¿Renunciar al escaño por Cascos? El diputado Fernández Rozada dice que se lo está pensando

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El vicepresidente segundo de la Junta General del Principado, Pelayo Roces, en el momento de formalizar, ayer, en este organismo, su renuncia como diputado del PP en el Parlamento regional. / Alberto Morante (Efe)

Toca hablar de Cascos, pero lo primero es rectificar lo que se dijo aquí el 7 de octubre, donde este servidor de ustedes, después de recabar el testimonio del entorno del ex general secretario y de la dirección del PP, daba por hecho que el ex ministro sería el candidato del PP en las autonómicas de mayo en Asturias. A la vista de los acontecimientos, que han desembocado en su renuncia a la militancia en el PP y la amenaza de concurrir a las elecciones con otras siglas, les asiste el derecho de poner a escurrir al cronista, aunque en su descargo cabe decir que lo que describía entonces era la fotografía del momento, y que en las semanas siguientes el cuento cambió una barbaridad.

El culebrón podía resumirse de la siguiente manera: enterados de que Cascos pretendía reencarnarse en Jovellanos y optar a la presidencia del Principado, el PP de Asturias se tentó la ropa y envío al alcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo, tan incondicional suyo que llegó a apodarle el galáctico, a recabar información sobre sus verdaderas intenciones. No estaba de más la prevención porque ya había quien se había echado a temblar con su retorno, especialmente la presidenta de PP de Gijón, Pilar Fernández Pardo, a quien Cascos no perdía ocasión de poner a bajar de un burro y a la que llegó a denunciar ante la Agencia de Protección de Datos por tirar su archivo personal a la basura.

Pues bien, De Lorenzo le prometió su apoyo y el de la organización en Asturias a cambio de que refrenara sus instintos homicidas, y, además de no pasar a cuchillo a la dirigencia regional, aceptara incluir en su organigrama a varios de sus peones, oferta que Cascos rechazó con la sutileza acostumbrada. Conscientes de que no había pacto posible y que el dilema era o Cascos o ellos mismos, la cúpula asturiana, con De Lorenzo a la cabeza, se conjuró para impedir que el armario del ex vicepresidente se llenara de sus propios cadáveres políticos. Fruto de ello, los responsables de las juntas locales de Oviedo, Gijón, Avilés y Mieres, de común acuerdo con la dirección regional y de Nuevas Generaciones, firmaron el pasado mes de julio un manifiesto en el que rechazaban su candidatura.

Cada cual jugó sus bazas. Cascos lo hizo buscando el apoyo de presidentes regionales como Núñez Feijóo, a quien tuvo a sus órdenes en el pasado, o Esperanza Aguirre, y dando por sentado que Rajoy no se opondría a la vuelta de quien se creía el único capaz de desalojar del poder a los socialistas en una de sus comunidades fetiche. Rajoy llegó a compartir este análisis pese a la opinión contraria de Javier Arenas y María Dolores de Cospedal a los que la intransigencia del asturiano les ha hecho ganar la partida.

Rajoy le pedía un gesto de acercamiento a PP regional que, esencialmente consistía, en que fuera esta organización la que diseñara en parte la candidatura que él encabezaría. Cascos no sólo rechazó esta opción, sino que exigió la celebración de un congreso para deshacerse de sus críticos y, ante las resistencias de Génova, sugirió que podría presentarse a las elecciones en una lista independiente. Esto último fue lo que precipitó la celebración del comité electoral, que se había venido retrasando, en el que se designó candidata a Isabel Pérez Espinosa.

Con su baja como militante y su disposición a concurrir a las elecciones bajo otras siglas, Cascos pone también a prueba al grupo de incondicionales que ha apoyado su vuelta a la actividad política. Su hombre de confianza en el Principado, el diputado regional Pelayo Roces, anunciaba ayer su renuncia al escaño, mientras el concejal gijonés Pablo González se disponía a seguir sus pasos. A otros casquistas declarados, de momento, se les ha tragado la tierra. Entre ellos se encuentran alcaldes como el de Coaña, Salvador Méndez, el de Siero, José Antonio Noval, el de Gozón, Salvador Fernández, la alcaldesa de Peñamellera Alta, Rosa Domínguez, o el presidente del PP de Llanes, Fidel Sánchez.

La principal incógnita es la del diputado nacional Isidro Fernández Rozada, quien en los últimos días de diciembre fue el encargado de entregar en mano a Rajoy una carta firmada por cargos públicos asturianos en la que pedían la convocatoria de un congreso regional en Asturias para reestablecer la institucionalidad y la democracia interna. Fernández Rozada, profesor de Formación del Espíritu Nacional, fue miembro fundador de AP en Asturias, ha sido presidente regional durante 17 años y ha demostrado hacia Cascos una lealtad inquebrantable. ¿Estará dispuesto a abandonar el partido que él mismo ha construido?

A Fernández Rozada le localicé ayer por teléfono. Me dijo que no es verdad que haya tomado la decisión de dejar el escaño pero no negó que estaba pensando qué debería hacer a partir de ahora. Se le notaba incómodo con el tema y me propuso que aplazáramos la conversación hasta el miércoles. No voy a adelantarles lo que me parece que acabará haciendo, no vaya a ser que me equivoque de nuevo.

4 Comments
  1. Merche says

    Ya que la política no es una ciencia exacta y que todos los políticos mienten como bellacos, sería bueno que cada cerdo tuviese su San Martín y quedara sometido de por vida a la espiral del silencio y tuviera que pagarse su propia progaganda.

  2. el andaluz says

    La erótica del poder!! que tendrá el poder que cuando lo pierden ni saben asumirlo que ya no lo tienen y cuando intentan recuperarlo a toda costa, no lo consiguen.
    ¡Pero no se cansan de mandar!…con lo bien que se está pescando y cazando.

  3. krollian says

    Yo creo que aún con otras 7 debacles, desbandadas, conflictos de intereses o lo que sean estas situaciones, el PP ganará las generales porque tiene muchos hinchas. Y si gana el PSOE, lo mismo va a dar.

    Como dijo José Mota al final del Especial en Nochevieja de TVE:

    La Banca siempre gana…

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