Sindicatos e 'Indignados' claman contra la reforma de Zapatero y Rajoy

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Menos miles de personas de las que eran de esperar –unas 25.000, según los organizadores-- se manifestaron ayer desde la plaza de la Cibeles de Madrid hasta la Puerta del Sol para protestar contra la reforma de la Constitución que han pactado el PSOE y el PP con el fin de petrificar el “equilibrio presupuestario” y la “prioridad absoluta” del pago de la deuda. La reforma será aprobada hoy por el Senado sin que los dos grandes partidos admitan el referendo que han solicitado las minorías y por el que clamaron este martes miles de ciudadanos en Madrid y en otras ciudades.

Detrás de los cristales de la puerta del hotel Regina, un hombre de pelo blanco, cara inconfundible, traje azul, camisa blanca y corbata de cuadritos azules y blancos, veía pasar gente y más gente con banderas rojas de CC.OO y de UGT. Eran los manifestantes que protestaban contra la reforma constitucional de Zapatero y Rajoy, “flexibilizada” por Rubalcaba para “tranquilizar a los mercados”. El hombre se sentía inquieto. “Ya llevan un buen rato pasando”, decía un poco atribulado.

La cabeza de la marcha, con los secretarios sindicales Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, aguardó casi 40 minutos sobre la hora de la convocatoria, las siete de la tarde, a ver si el espacio vacío desde la plaza de Cibeles hasta donde estaban, a la altura del Círculo de Bellas Artes, pasado el Banco de España, se llenaba de gentío. Pero la gente afluía con cuentagotas. Toxo y Méndez hablaban para las cámaras de televisión y posaban sin ninguna prisa. La manifestación ni era tan “masiva” ni tan “imponente” como habían anunciado.

Miembros del 15-M exhiben una pancarta crítica con los sindicatos, ayer, en la Puera del Sol. / Alberto Martín (Efe)

Por fin las furgonetas sindicales que habían transportado las banderas rojas de plástico y las pancartas unipersonales para repartir entre los manifestantes se pusieron en marcha, se formó el servicio de orden y la cabeza echó a andar. Junto a los dirigentes de UGT, CC.OO, USO, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), iba el promotor de la plataforma política Equo, Juan López de Uralde y, en una esquina, el ex rector de la Complutense, Carlos Berzosa, con un suéter verde alfalfa. En pocos minutos llegaron a la red de San Luis. Y aunque resulte sorprendente, en esa encrucijada en la que se alzan los principales edificios de la gran banca, no se escuchó un solo grito contra los González, Botín y compañía.

Tras la pancarta blanca y roja de cabeza, con la leyenda: “No a esta reforma de la Constitución”, y debajo: “Referéndum, ya”, los manifestantes exhibían las banderas sindicales y las pancartas de mano con leyendas como: “Rompéis el pacto social, exijo votar el cambio constitucional, antes que vuestros techos están nuestros derechos, queremos decidir nuestro futuro, dictadura de Bancos, no” y otras.

El hombre que permanecía tras la puerta del hotel Regina se admiraba de que nadie profiriese consignas contra los banqueros, sólo contra Zapatero. Era como si los grandes edificios, esas sedes centrales de la gran banca que tanto impresionaron a León Trotski, según dejó escrito en su Viaje a España con traducción de Julio Álvarez del Vayo y edición en 1929 de la editorial España que dirigía Luis Araquistáin, no significaran nada para los sindicalistas.

Los manifestantes pasaron por delante de la antigua sede central del Banco de Bilbao, con sus cuadrigas romanas de Querol en lo alto del edificio que ahora alberga la consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, de su vecino el Español de Crédito, de la Confederación de Cajas de Ahorros –más humilde--, del solemne y pétreo Santander, frente al Ministerio de Economía y Hacienda, cuyo portón estaba custodiado por dos guardias civiles con tricornio… Y ni a derecha ni a izquierda dirigieron una palabra, una sílaba malsonante contra sus taimados inquilinos.

