Las mujeres europeas cobran de media un 15% menos que sus compañeros varones. En España la brecha salarial roza el 26%, según un informe de UGT. En la historia del movimiento obrero femenino, además de figurar la reivindicación de la igualdad salarial desde bien temprano, hay historias memorables, como la de Teresa Claramunt, líder confederal del textil catalán de principios del siglo XX. Cada vez que daba un mitin arengando a las trabajadoras de su fábrica, iban a su casa y detenían a su marido: la policía no concebía que le pertenecieran ni sus ideas.
En cuanto a la historia de la discriminación salarial, la propia UGT recogió la reivindicación de acabar con ella en un Congreso celebrado allá por 1932. Por su parte, la Unión Europea la incluye en el Tratado de Roma (1957), en la Directiva de igualdad de retribución (1975) y en diversa legislación comunitaria posterior. También, por supuesto, figura en la Constitución Española (1978). Abrumada por la cantidad de directivas sobre el particular, la UE decide unificarlas todas en una del año 2006; a continuación emite una serie de recomendaciones; y en 2009 lanza una campaña de sensibilización. Parecía que ya no se podía marear más la perdiz, pero últimamente han descubierto que, para ganar lo mismo que un hombre en un año, las mujeres necesitan trabajar hasta el 22 de febrero del año siguiente. Son ese tipo de cálculos que dan de comer a algún provecto catedrático de la Universidad de Heidelberg, pero no a las mujeres. Aunque, eso sí, permiten acciones tan solemnes como declarar el 22 de febrero el día mundial contra la desigualdad salarial.
Yo creo que ya no se le pueden dar más vueltas al asunto. La brecha salarial existe desde los comienzos de la revolución industrial. Se es consciente de su iniquidad desde hace más de cien años. La han denunciado por perniciosa sindicatos, gobiernos e instituciones, en los años 30, los 50, los 70, los 90… Y ha permanecido prácticamente estable al menos en las últimas tres décadas. Es una de esas cosas que nadie se atreve a defender pero, por alguna extraña razón, nadie consigue acabar con ella. Y no va a erradicarla la inercia de la historia, porque el progreso cocina a fuego lento en materia de sueldos.
¿Qué hacemos? ¿Seguimos diciendo al son del cabeceo burocrático sindical que no somos partidarios o pasamos a la acción? No hablo de un asalto revolucionario -con perdón por el arcaísmo-, sino de una protesta tradicional y escasamente audaz: una huelga, en este caso de mujeres. Para decir que no hacen falta más días conmemorativos, campañas, concienciación, constituciones, tratados, informes, estudios, resoluciones, directivas ni recomendaciones. Que lo único que queremos es el mismo sueldo por el mismo trabajo. Parece bastante razonable.
en efecto, es totalmente escandaloso.La OIT pronosticaba que, a este ritmo, la igualdad sería alcanzada dentro de 500 años, pero parece que era un cálculo optimista! Manuel
Que se siga repitiendo la metira de la diferencia salarial a estas alturas… http://www.malaprensa.com/2005/01/demos-la-bienvenida-como-se-merece-qu.html
Tiene toda la razón, Mr Miller, este tema se presta a la tergiversación y se suele enfocar mal. Pero hay datos que «cantan», como que a igualdad de cualificación las mujeres ganen mucho menos, lo cual implica que éstas tienen más difícil el acceso a puestos de trabajo con sueldos más altos.
Ha mejorado, no creas. Cuando hice la vendimia, me pagaban un tercio menos de jornal a pesar de que descargaba las espuertas de uva como todo quisqui. Dejé de hacerlo, claro.
No estoy registrado, sorry!
En eso la Administración pública es el único lugar que no discrimina ni en salario ni en puestos directivos que son por oposición, los de libre designación ya es por peloteo politiquero.
Por algo la derecha quiere acabar con ese mal ejemplo y privatizarlo todo para aumentar la brecha. ¿por qué la administración paga 20 euros por hora de limpieza y las subcontratas de sus amigotes le pagan a las limpiadoras solamente 6 euros por esa hora?¿Sale más barato subcontratar realmente o con los 14 euros restantes se paga el clientelismo político y la mordida a quien te dio la contrata?
Hay varias fechas especialmente propicias para que algunas “organizaciones de mujeres”, algunos sindicatos, y muchos feministos/feministas aprovechen para propagar falsedades, las más señaladas son el 8 de marzo (“día internacional de la mujer trabajadora”) el primero de mayo, día de los trabajadores y el 25 de noviembre, día internacional contra la violencia sobre las mujeres.
Pues bien, nos acercamos peligrosamente a una de ellas. El 8 de marzo es de esos días en el que sólo falta que los hombres pidamos perdón por nacido hombres (es patético que ya haya muchos que lo vengan haciendo, no sólo este día, sino el resto del año, y que entre otras cosas nos hagan responsables de una supuesta “deuda histórica” con las mujeres…)
Una vez más se vienen repitiendo por doquier falacias y más falacias. Falsedades que algunos tienen el convencimiento de que a fuerza de ser repetidas se acabarán convirtiendo en verdades. Vamos a hablar de uno de los dogmas del amplio repertorio del pensamiento único, de lo política y socialmente correcto. A saber: en el ámbito laboral las mujeres cobran mucho menos que los varones.
