El Congreso vive con irritación e incertidumbre el 'martes negro'

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El nuevo portavoz del Gobierno, José Blanco, conversa con Zapatero y Salgado, ayer, en el Congreso. / Cuevas (Efe)

El Congreso de los Diputados vivió “el martes negro” con una sensación de rabia e incertidumbre. Algunos diputados maldecían a los mercados. “No estoy indignado, estoy furioso; esta peste de la especulación financiera no se detiene ante nada, ni con cinco millones de parados tienen suficiente”, decía Gaspar Llamazares. “No daremos la cartera de nuestras vidas a los atracadores”, le secundaba la jefa de filas socialista y también asturiana, María Virtudes Monteserín. “Yo también estoy irritado”, afirmaba Jordi Xuclá en nombre de CiU. “De aquí tiene que salir una Europa política”, proponía Aitor Esteban, del PNV.

Se discutían las peticiones de transparencia política, lucha contra el fraude fiscal, contra la corrupción, por un sistema electoral más justo y proporcional, por la eliminación de los paraísos fiscales y por la implantación de la tasa Tobin a las transacciones financieras internacionales del movimiento del 15M, que fueron aprobadas por 185 votos a favor (PSOE, IU-ICV-ERC, PNV y CiU) y 147 abstenciones del PP, y la prima de riesgo de la deuda había superado los 370 puntos básicos y amenazaba con empujar a España al precipicio para acudir después a un rescate cruel, caro e interminable, según palabras del socialista Francisco Fernández Marugán.

Salió el presidente Rodríguez Zapatero con el presidente del Consejo europeo Van Rompuy a pedir “responsabilidad” a los países de la eurozona y de modo particular “a los más poderosos”, en clara alusión a Alemania y a Francia; después el Banco Central Europeo amagó con comprar bonos y los especuladores se asustaron y salieron huyendo. Entonces la prima de riesgo española volvió a los 320 puntos y la italiana, que había sufrido con anterioridad un ataque inesperado, también se contrajo. Pero los especuladores volvieron a maniobrar y redujeron a “bono basura” la calificación de la deuda irlandesa, como ya hicieron semanas antes con la portuguesa.

El ataque a la deuda soberana española, que Zapatero interpretó como un efecto indeseable de las dificultades de los dirigentes europeos para ponerse de acuerdo sobre el recate de Grecia, fue aprovechado por el líder del PP, Mariano Rajoy, para lanzar el siguiente mensaje electoral: “En un día especialmente difícil, quiero decir que España es un gran país, un país solvente que tiene futuro, un país que tiene gente preparada para salir de la crisis y una alternativa responsable que yo dirijo y que sabe lo que España necesita”.

En cambio, el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que estrenaba escaño en la segunda fila de la bancada socialista, al lado del diputado por Madrid y miembro de la dirección del partido, Antonio Hernando, optó por el silencio. Avanzaba la tarde y Rajoy no aparecía por el Congreso ni siquiera cuando, a las nueve de la noche, tenía la oportunidad de intervenir para concretar su mensaje sobre lo que necesita España en el debate previo al Presupuesto de 2012 sobre el techo de gasto.

Su papel lo interpretó el profesor Cristóbal Montoro recordando que cuando él gobernaba, España asombraba al mundo creando empleo, y regañando de paso a la vicepresidenta primera y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, por recitar una lección de “primero de administración pública”. Naturalmente, el PP pidió elecciones y votó en contra de la previsión macro y también lo hizo, por motivos bien distintos, Rosa Díez y la izquierda del PSOE. Pero como los nacionalistas de CiU y PNV siguen sin sentir la urgencia electoral del PP y se abstuvieron, el Gobierno salvó el cuadro.

Salgado predijo un crecimiento del 2,3% del PIB el año que viene, una reducción del paro al 18%, una contención del déficit al 4,4% para el conjunto de las administraciones públicas y un superávit del 0,4 en la Seguridad Social. Pero su cuadro no atemperó la irritación de la izquierda. Y es que cuando los especuladores deciden elevar el interés de la deuda y se llevan 40.000 millones de euros, la mitad de la recaudación del IRPF, de poco valen los ajustes y sacrificios, comentaba Joan Ridao, de ERC. “Esto no es una crisis fiscal, es otra cosa”, decía Marugán. Y con esa sensación de queja e incertidumbre de los perros que ladran a la luna terminaba el “martes negro” en el Congreso.

2 Comments
  1. Zaratustra says

    El estado natural de los políticos no es la irritación, sino la crispación y el cinismo.

  2. borja says

    Por favor pedir a amigos,conocidos,familiares que no voten ni al psoe ni al pp pasarlo por favor.Si nadie vota a estos dos partidos los que ganen tendran que cambiar las cosas sin posibilidad de no hacer nada.Estarian obligados a cambiar la justicia y la leyes electorales la clave es que psoe y pp no tengan ni un voto.GENERACION NI NI,NI PSOE NI PP PASARLO PORFAVOR,hablar de ello con familiares y amigos y que nadie les vote y TODOS A VOTAR.Que voten a quien sea menos psoe y pp gracias.

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