen que Obama se ha puesto la cuerda al cuello él solito. Puede ser, no lo sé. Pero está claro que Aznar y sus amigos quieren apretar el nudo hasta el final. Visto lo visto y quiénes son los verdugos –“por sus obras los conoceréis”- no sólo me parece una indecencia. Aznar en este caso es la mayor de las estupideces contra el atisbo más pequeño de lo que los seres razonables entendemos como vida civilizada. El sionista de Valladolid es el mayor ataque a la razón y al sentido común.

Feliz Januca a todos.

5 Comments
  1. Malamud says

    Feliz, Bornstein; abra su corazón en la Januca.

  2. aguila says

    No se a ciencia cierta si hay o no lucha de civilizaciones, pero de lo que estoy seguro que cada vez que se explota un fanatico radical musulman no creo que sea un acto de amor ni tolerancia hacia los que no somos musulmanes. La realidad es que el Estado de Israel es una fuerza estabilizadora en una region donde abundan fanaticos dementes. Sobre Aznar, desde America lo veo como un lider fuerte y no pusilanime como el actual gobierno.

  3. Félix Bornstein says

    A Águila: en la intervención a la que alude el artículo, el ex-presidente Aznar se mostró partidario de la ocupación indefinida de los territorios palestinos por parte de Israel. Yo adoro Israel, pero con amigos como Aznar no creo que el Estado de Israel reciba los mejores consejos para ser la fuerza estabilizadora en la región que usted señala. La ocupación no me parece una política de firmeza.

  4. aguila says

    Estamos de acuerdo, una ocupacion indefinida crea un desgaste politico y de relaciones publicas mas que militar. La mejor oferta de un Estado Palestino fue durante la administracion Laborista y con el apoyo del presidenta Clinton y el fanatico de Yasser Arafat echo por el piso esa oferta. Ni hablemos cuando se le ofrecio en la particion la creacion de un estado palestino la cual respondieron con La Liga Arabe invadiendo a Israel. La posicion de victima se la han creado los palestinos con el pobre liderato que han tenido. Ahora con Hamas en Gaza y un liderato palestino dividido no creo que haya mucha esperanza. A pesar de los errores politicos de Israel es preferible a los dementes radicales de nuevo cuno . Happy Hannukah, de un cristiano para un hermano judio.

  5. comunidad judia murcia says

    el PP va a ganar en 2012 sin duda.La politica de rajoy es mucha mas igual a la politica de los judios en israel y españa.solo 14 meses mas

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