La lucidez unitaria de Cayo Lara

He tenido la ocasión de comprobar, de boca de varios de sus líderes, la nítida disposición de Izquierda Unida a salvar los muebles de la izquierda en medio de la crisis pactando, aunque a regañadientes, los gobiernos autonómicos y municipales que hagan falta para evitar que los ocupe el PP si vence en las elecciones de mayo sin alcanzar la mayoría absoluta. La lucidez unitaria de Cayo Lara, en concreto, es providencial en estos momentos. Y lo mejor es que en esa decisión de formar gobiernos autonómicos y municipales de izquierdas allí donde se pueda no hay ninguna división de opiniones en el seno de IU.

Todos tienen claro que la historia se tragó la teoría del llamado “sorpasso” que Julio Anguita quiso consumar, empezando por Andalucía, dejándose querer por la derecha que lideraba José María Aznar. Entonces, aunque Anguita siempre negó su existencia, cuajó la teoría de “la pinza” contra el PSOE ayudándose mutuamente PP e IU en el Parlamento y en el acoso mediático a Felipe González. Parafraseando al replicante Roy Batty (Rutger Hauer) en Blade Runner ( la adaptación que hizo el gran Ridley Scott de la novela de Philip K. Dick Sueñan los androides con ovejas eléctricas), las aspiraciones de Anguita desaparecieron como sus lágrimas en la lluvia. Aquello no lo aceptó la izquierda.

Cayo Lara y los suyos tienen un lema claro aunque critiquen con dureza a José Luís Rodríguez Zapatero: Nunca más la pinza, nunca gobiernos del PP (si se pueden evitar). Y lo tienen claro a pesar de que piensan –y lo dicen– que el presidente “está amortizado” Consideran que ha perdido el rumbo, entre otras cosas porque, a su juicio, no puede andar diciendo que es socialista antes que marxista o que bajar de impuestos es de izquierda. Y añaden que está haciendo la política que haría el PP y, en consecuencia, “le está poniendo la alfombra azul a Mariano Rajoy” para que la derecha vuelva a gobernar.

IU, conforme a las encuestas, prevé ser decisivo en Andalucía,, mantenerse en Asturias, crecer en Madrid, Valencia y Murcia, y entrar en los parlamentos de Extremadura y, aunque más difícil, el de Castilla y León. Pero el modo de ser decisivo lo define con cierta ironía Cayo Lara diciendo que tras las elecciones autonómicas andaluzas (recordemos que en mayo no tocan porque coinciden con las generales) en Sevilla no va haber ni cal ni Arenas, en alusión al apoyo que le darán a José Antonio Griñán frente a Javier Arenas, el candidato del PP, aunque sacara más votos que los socialistas.
Quizás sea bueno que, a la vista de ese posicionamiento de IU, José Luís Rodríguez Zapatero recibiese pronto a Cayo Lara, como le tiene pedido que lo haga sin atender su demanda. La primera y última vez que lo recibió fue el 20 de abril del 2009. Va siendo hora de que vuelvan a verse.