
Merece la pena pelear por cambiar un mundo gobernado por los bancos de negocio. Desde luego. No sólo en EE UU. En España tampoco hemos visto desfilar ante la justicia y salir condenado a ningún responsable de las cajas, a pesar de que se han tenido que fusionar a toda prisa para evitar mayores desastres. Pero, al revés, ahí están todos los antiguos gestores, protegiendo a sus equipos y procurando que ninguno de ellos se quede fuera de la nueva entidad.
Si alguna pega hay que ponerle a Inside Job es su escasa mirada hacia el exterior. Incluso trata a Europa como cierto reducto de buena práctica frente a los podridos bancos y políticos de EE UU, cuando habría que recordarle que en Reino Unido quebraron tanto el RBS como los bancos hipotecarios. Que en el Benelux han tenido que rescatar a varias entidades de prestigio, así como en Suiza. ¿O qué es UBS sino un intento de replicar el modelo de banca estadounidense en el viejo continente?
En Alemania, Merkel pretende capitanear el proceso de rescate a los países pobres, imponiendo ajustes a todos ellos, pero lo cierto es que sus bancos son los que más intereses tienen en esos países y, por tanto, los que más temen que quiebren. Sobre la banca germana, además, hay una ley del silencio espectacular, a pesar de que algunos están muy seriamente tocados.
Y en España está la cuestión de las cajas de ahorros, cuya politización, mala gestión y corrupción darían lugar no ya a una película, sino a una serie de muchos capítulos. A pesar de ello, Inside Job recuerda cómo los países europeos del G20, entre ellos España, pidieron a EEUU una ley que regulara las compensaciones a los banqueros. Obama no respondió.
El documento es muy crítico con un Obama que llegó como una gran esperanza pero ya está asimilado totalmente por el sistema. Sin ir más lejos, ha renovado en su cargo a Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal, o ha contado con Larry Summers.
Llegados a este punto, hay que hacerse la siguiente reflexión. Antes de que sigamos rasgándonos las vestiduras con lo malos que son los banqueros de Wall Street, preguntémonos cada uno qué haríamos si nos llegara la posibilidad de poner dos ceros a nuestros ingresos anuales. Simplemente con hacer unas prácticas que ni son ilegales ni perjudican a nadie en concreto, sólo a la balanza por cuenta corriente, al mercado... a un intangible que nunca verás a los ojos.
A cambio, la posibilidad de que la vida cambie a lo grande. La opción de elevar el nivel de vida hasta donde nunca se soñó. ¿Qué haría cada uno en semejante trance? ¿Es fácil batir la tentación? ¿Qué puede esperarse de un presidente de una gran compañía que lleva más de 10 o 20 años en el cargo? ¿Qué hace el ser humano cuando ve continuamente que pasa riqueza por sus manos y él, con poco que haga, puede ser parte de ella?
Seguramente es fácil sucumbir a la corrupción, sobre todo si se permanece demasiado tiempo en zona de riesgo. Hay que ser conscientes de que, por tanto, a la mala práctica hay que dejarle las menores vías posibles de subsistencia.
La respuesta ante este caos reinante no es únicamente más regulación. Tampoco es más estado sin más. La respuesta es más sociedad. Más peso del individuo frente a lo establecido. Más clase media frente a un selecto grupo de privilegiados. Más vigilancia ante las fortunas de rápida generación.
Las redes sociales están ofreciendo una alternativa. Son un camino que escapa al control de las élites y que permite vertebrar movimientos. Hace falta que cuajen a favor de la sociedad. Una privilegiada oligarquía siempre ha sabido llevarse bien con un estado poderoso y eso lo reconoce Raghuram Rajan en alguna entrevista.
Un Gobierno controlado de verdad por sus ciudadanos, y a su servicio, no debe permitir los desmanes del pasado, que continúan vigentes. Sigamos peleando por el cambio que tiene que llegar en esta crisis. Sin locuras, pero con firmeza e ideas.
La solución es más estado, más soberania y menos globalización y mundialismo.
Hola Teresa, Justo anoche rente la peculila. He sido siempre una de las «incomprendidas» fan de Woody Allen, creo haber visto todas sus peculilas y he vivido ese cambio progresivo y lento hacia el cine un poco mas comercial. Tengo que de cir que me encanto la peculila, ingeniosa, urga en el ser humano a treves de personajes sumamente reales. Sin embargo, el princio me parecio largo , estirado y repetitivo. Ojo, me encanta Paris y disfrute el paseo. Por otro lado, es cierto lo de elitista, si no tienes un poquito de cultura general, ni creo que se entienda, no obstante yo lo aproveche como una clase de arte, la vi con mi hija de 13 af1os y fui explicandole quien era quien. GraciasSonia HernandezMiami