Solbes alza la voz sobre los fallos de Zapatero

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Cuando, en Semana Santa de 2009, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llamó a Pedro Solbes para decirle que prescindía de él como vicepresidente económico, hacía pocos días que el portavoz económico del PP, Cristobal Montoro, le había augurado que no pasaría los “idus de marzo”. Solbes tuvo la tentación de abandonar la política antes de las elecciones generales de 2008, pero Zapatero le convenció de que siguiera. Ahora, el presidente le soltaba una frase escueta: “Ya no vales, tienes que irte”. Solbes quería seguir, pero tuvo que obedecer.

Poco después, el ex vicepresidente económico reconocía sus diferencias con Zapatero en una conversación con Montoro. Solbes propugnaba un ajuste progresivo del gasto público, afirmaba que las alegrías preelectorales, como la reintegración de los 400 euros del IRPF y el cheque-bebé, debían tener carácter coyuntural; repetía en su jerga técnica para el cuello de la camisa lo que Zapatero no quería asumir y veía lo que el presidente se resistía a mirar: que la crisis financiera iba a arrasar las finanzas públicas y la economía real.

Pero Solbes se convirtió en historia y le sustituyó la mujer que como ministra de Sanidad había prohibido el uso del tabaco en los centros de trabajo y como ministra de Administraciones Públicas pertenecía a lo que Montoro llamó “el pelotón del gasto”. El agujero de las cuentas públicas siguió creciendo. Ni al presidente ni a la nueva vicepresidenta económica, Elena Salgado, parecía importarles demasiado el crecimiento del déficit. Se habían librado del hombre flemático que contradecía su política y aparecía el poderoso José Blanco como la alegría de la huerta en memorable gira triunfal regando de inversiones “infraestructurales” el solar ibérico.

Aunque la memoria es lo primero que huye de la política, la secuencia no se puede olvidar porque la consecuencia está presente y golpea de un modo lacerante a los más débiles. La desconfianza de los inversores y de los mercados en aquella política ha dejado un rastro de cadáveres en forma de desempleados hasta límites “insoportables”, de reducción de sueldo a los empleados públicos, de congelación de las pensiones, de subidas de impuestos y de tarifas que asfixian y amargan la vida a los que menos tienen. La perspectiva de nuevos recortes para “recuperar la confianza” y que nos sigan prestando dinero está a la vuelta de la esquina.

En esta tesitura, la reaparición de Solbes con unas declaraciones al diario El País el domingo no deja de resultar enternecedora. Tal vez para no estropear el cumpleaños a Zapatero (sus primeros 50 años) se ha limitado a decir que “siempre hubo ese problema de diferencia generacional en nuestra forma de ver las cosas”, que su relación con el presidente “es buena en términos racionales”, y que “no hay problema en términos personales” aunque sí “en conceptos más técnicos de la política” porque “tenemos una aproximación distinta a la política”. Si no es bondad ni militancia, lo de este hombre se llama cautela y diplomacia. Pero no se preocupe: los interesados han entendido el mensaje.

1 Comment
  1. Simplicio says

    Con Solbes y sus estabilizadores automáticos todo hubiera ido igual de mal. Que ese jubiladote escriba sus memorias, gane una pasta por ellas, disfrute de la paella y nos deje en paz, ¿vale?

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