Zapatero abre el baile de candidatos y prepara el cambio de Gobierno

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Zapatero, sonriente, se dirige a un ruborizado Lissavetzky, en presencia de Fernández, alcalde de León, durante la visita que hizo ayer a esta capital. / Casares (Efe)

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, ha abierto el baile de candidatos en Madrid. Y el consejero de Economía de la Generalitat, Antoni Castell, ha hecho lo propio en Cataluña. Zapatero no descansa, sólo celebra en familia sus primeros cincuenta años. Y a Montilla no le dejan descansar. El primero prepara la remodelación del Gobierno para septiembre y el segundo trata de averiguar si la sombra de Carme Chacón es tan alargada como desea Zapatero.

Con un bronceado más propio de la Costa Brava o de las calas de Mallorca que de los ríos y prados leoneses, el presidente visitó ayer en León las obras de la estación provisional del Ave y el centro deportivo de campus universitario de Vegazana. Como ese centro se llama de “alto rendimiento y lanzamiento”, aprovechó la presencia de la prensa para lanzar la candidatura de Trinidad Jiménez a la presidencia de la Comunidad de Madrid frente a Tomás Gómez y para insinuar que el secretario de Estado de deporte, Jaime Lissavetzky, que le acompañaba, figura “entre los mejores” para la alcaldía de Madrid.

Para que a los periodistas no les quedase ninguna duda sobre su apuesta por Trini en detrimento de Gómez vale entrecomillar sus valoraciones: la de Trini “buena, buenísima”; la de Gómez, “buena” y nada más. Sobre Trini: “en el tiempo que lleva como ministra de Sanidad y Asuntos Sociales ha hecho una magnífica gestión”. Sobre Gómez: “ha hecho un buen trabajo” al frente del PSM. Aunque Tomás, el de la criptonita, concurra avalado por la dirección del PSM, Trini no necesitará inocularle la gripe A para dejarle maltrecho en las primarias dominicales del 3 de octubre.

Más oscuro fue el presidente sobre el posible candidato a la alcaldía de Madrid. Dijo que Lissavetzky, al que sus compañeros apellidaban El ruso cuando mandaba en la antigua Federación Socialista Madrileña (FSM) con el respaldo de su amigo Rubalcaba y de los clanes de Majadahonda y Chamartín, se halla “entre los mejores”, no quiere decir que sea el mejor.

Con la alcaldía de Madrid el PSOE tiene un problema porque Gallardón es más duro de roer que el granito de Pontevedra con el que sigue empedrando a toda máquina el barrio de Salamanca y el centro de la ciudad. José Bono y Miguel Sebastián conocen bien el percal. Bono adujo hace cuatro años que no iba a competir con Gallardón porque era amigo suyo, aunque luego confesó al actual jefe del CNI, general Sanz Roldán, que las encuestas le daban perdedor. Y Sebastián se estrelló, aunque luego Zapatero se acordó de él y le rescató del armario como esos trajes usados que al cabo de un tiempo parecen nuevos. Con corbata y sin ella Sebastián sabe además que con el PP será imposible lograr el pacto energético.

Aunque Lissavetzky esté bien valorado, en Madrid se necesita un candidato capaz de atraer el voto de la derecha y, a decir verdad, por más que su presencia evoque la gesta de La Roja y los triunfos en el deporte, mayo de 2011 queda muy lejos. Tampoco la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, con su encanto personal y su conocimiento de la administración local, puede atraer los votos de centro-derecha necesarios para batir a Gallardón. En el PSM sostienen que para esa difícil misión se necesita a un sabio como el ministro de Educación, Ángel Gabilondo.

El baile de candidatos posee otra música en Cataluña. El clan de la sardana ha comenzado a bailar en torno a una víctima que se llama Montilla. El anuncio de Castell de que no cuente con él en la lista presagia el descuelgue de otros pesos pesados como Quin Nadal, consejero de Política Territorial y hombre que controla los ayuntamientos; Ernest Maragall, consejero de Educación; Monserrat Tura, consejera de Justicia, y Marina Geli, consejera de Salud, entre otros. En ese baile se espera la presencia del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, y, sobre todo, la de Chacón, a quien Zapatero atribuye una cierta capacidad de conciliar federales y confederables, burgueses catalanistas que votan PSC y trabajadores catalanes que votan PSOE. La única duda es si una emisaria del presidente será bien recibida después de lo ocurrido con el Estatut.

El ejemplo del traje usado que tras un tiempo en el armario se presenta como nuevo le sienta bien a Francisco Álvarez Cascos. Como de hacer negocios también se aburre uno, el otrora poderoso vicepresidente con José María Aznar, gran desclasificador de la papelería del GAL y distribuidor de pingues obras públicas, quiere mandar en Asturias. Algunos seguidores como el diputado Isidro Fernández Rozada le apoyan a muerte. Y aunque la dirección asturiana del PP no lo quiere ni en pintura, Javier Arenas, que manda en Génova, está decidido a respaldarle. Los viejos lazos les unen.

1 Comment
  1. Simplicio says

    Pues que se destrocen entre ellos y den gusto a las derechas.

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