Y yo pregunto, ¿Alguien da datos fiables, alguien menciona lugares, empresas donde esto se da? Y si esto es verdad, ¿por qué quienes un año tras otro no paran de repetir esta cantinela, no acaban haciendo algo para remediarlo…? Los feministos y feministas (cargos públicos y cargas públicas, y demás parásitos…) atribuyen la responsabilidad a cuestiones como “el patriarcado”, el sexismo, el machismo, “brechas de género”,….
Hablan de tomar medidas de “discriminación positiva”… ¿Pero no habíamos quedado en que la norma debe ser la capacidad, el merito, la igualdad de oportunidades, sin discriminación por razón de sexo, u otra circunstancia personal?
Pues yo voy a dar datos demostrativos de que en este asunto lo que predomina fundamentalmente es la mendacidad, o como poco las medias verdades:
Según un estudio realizado hace pocos años (¡sí, ojo, un estudio no opiniones!) del Catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver, la realidad no es tal como nos la cuentan las “feministas y los feministos de género”.
Josep Oliver no niega que aún siga habiendo desigualdades, pero los datos que da son harto elocuentes: España está muy por debajo de la media europea respecto de la desigualdad en el cobro de salarios.
Países “desarrollados” de la Unión Europea tienen el dudoso honor de encabezar la lista de lugares donde aún existe desigualdad salarial, concretamente Alemania y Gran Bretaña. Las diferencias salariales no se dan entre un hombre y una mujer que realizan igual trabajo, por el contrario, el motivo es que generalmente uno y otro sexo desempeñan diferentes tareas, mujeres y hombres realizan trabajos distintos…
Uno de los factores de “desigualdad” es la jornada laboral, las mujeres realizan menos horas de trabajo. Los europeos trabajan, como media casi un 20% más que las europeas. De todos modos, hay datos que rompen la tónica general y dan “ventaja” a las mujeres en detrimento de los hombres: si comparamos a los trabajadores y a las trabajadoras con menos de diez años de experiencia, ellas cobran un 2% más en el caso de Madrid, llegando al 11% en Bremen y Hamburgo (Alemania)
Otro factor que mencionaba el estudio del profesor Oliver es que en los casos en los que las mujeres cobran menos, se debe en muchísimas ocasiones a su tardía incorporación al trabajo. A medida que aumenta la experiencia disminuye la desigualdad salarial.
Generalmente, las mujeres están “especializadas en ocupaciones no cualificadas” en el sector servicios.
En el estudio se destaca la escasa incorporación de las mujeres a puestos “de mando”, incluso en sectores donde las mujeres son mayoría.
Afirma el profesor Josep Oliver que quizá se deba a que la mujer está más al cuidado de la familia. De todos modos las cifras no son tan bajas como se podría suponer; en Madrid, por ejemplo hay un 31% de mujeres en puestos ejecutivos y profesiones liberales.
Obviamente las cosas pueden decirse de muchas maneras, dependiendo de la intención que se tenga. Los voceros de la “parida de la paridad” nos las cuentan “de otra manera”, desde la perspectiva de género, nos dicen…
Son bastantes las mujeres que han elegido determinadas profesiones, que les puedan permitir acceder a algunas cosas que hasta ahora estaban casi exclusivamente al alcance de los hombres: poder, prestigio y dinero. Eso sí, a costa de sufrir los mismos efectos secundarios, los daños que hasta el momento sólo se manifestaban en los varones: úlceras, estrés, problemas de corazón, tabaquismo, muerte prematura…
Las encuestas (que haberlas, haylas, aunque en “estepaís” se procuran ocultar) nos dicen que las mujeres opinan (más del sesenta por ciento, según estudios realizados en países de nuestro entorno) que el trabajo fuera del hogar está perjudicando a su salud. La mayoría llega a afirmar que si no fuese por el dinero preferirían ser amas de casa.
La mayoría de las mujeres “occidentales” siguen decantándose por la maternidad como opción prioritaria.. La tendencia general -más del ochenta por ciento- es la de criar a sus hijos en una familia “tradicional”.
Todo ello demuestra que el feminismo y los medios de comunicación no han conseguido tener la influencia y el impacto que se podría pensar en cuanto a un cambio de actitud en las mujeres. Las prioridades, los “valores” de las actuales mujeres difieren bastante poco de los de las mujeres de siglos atrás. Lo único que ha cambiado es que las mujeres occidentales ya no quieren depender de los hombres (lo cual no es precisamente reprochable…) de ahí que algunas deseen más poder político, o aspiren a una mayor independencia económica…
En la mayoría de los países, para las mujeres sigue sin ser una prioridad ocupar cargos políticos, el hecho de que no accedan a ellos no se debe a que el sistema se lo impida.
Guste mucho o poco, hay una realidad: lo políticamente correcto ha llegado a ser tan opresivo que impide a la gente ser libre y decir lo que piensa. Lo política o socialmente correcto respecto de los sexos tuvo como objetivo inicial combatir las actitudes (e incluso el lenguaje) sexistas, superar las desigualdades y ofrecer a las mujeres las mismas oportunidades. Se partía de una supuesta “opresión del hombre sobre la mujer” y de que el hombre es “el sexo dominante”; pero parece que éste no es el sentir de la mayoría de la población.
El que las mujeres sean minoría en los ámbitos empresarial y político no se debe más que a que a las mujeres no les interesan esas cosas, sin duda no se debe a la “opresión masculina”.
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