La alcaldesa israelí y su aguafuerte de Oriente Medio

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Feirberg, en la firma del hermanamiento de Netanya con Cáceres.

Es extraño ver por Madrid a una alcaldesa israelí, pero más raro es aún que el motivo de su visita sea el hermanamiento de su ciudad con Cáceres, que si no es la patria del cerdo ibérico lo parece. Es la primera pregunta que le hago a Miriam Feirberg, primera edil de Netanya, una ciudad de playas, turistas y de talladores de diamantes, aunque en proporciones distintas. Feirberg me responde con una declaración de intenciones –“hay que aceptar al otro tal y como es”- que llama la atención en una destacada militante del Likud, el partido de Netanyahu. ¿Se referirá sólo a los amantes del jamón o también a los palestinos? Lo iremos viendo.

Para empezar, repaso con ella su biografía y confirmo que no me han dado gato por alcaldesa. Me ratifica que es la regidora más votada de Israel, que es la tercera elección que gana, -sin dejar de militar en el Likud a nivel de nacional, se ha salido de la tabla con una candidatura de independientes- y que ha de gustarle mucho la política municipal porque “Ariel Sharon me propuso ser ministra y Bibi (Netanyahu) también pero yo ocupo mi tiempo en lo que soy buena”.

Feirberg habla en hebreo y Samuel, un judío nacido en Tánger, es el que traduce. La entrevista tiene un toque romántico porque un empleado del hotel en el que estamos ha puesto en marcha la fuente que antes había desconectado para que su entrevista previa con Telemadrid no pareciera realizada al pie de las cataratas del Niágara. Con el murmullo de las aguas de fondo, le inquiero por el reanudado proceso de paz: “Siempre tenemos la esperanza de que la paz se abra camino. La pelota ahora está en el tejado de los palestinos que han de aceptar como punto de partida la existencia del Estado de Israel, que es un derecho muy anterior al de Palestina”.

A medida que la conversación avanza uno se da cuenta de que la alcaldesa es ella  y sus circunstancias. Entre éstas haber presenciado en primera fila un atentado suicida en julio de 2005 en el que murieron cinco personas y otras 90 resultaron heridas.

¿Pasan ustedes miedo en Netanya?-, prosigo.

-No tenemos miedo desde que se levantó el muro. Se hizo porque no había otra solución después de seis años de ataques terroristas. No es justo que nos juzguen sin conocer la realidad. Me gustaría preguntar a cada madre que hubiera hecho en nuestro lugar si cada vez que tiene que mandar a su hijo a por chocolate a la tienda no dejara de preguntarse si volverá vivo o sin una pierna. Nosotros no escogimos el muro. Tenemos  mejores cosas a las que dedicar nuestro dinero.

¿No cree que los palestinos también tienen miedo de ustedes?-, le digo.

-No entiendo que tengan miedo. Se pasean libremente por nuestras ciudades; hacen sus compras y se vuelven a sus casas.

Me refiero a los palestinos de Cisjordania y de Gaza. ¿De verdad cree que no tienen miedo del Ejército de Israel?

-No tienen porqué tener miedo de nuestro Ejército si no son terroristas. Nosotros no buscamos árabes para matarlos. Les dejamos vivir tranquilamente.

Polemizar habría sido inútil así que me limito a escuchar a la alcaldesa. Más que miedo a las bombas, a lo que tiene pánico es a la demografía. “Conozco una familia árabe con 27 niños”, me dice primero. Me habla después de los beduinos del sur, “que llegan a casarse con seis mujeres”. Lo que intenta explicar es que el problema de los israelíes no es estar rodeado de árabes sino llegar a convertirse en minoría dentro de su propio Estado.

¿Cómo se gana esa guerra? Pues con planes como el de Lieberman, actual ministro de Relaciones Exteriores con justificada fama de extremista, que defiende el intercambio de territorios y habitantes. O lo que es lo mismo, trazar una nueva frontera que deje en el futuro Estado palestino a los árabes que hoy viven y son ciudadanos de Israel, una misión complicada no ya para un geógrafo sino para un topógrafo.

“Tiene lógica lo de Lieberman”, dice Feirberg, que contempla a los árabe-israelíes como quintacolumnistas. “Se solidarizan con el otro lado, pero piden quedarse en éste, y eso no puede ser. Lieberman quiere cambiar la frontera, no sacar a nadie de sus casas”. Eso es verdad; lo que quiere es sacarlos del Estado.

La alcaldesa está segura de que Israel asumiría muchos sacrificios si la voluntad de paz de los palestinos fuera real. ¿Por ejemplo? “Abandonaría los territorios donde está ahora. Para nosotros es muy importante el desarrollo de los palestinos porque cuando se tienen cosas que perder uno se piensa mucho lo de seguir luchando”.

Iba a preguntarle por el bloqueo de Gaza pero intuyo la respuesta después de lo siguiente: “Se ha olvidado lo que hizo Sharon en Gaza. Les dejó de todo. ¿Y qué recibimos de vuelta? Pues que empezaron a comprar armas. Eso es lo que nos da miedo”.

Feirberg se declara sorprendida de la atención mundial que despierta Israel con la cantidad de guerras y conflictos que hay por el mundo. “Enciendo la tele, veo la BBC y me parece que toda Rusia es más pequeña que nosotros, que venimos  a ser un barrio de China”.

Será por el lobby árabe-, bromeo.

- Es por la cantidad-, contesta la alcaldesa muy en serio. -Países europeos como Francia o Bélgica están invadidos de musulmanes. En Francia hay 13 millones de árabes, de los que 6 millones votan y tienen fuerza política. Vemos las imágenes de las manifestaciones contra Israel que se producen en Europa y distinguimos las caras de los árabes.

El marido de la alcaldesa, que se había retirado de la escena, cansado posiblemente de soportar tanta entrevista, vuelve a aparecer con sus sandalias de turista. Toca retirada. Me voy con la sensación de que lo de Oriente Medio no hay Obama que lo arregle y que Miriam Fierberg me aceptaría si me hinchara de jamón en su presencia.

2 Comments
  1. sam says

    en vez de 27 hijos deberían tener 1.027……..

  2. Rocamadour says

    Sí, será por el lobby árabe. Buen apunte, Sr. Escudier.

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