¿Caerán como el muro de Berlín?

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El rey saluda a Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, ayer, a la llegada de los secretarios generales de UGT y CCOO al Palacio de La Zarzuela. / Emilio Naranjo (Efe)

El pasado 30 de marzo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, respondía al éxito de la huelga general convocada por CCOO y UGT veinticuatro horas antes con un sonoro y desafiante "estos sindicatos caerán como el muro de Berlín".  A nadie que siga medianamente el tintineo declarativo de la presidenta sorprende esta afirmación, porque desde que se instaló en la Puerta del Sol Esperanza Aguirre ha insultado, despreciado y ninguneado a las centrales sindicales como ningún otro dirigente con responsabilidades públicas desde los albores de la democracia, pero sí que sirve para fijar un punto de partida.

Lo cierto es que la huelga general del 29 de marzo fue un éxito en la calle y que las centrales sindicales, desorientadas y faltas de oxígeno durante la última etapa de Zapatero -cuando su lugar en las plazas lo ocuparon los indignados del 15M-, han mantenido un pulso sostenido en el tiempo contra las medidas de ajuste adoptadas primero por el Gobierno socialista y después por el de Mariano Rajoy. Una estrategia deliberada de confrontación que van modulando según el tamaño de las agresiones y el nivel de cabreo que provocan y que, todo hay que decirlo, es criticada por tibia desde algunos sectores de la izquierda más a la izquierda.

Ayer, los sindicatos mantuvieron un encuentro en La Zarzuela con el Rey y aprovecharon para explicarle que un Gobierno no está legitimado para aplicar medidas que no figuraban en su programa electoral y que, si así decide hacerlo, debería someterlas a un referéndum para que los ciudadanos sancionen lo que no pudieron -porque nadie les dijo nada de eso- ratificar en las urnas.

Está claro que el encuentro con el Rey es meramente institucional, una foto que nos permite ver a Toxo y Méndez con corbata, y que sirve para lo que sirve, para la foto, y está claro también que tras la regiosindical entrevista no bajará ni el precio del pan ni el del sencillo del Metro, pero tampoco hay que olvidar que los secretarios generales de CCOO y UGT se pasaron seis meses escribiendo cartas al bueno de Mariano Rajoy solicitándole una reunión y que el presidente nunca se dignó a contestar. Desde allí hasta aquí han pasado algunas cosas. El pasado 22 de marzo, el sindicato alemán DGB organizó un encuentro con dirigentes de los sindicatos mayoritarios de Bélgica, Grecia, Francia, Irlanda, Italia, Suecia, República Checa y España (en este caso representados por los secretarios de Acción Sindical de UGT y CCOO, Toni Ferrer y Ramón Górriz) con la canciller Angela Merkel, que volvió a recibir de nuevo a CCOO y UGT, esta vez a sus secretarios generales, el pasado 5 de julio en Berlín. Cierto es que el paro no ha bajado desde entonces, pero cierto es también que poder explicarle a la señora que corta el bacalao como se ven las cosas desde el otro lado de la barra no es ningún demérito, al contrario. De hecho, fue el té con chucrut junto a la canciller lo que, parece, llevó a Mariano Rajoy a recibir, seis meses después, a los secretarios generales de las organizaciones sindicales. Tampoco tras esa reunión ha mejorado lo del empleo, pero hubo reunión y el escurridizo presidente del Gobierno tuvo que recibir a los secretarios generales de CCOO y UGT, que muy amablemente, supongo, le dijeron que este no es el camino, que vamos hacia el desastre, que hay que negociar una salida social de la crisis y que tiene que convocar un referéndum para que los ciudadanos decidan sobre las cosas que unos pocos hacen y muchos padecen.

Metidos ya en la canícula agostera y con los ministros en chanclas, aunque no salgan fotos en los periódicos, los sindicatos van a intentar mantener en lo que puedan el ruido mediático y van a convocar concentraciones todos los viernes, en distintas capitales del país, coincidiendo con los consejos de ministros que se vayan celebrando. En cualquier caso, el nuevo pulso se producirá el 15 de septiembre, cuando los cabreados de los cuatro puntos cardinales del país confluyan en una gran manifestación en Madrid. Y después, según los interlocutores de cuartopoder.es en los sindicatos, y se ponga como se ponga la prima de riesgo, si el Gobierno no rectifica, que no lo hará, se convocará otra huelga general.

Algunos dirán que los parados no tienen vacaciones en agosto, y llevan razón, pero también parece claro que las batallas hay que darlas cuando hay posibilidades de ganarlas, aunque ganarlas no implique, necesariamente, derrotar al adversario, que me temo yo que, aunque tocado por la última encuesta de intención de voto del CIS, en la que pierde 8 puntos en siete meses, aguantará el tirón, aunque la huelga sea un éxito. De momento, es lo que hay.

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