Reforma del Desconsuelo y Estado de las Cabronomías

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Duran i Lleida, ayer, en el Congreso. / Fernando Alvarado (Efe)

Años sin pisar el Congreso de los Diputados –en Nueva York no hay de eso-, y va y se me ocurre romper el hechizo en pleno debate para la toma en consideración de la dichosa reforma exprés. Decepción brutal. Debate siempre a vueltas con lo mismo y de mediana altura, consistente más bien en una sucesión de pataletas que una humanamente comprende…pero políticamente no necesariamente entiende.

Es por ejemplo humanamente comprensible el berrinche de Antonio Gutiérrez y de la izquierda, izquierda. Y el de Rubalcaba. Después de todo, ¿qué les queda a los comandos liberados de la izquierda profesional, a día de hoy, más allá de las formas? Impagable en este sentido Gaspar Llamazares, uno de los parlamentarios más sinceros que hay en España: para lo que nos queda en el convento, ¿por qué no cagarnos dentro? ¿Por qué no rebelarnos y el que venga detrás, que arree?

Total eso es lo que se ha hecho siempre hasta ahora, ¿no? Gastar lo que no había, maquillar el desmadre presupuestario de política social, uncir a todo el mundo (sindicatos incluidos) a los presupuestos generales del Estado para que aquí no píe nadie, cerrar los ojos frente al fraude venga de donde venga (¿saben ustedes cuántas bajas laborales fraudulentas de larga duración se coge la gente en España?), alardear del Estado del Bienestar sin querer ver que es un corro de la patata que, para seguir rodando, tiene que dejar fuera cada vez más cosas. Y a más gente.

Sinceramente, y con la reforma exprés en la mano, no veo por qué está la izquierda tan enfadada, excepto por estética. Hasta donde se me alcanza a leer esta reforma es cópieme mil veces hoy “qué malo y gastón he sido”, y a partir de 2018 o 2020, como muy pronto, empezamos a hablar de esa falacia encantadora que es el déficit cero. Que no era verdad ni cuando José María Aznar marcaba paquete con ello (aunque se acercara más que los de ahora, evidentemente), ni lo será nunca. Ni sucederá gran cosa porque no lo sea. ¿A alguno le ha pasado algo por incumplir el Pacto de Estabilidad del Tratado de la Unión, que desde 1997 limitaba al 3 por ciento del PIB el tope de déficit de los Estados miembros? ¿Habrá que recordar con cierta sorna que la Constitución española garantiza el derecho al trabajo?

De lo que se trataba pues era de pasar cierta maroma, de hacer propósito de enmienda a largo plazo, de salvar la cara ante esos mercados tan antipáticos (pero de los que no se puede prescindir cuando se vive a crédito) y sí, ante esa Alemania que se yergue en el horizonte, dueña y señora de la eurozona. Que desde el primer momento se diseñó para ser su coto privado mercantil, el vergel de sus productos, su Tercer Reich económico. Por eso nos han subvencionado tanto, sí. Lo malo es que nosotros nos hemos acostumbrado y ya no sabemos funcionar sin el chute alemán. Ni nos hemos preocupado de buscar metadonas alternativas.

Resumiendo, que en realidad poca novedad objetiva. Lo que se le ha quebrado a la izquierda es más bien una cuestión subjetiva, una idea romántica de sí misma, peligrosa de ofender en un país famoso porque todo el mundo se cree que hace lo que le da la gana. Léase motín de Esquilache (pasaban hambre, pero se rebelaron porque les obligaron por decreto a llevar la capa corta), léase Dos de Mayo, siempre es técnicamente una tontería lo que inflama los ánimos. Una cuestión más de forma que de fondo.

Porque si de fondo hablamos, aquí el único que tiene razón es Duran Lleida. Bueno, él y los otros nacionalistas (o ni eso) que amargamente protestan por la inmolación de la autonomía, no tanto financiera como endeudatoria. Ya que todas las Administraciones tienden a considerarse mal financiadas, en la práctica su libertad se mide por su capacidad de quedar a deber.

Ahí está el único sobresalto verdadero del debate, que coincide además con una histeria que empieza a generalizarse, no sólo entre los centralistas del lugar, de que el Estado de las Autonomías va camino de ser el Estado de las Cabronomías. La Administración autonómica empieza a perfilarse en el imaginario como la más cabrona de todas. La que más gasta sin necesidad. La más urgente de suprimir o por lo menos de meter en vereda.

