El Partido Popular tumba el diálogo social

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El presidente de la patronal, Juan Rosell, ayer, durante la comparecencia de prensa en la que anunció la ruptura de la negociación sobre los convenios colectivos con CCOO y UGT. / Zipi (Efe).

El pasado martes 24 de mayo, el presidente de la patronal, Juan Rosell, mantuvo un encuentro de más de cuatro horas con los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez, y CCOO, Ignacio Fernández Toxo. Al término de la reunión, portavoces de uno y otros confirmaron a la prensa que las posiciones sobre la reforma de los convenios se estaban acercando. Cualquier periodista que hablara con los interlocutores oficiales de las partes ese día puede dar fe de eso. La reunión se celebró en la sede de CEOE y los augurios eran tan favorables que, incluso, todos accedieron a filtrar una foto del prometedor encuentro a los medios de comunicación… ¡Y el Gobierno, tan contento!

El miércoles 25, CEOE reunía por la mañana a sus órganos de dirección y Rosell constataba en directo que lo que él consideraba ‘progresos’ eran, para buena parte de los dirigentes empresariales, una lista de vaguedades inasumibles por inconcretas y poco ambiciosas, quizás, porque sólo 72 horas antes el Partido Popular había borrado del mapa municipal y autonómico a los socialistas. Fuentes que acostumbran a comer fuera de casa de vez en cuando informaron a cuartopoder.es que, el mismo miércoles, tras la reunión en la sede de CEOE, Juan Rosell y su vicepresidente primero y presidente de CEIM,  Arturo Fernández, compartieron mesa en el restaurante Imanol. Del contenido del encuentro no tenemos constancia, pero lo cierto es que solo unas horas después, la patronal madrileña reunía a su Junta Directiva y aprobaba un documento de doce folios que echaba por tierra todo lo negociado hasta ese momento. Esos 'papeles', que a la postre han dinamitado el diálogo social, son de una elocuencia grosera. Uno de los párrafos del capítulo de las  conclusiones explica prístinamente todo lo que ha ocurrido después. Reza así: “A nuestro juicio”, dice CEIM, “convendría aprovechar el presente momento para concretar, en el ámbito empresarial, una posición de mínimos en materia de reforma de estructura de negociación colectiva y de flexibilidad que pueda servir de referencia para futuros cambios legislativos, que sin ninguna duda, deberán venir en nuestro país… Alcanzar un acuerdo en estos momentos que no satisfaga las exigencias de libertad y adaptabilidad que demanda el mercado no solamente va  a defraudar a nuestras empresas, sino a limitar la capacidad legislativa de quien, a futuro, deba afrontar las riendas de las necesarias reformas que han de llevarse a cabo en España en los próximos tiempos”. El párrafo, por poco avispado que sea uno, deja bien a las claras que las expectativas electorales de la patronal madrileña no pasan, precisamente, por un triunfo arrollador de Izquierda Unida en las próximas generales.

Resulta difícil de creer que Rosell no conociera las intenciones de su número dos, fundamentalmente, porque acababa de comer con él. Más extraño todavía se antoja que Rosell acudiera al día siguiente a su nueva cita con Méndez y Toxo como si no hubiera pasado nada, como si su vicepresidente primero no hubiera desenterrado el hacha de guerra. Y en ese ridículo juego de marear la perdiz hemos andado entretenidos y entreteniendo a los sufridos lectores unos días. Incluso se comunicaron los ‘supuestos avances’ al ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, que se comprometió a ir redactando el texto de la ley que recogería el acuerdo. Al final, como no podía ser de otro modo, la perdiz murió de ‘mareamiento’ una vez que Rosell asumió públicamente la propuesta de los empresarios madrileños, calcada a la que utilizó en su día CEOE -presidida entonces por Gerardo Díaz Ferrán- para arruinar cualquier posibilidad de una reforma laboral pactada (contrato con 20 días de indemnización por despido, etcétera, etcétera, etcétera… el Medievo).

Pero por si las cosas no estuvieran suficientemente claras, otras fuentes que también acostumbran a comer en un restaurante de vez en cuando informaron a cuartopoder.es que el pasado martes, a solo veinticuatro horas de la confirmación de la ruptura de las negociaciones, dirigentes de la patronal compartieron mantel con el coordinador de Asuntos Económicos del PP, Cristóbal Montoro, quien, a lo que parece, si quedó con ellos para animarles  a firmar un acuerdo con los sindicatos fracasó en toda regla. El efecto del  episodio gastronómico fue, más bien, el contrario. Ayer por la mañana, Méndez y Toxo mantuvieron un último encuentro con Rosell y con el secretario general de CEOE, José María Lacasa, en el que la patronal puso sobre la mesa una nueva propuesta, la misma que utilizó CEIM para prender la mecha de la voladura del diálogo social, pero con el cuerpo de letra más pequeño, porque apenas ocupaba seis páginas.

Y fue entonces, en ese momento, cuando los sindicatos dijeron ‘basta’ y cuando se levantó el chiringuito y cuando todos empezaron a ponerse a parir en la radio. ¿Y qué conclusiones podemos extraer de todo esto? Por lo menos tres. La primera, que es bueno ir a comer de vez en cuando a un restaurante de los de pesetón sí quieres enterarte de qué va la vaina. La segunda, que Rosell ha quedado completamente desautorizado como interlocutor válido para futuros procesos de diálogo social con los sindicatos y que al presidente de CEOE le quedan dos caminos: hacer lo que vino a hacer (modernizar la patronal) o dejar de hablar catalán -incluso en la intimidad- y practicar las genuflexiones para cuando se cruce con su amigo Arturo en el ascensor. La tercera es que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ejerce un poder determinante en CEOE a través de CEIM y que, por lo menos en ese ámbito, manda más que Mariano, que debería tomar nota de esto.

Lo cierto es que hay una cuarta conclusión, la más triste y relevante de todas: tras casi cinco meses de negociación, la mayoría de los ciudadanos no sabe de qué han estado hablando los agentes sociales, porque el auténtico debate -cómo afecta a millones de trabajadores que los convenios, aunque hayan vencido, se sigan aplicando hasta que se firme uno nuevo o, por el contrario, decaigan automáticamente una vez agotados y haya que negociar el siguiente desde cero- ha desaparecido bajo la hojarasca de los manteles de hilo y  los enjuagues pseudopolíticos.

Ahora le toca al Gobierno, que ya ha anunciado que habrá reforma por decreto el próximo día 10 de junio y que, según parece, ya tiene elaborado un texto que se parece mucho al que estuvieron a punto de firmar patronal y sindicatos unos días antes de las elecciones municipales y autonómicas. El problema del Gobierno es que su debilidad parlamentaria le deja a la intemperie y al capricho de la ventisca que, a buen seguro, levantarán grupos como PP, CiU, PNV o CC durante la tramitación parlamentaria… Se avecina frío pero, gracias a Dios, seguro que Expansión ya adelantó también eso hace unos días... Manejar línea directa con El Cielo es lo que tiene.

6 Comments
  1. guss says

    Casi mejor, porque los sindicatos nos humillan más cuando gobierna el psoe. pp = psoe = mierda.
    Pero siempre son algo más cañeros con el pp gobernando, asi que ha joderse. Para la mierda que iban a votra ahora, a tomar vientos, que sera mejor el futuro.

  2. El Teleoperador says

    Deduzco que el restaurante es El Cielo del Urban.

  3. Bego says

    Maestro!

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