El empeño histórico de Guerra

No se extinguieron, pero oficialmente desaparecieron de la faz del país. Decenas de miles quedaron bajo tierra, millares poblaron las cárceles, los más afortunados salieron al exilio. Pasó una década y proseguía la represión. Seis ejecutivas nacionales cayeron, una tras otra, entre 1942 y 1953. Entonces, toda la dirección del PSOE se instaló y enrocó en Francia.

Nunca se me olvidará el relato de Curro. Curro López del Real no era un joven malvado, pero pertenecía a las Juventudes Socialistas y lo llevaron preso al Puerto de Santa María (Cádiz). Logró escapar. Huyendo llegó a una estación y se dispuso a subir al primer tren. Pasó uno hacia el norte y Curro se coló en el. En la misma estación subió una pareja de la Guardia Civil. “Estoy jodido”, pensó. Los guardias fueron a sentarse en un escañil vacío frente a él. Curro mantuvo la serenidad pese a que los guardias no dejaban de mirarle. Finalmente, uno prorrumpió: “Tu te has escapado, ¿verdad?” Curro contestó: “Pues sí”. El guardia le preguntó: “¿Cómo lo has hecho?” Y Curro respondió: “Con mucho valor”.

Los guardias se apearon en la siguiente estación y Curro siguió. Llegó a Bruselas y no regresó hasta que el dictador se murió. Nunca escribió su vida y vicisitudes, pero algunas tardes, cuando era diputado y transmitía su alegría de vivir aunque, ya mayor, anduviera “jodido de salud”, me contó algunas vivencias y, taurino como era, puedo decir que después de Antoñete admiraba a Morante de la Puebla. Igual que Curro, otros cientos de jóvenes socialistas, entre los que recuerdo a Ramón Hernández, se largaron en la posguerra y mantuvieron viva la organización en el exterior.

 ¿Y en España? Había enlaces con nombres de guerra que sólo algunos pertinaces de la resistencia y el presidio como Sócrates Gómez podían retener. Pero Sócrates falleció hace dos lustros, lo mismo que Curro, que Hernández… Y cuando, en 2005, el presidente de la Fundación Pablo Iglesias, Alfonso Guerra, lanzó el proyecto de elaborar el Diccionario Biográfico del Socialismo Español desde la creación del PSOE hasta la restauración democrática y la aprobación de la Constitución de 1978, no sospechaba (o quizá si) las dificultades que iba a encontrar.

Todo fue bien desde la histórica reunión de Pablo Iglesias y sus compañeros tipógrafos en Casa Labra hasta 1939. Los compiladores de la Fundación reunieron 5.000 fichas con los datos de los dirigentes y cargos públicos del partido más destacados, entresacaron los más relevantes y han publicado dos tomos del diccionario del socialismo que abarcan más de 2.000 biografías.

Pero a partir de 1939 han comenzado a remar en la sequía y sudan para elaborar la segunda parte de la obra. Saben que de 1942 a 1953 cayeron seis ejecutivas nacionales y que detrás de cada detención hubo medio centenar de arrestados, encarcelados y fusilados. El último secretario general en caer fue Tomás Centeno. Lo detuvieron, torturaron y “suicidaron” en 1953. Los nombres de los demás, salvo alguna excepción, son desconocidos.

En los archivos de la justicia militar, todavía hoy bajo la jurisdicción de los jueces castrenses, van localizando a decenas de socialistas por sus condenas. Pero el penoso estado de conservación de los más de 9.000 legajos con procesos individuales y colectivos, almacenados por el tribunal central de Madrid en los cuarteles de Fuencarral, dificulta su labor. De ahí que para ese periodo y el posterior, los datos que directamente o a través de la web de la Fundación Pablo Iglesias puedan aportar los familiares sean valiosos. Que la historia ni se olvide ni se pierda, ha dicho Guerra.