Insisto en que la idea no prolifera exclusivamente entre los centralistas. Empieza a cuajar en otras sensibilidades. Para entendernos hay quien cree que esto empieza a ser como la Cuba de Castro: que da igual si tiene o no tiene razón, si los números no cuadran y no se puede mantener en marcha el invento. ¿Socialismo o muerte? ¿Autonomía o muerte? Hay quien ya expande el chiste y dice que el orden de los factores no altera el producto.

La política puede devenir trágica cuando los hechos (no digamos los números) traicionan el ideal. Seguramente Duran Lleida fue la figura más interesante del debate porque era el que acarreaba la mayor carga shakesperiana: ¿qué pasa si uno es nacionalista de toda la vida, de los históricos y con sentimiento, que ve como ahora PSOE y PP, por decirlo amablemente, le miccionan en la boca, pero a la vez se ve obligado a garantizar que es una persona seria que entiende el problema del déficit? ¿Cómo se sale de una pesadilla así? Probablemente metiendo todo el ruido posible para no votar ayer, que no es lo mismo que votar que no. Y metiendo luego todas las enmiendas posibles para poder votar mañana.

Y a hacer política, que son dos días.

7 Comments
  1. krollian says

    Reformar la Constitución. Vaya. Con que se cumpliera tal cual está, ya sería el no va más…

  2. Amsterdam says

    A mi tambe me ha sorprendido tanto ruido. A fin de cuentas, como apuntas, ni se respeta a pies juntillas lo que dice la Constitucion y no creo que necesitamos a la Carta Magna para entender que la fiesta se ha acabado, que no podemos continuar gastando mas de lo que tenemos y que hay que mirar bien como se gasta. Me parece una tomadura del pelo al ciudadano como los politicos gestionan nuestros recursos aunque parte de culpa tenemos por permitir que gente sin experiencia gestione temas tan importantes. En ninguna empresa, sin un minimo de experiencia relevante, te permiten optar a ciertos puestos y aqui el primero que se afilia a un partido (que salvo honrosas excepciones es porque no tiene donde caerse muerto porque no dura ni 2 telediarios en una empresa privada) puede gestionar una ciudad/comunidad/pais? caso Pajin?? es de locos…
    Por cierto, ya se que no viene a colacion, pero me ha sorprendido tambien que no se haya aprovechado para solucionar el tema de la linea sucesoria de la Casa Real que hace tiempo que se arrastra…

  3. claudio says

    Lo del derecho al trabajo se cumple bastante bien. Que yo sepa, no se le prohíbe trabajar a nadie (excepto menores, etc.). Igual a lo que usted se refiere es a que no existe la obligación de trabajar ni la de contratar.
    Respecto a la modificación, más que el contenido lo que llama la atención es de dónde proviene la voluntad de hacerlo. Así se sabe quién manda. Y no lo digo en tono de lloriqueo ‘más democracia’, sino con ánimo de entender lo que (nos) pasa.

  4. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    Sólo suelo leer, de ‘ABC’, su tercera página, y hoy, un día más, la he leído y coincidido con su autor en que si hay algo en lo que ha fallado el ‘Estado de las Autonomías’ ha sido en la concesión de algunas competencias:
    Dice y cita su autor, principalmente, en tres de las competencias cedidas, por la malísima gestión que, en no pocas Autonomías vienen haciendo de ellas. A saber: Justicia, Educación-Cultura y Sanidad. Así dice.
    También dice en su análisis, ensayo que recomiendo leer, que la gestión en estas materias no es, ni mucho menos, la deseada. Obvia decir que en las Autonomías que más se incumplen las normas son mal…gobernadas por la ultra.d. Semejante prensa no admitiría tal desafuero informativo, ni su autor tampoco.
    ¡Pero es así!

  5. krollian says

    Alberto Garzón Espinosa en ’59 SEGUNDOS’ (RTVE). Ahí queda eso.

    http://www.youtube.com/watch?v=YR-ufkb_CU4

  6. superser says

    El «respetable» Durán me parece el más impresentable de todos pues juega al nacioalismo más ranciovictimista a pesar de que no es del partido de Pujol: ni come ni deja comer. Y los otros dos simbiotizados en PPSOE, más les valdría hacer honor a los principios democráticos que dicen defender y a los oligocráticos que son los que en realidad mantienen.

  7. Luismi says

    Lo que habría que hacer es subir los impuestos a losa ricos. Ya sé que queda asquerosamente marxista decirlo, pero es que la vida está así de cruda.

    Y Duran i Lleida, un impresentable, como bien decían aquí abajo. Está de acuerdo con todo (véase los recortes de Mas), pero sólo protesta por razones de interés.

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