Llamazares saluda a Cándido Méndez, ayer martes, al comienzo de la manifestación. / Javier Lizón (Efe)

Pasaron Gaspar Llamazares y Cayo Lara, de IU, y los históricos compañeros de Izquierda Socialista Luis Gómez Llorente Antonio García Santesmases en compañía del diputado Manuel de la Rocha, como suelen hacer cada Primero de Mayo. Al escenario colocado en la Puerta del Sol se subieron los dirigentes sindicales y los representantes de las formaciones convocantes. Antes de que los militantes del PCE y de Izquierda Unida que cerraban la marcha llegaran a la plaza, los actores José Gamo y Mónica García ya estaban leyendo el extenso manifiesto contra una reforma constitucional que calificaron de “innecesaria, inconveniente e inútil”. “¡Estamos hartos de tanta mentira y demagogia, de tanto servir a los intereses de los poderes económicos¡”, exclamaron antes de acusar a la banca de ser la causante del déficit público y de reclamar un sistema tributario justo y progresivo. “¿Cómo es posible que en plena crisis económica hayan suprimido el impuesto sobre el patrimonio y bajado los impuestos a las rentas más altas?”, se preguntaron. A continuación se pronunciaron “con toda contundencia” contra la reforma y exigieron una consulta popular, "la tercera urna” que reclamó Rosa Díez durante el debate parlamentario y pidió Toxo antes de empezar la marcha.

Justo cuando leían un párrafo instando a los parlamentarios a que aprovechen los próximos quince días para solicitar el referéndum, centenares de indignados del movimiento 15M irrumpieron en la plaza entonando el cántico de su pancarta principal: “Sindicatos, gracias por venir”. Algunos pidieron a gritos la convocatoria de una huelga general para evitar que los mercados se apoderen de la soberanía nacional.

Eran las 20:30. La manifestación había realizado su recorrido en poco más de treinta minutos. El hombre trajeado que permanecía detrás de la puerta del hotel Regina, ya podía salir sin temor a que quienes entraban en la plaza coreando contra la “papacracia” y reprochando a “nuestros amigos de la izquierda” la entrega de 7.000 millones de euros anuales a la Iglesia Católica --“517 para pagar clases de religión en los colegios”-- pudieran reconocerle e increparle, aunque ya no fuera un político de este tiempo. Es verdad que como ministro de Trabajo en los gobiernos de Felipe González y como portavoz socialista en el Congreso, a Luis Martínez Noval los manifestantes le parecieron muchos, muchísimos. Pero los convocantes esperaban muchos más.

6 Comments
  1. Pues sí says

    Yo creo que la gente está un poco cansada de que las manifestaciones no sirvan para nada; habrá que buscar otras formas de protesta y supervivencia, por ejemplo, juicios populares a las políticas criminales.

  2. Zaratustra says

    Que no se mueva nadie, sólo las bicicletas.

  3. jota_que? says

    Y si simplemente fuera que convocan unos sindicatos que además del hecho de estar «subvencionados» mucha gente considera culpables de parte de la crisis por no haber sabido estar a la altura de las circunstancias. O en el peor de los casos uns traidores.
    Nos estrangularán más ahora que (los poderes económicos) se encuentran fuertes.
    Y será tarde cuando se den cuenta de como en cualquier ecosistema hasta los parásitos necesitan su victima en condiciones sanas.
    Veremos entonces si dejamos de hablar, pasear, twitear, facebookear y definitivamente salimos no ya indignados sino con muy mala ostia a la calle. Que siempre tuvo que ser nuestra.

  4. Fer says

    No sólo indignados y sindicatos… @encasadeherrero La reforma constitucional, Josep Pla y un filete quemado. http://diazmadrigal.wordpress.com/2011/09/07/el-filete-requemado-sobre-la-reforma-constitucional/

  5. charles says

    Por si a alguien le interesa, el futuro de la democracia se llama democracia líquida
    http://www.facebook.com/event.php?eid=252393334787711

  6. antordonez says

    Zapatero, autista ante los acontecimientos, no escuchando a casi nadie y aconsejado por los más neo liberales del gobierno, Blanco y ninguno Rojo, con deseos de pasar a la historia por cambiar la Constitución después de tres décadas.

    Se acaba de abrir una puerta muy peligrosa, pues los mercados, responsables de la crisis económica, son insaciables y seguirán pidiendo medidas, que un Estado de Derecho no debería aceptar. Dentro de poco pedirán recortes neo libertades como el derecho de huelga, manifestación o negociación colectiva etc..

    Zapatero abrió el melón para que los nacionalistas, pidieran , que se incluyese en esta, el reconocimiento a la independencia. Con esta medida, se pone en contra a numerosos movimientos ciudadanos de carácter progresista, agentes sociales, nacionalistas e izquierda. Y el único beneficiados en términos electorales, el PP y esto con las elecciones en puertas, con el candidato Rubalcaba, que no quería este cambio, pero Zapatero le convenció, por la vía de los hechos consumados y, con el ineludible coste que esto tiene en termino de votos.

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