Guerra le dice no a Zapatero

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Las cosas han de pintar feas para el PSOE para que el presidente del Gobierno haya tomado la iniciativa de pedir a la vieja guardia del partido que corra en su auxilio. Según fuentes socialistas solventes, Zapatero ha pedido personalmente a Alfonso Guerra que sea el candidato a la alcaldía de Sevilla en sustitución de Alfredo Sánchez Monteseirín, que no optará la reelección.  ¿Que cuál ha sido la respuesta de Guerra? Que ni hablar del peluquín. ¿Es su última palabra? Parece que sí.

Es la segunda vez que Guerra declina un ofrecimiento semejante. En las últimas elecciones municipales se buscó un sustituto para Alfredo Sánchez Monteseirín y se tanteó su disposición con idéntico resultado. El argumento entonces era que Monteseirín había sido un buen alcalde pero su carácter no le ayudaba a granjearse la simpatía del electorado. En definitiva, que era un sieso, algo que en Sevilla no se perdona. Guerra dijo no y Monteseirín acudió a las urnas. Perdió las elecciones a manos del PP, aunque retuvo la alcaldía gracias a un pacto con IU.

Fue el presidente de Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, quien anunció a principios de este mes de marzo que el regidor no optaría a un cuarto mandato. Además de su proverbial antipatía, existían razones de peso: el Tribunal Supremo había enviado a la cárcel a dos de sus colaboradores por un caso de facturas falsas en el sevillano distrito de Macarena. A Monteseirín le faltó tiempo para explicar poco después que renunciaba para no perjudicar al PSOE, mientras se declaraba harto de ser víctima de una “cacería política y mediática”. Del último pilar del puente de plata que los socialistas le habían levantado para facilitar su marcha se encargó el propio Zapatero, que el pasado viernes, con motivo del Consejo de Ministros celebrado en Sevilla, tuvo el gesto de dirigirse a Monteseirín para felicitarle por lo monísima que estaba la ciudad.

El trato de Zapatero hacía Guerra siempre ha sido exquisito y sus escasas demandas iniciales, como la de continuar presidiendo la Fundación Pablo Iglesias, fueron atendidas de inmediato. El ex vicepresidente ha prestado, a cambio, servicios impagables, como el de dirigir desde la presidencia de la Comisión Constitucional del Congreso el pulido y abrillantado del proyecto del Estatut de Cataluña, trabajo que incluyó convencer a algunos diputados vinculados al guerrismo para que no votaran en contra.

Guerra es, sin duda, el mejor de los candidatos que el PSOE podría presentar a la alcaldía de la capital de Andalucía. Sirvan estos datos como muestra. En 2007, los socialistas obtuvieron 124.534 votos con la lista de Monteseirín, o lo que es lo mismo, el 40,46% de los sufragios. El triunfo electoral, como se ha referido, correspondió al PP, al que dio su apoyo el 41,84% del electorado: 128.776 votos. Pues bien, al año siguiente, Guerra encabezó la candidatura del PSOE en las elecciones generales. En el municipio de Sevilla, arrasó con un 52,02% y 209.515 votos. En el conjunto de la provincia, el resultado fue espectacular: obtuvo el 58,09% de los votos, el mejor resultado de todas las listas del PSOE.

Cuando concluya esta legislatura, Guerra llevará 35 años como diputado, un récord casi insuperable. Ha sobrevivido a todo, incluso al propio guerrismo, que hace ya tiempo que cría malvas. Los amantes del teatro como él se resisten a contemplar como les cae el telón encima después de tantos años representando el mismo papel. Si es su deseo, continuará como diputado, aunque haya dicho no a empezar una nueva obra.

3 Comments
  1. Franesco says

    Guerra no pica: sobrevivirá al propio Zapatero, que difícilmente seguirá en el Congreso a partir de 2012 si no gana las elecciones, como ya hizo con González.

  2. vilaboi says

    Aprovecha y no se lo pidas otra vez que te colocao otro hermanisimo, ese tio es un «chorizo», mandaselo a Montilla en Santa Coloma de la Virgen del Rocio Gramanet lo coloca fijo. O si no a Cornellá del Montilla necesitan capo de Peonadas. Para que están los paizanos.

  3. janimmy says

    Sr. Escudier, de su interesante pieza nos hurta, me parece, lo más importante: las razones del no. ¿Tácticas? ¿Estratégicas? ¿Oportunistas? Porque solo por seguir de diputado y pasar a la historia en un libro de marcas no resulta creible el no. Además, ¿es realmente un no tajante, definitivo? O ¿no era del todo creible o aceptable la estratagema del jefe? Creo que volverá a la carga en una futura pieza…

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