Gobierno y PP esperan un comunicado preelectoral de ETA que no anunciará la disolución

De lo que no cabe duda es de que en el seno de la izquierda abertzale se avanza por una senda que conduce a la desaparición del terrorismo etarra. Y que probablemente los pasos vayan dándose de acuerdo entre Bildu y el Gobierno con la mayor discreción y la intención de contentar a los dos bandos más extremos de la orilla conservadora democrática y de la independentista violenta. De hecho, algunos actos son significativos y buscan ser pedagógicos en sus resultados.

Estando de vacaciones en Donosti la primera semana de agosto, a las puertas de las Fiestas Grandes de la hermosa ciudad -donde también significativamente ya no ha habido guerra de banderas-, me sorprendió ver cómo ondeaba la bicolor española por encima de todas las demás en lo alto de la Casa Consistorial que rige un alcalde de Bildu, Juan Karlos Izagirre. Debajo, en el balcón, colgaban dos pancartas con el mismo texto en euskera y castellano: “No a ETA. Derechos Humanos. Convivencia en paz”. Ignoro quién las había puesto y por qué, pero allí estaban. A la vista de los padres que subían a sus hijos al tiovivo de la plaza del ayuntamiento. Como si nada. Como si Bildu quisiera mandar un doble mensaje a la ciudadanía y al Gobierno central. Aunque, eso sí, ayudando a un tiempo a los familiares de presos de ETA a manifestarse, incesantemente, por la Parte Vieja de la ciudad y permitiéndoles que ocupasen la plaza de la Constitución aunque, por no ser muchos, lo hiciesen mediante un círculo de personas que dejaba vacío el centro del espacioso recinto.

Ha habido muchos detalles de retorno a la normalidad en ese sentido. Aunque, quizás, el más llamativo y reciente ha sido el hecho de que la Vuelta Ciclista a España haya vuelto a pasar por Euskadi 33 años después y que una de sus etapas acabase el viernes nada menos que en la Gran Vía de Bilbao. ¡Y encima, como la ganó un corredor vizcaíno del equipo Euskaltel, Igor Antón, pues miel sobre hojuelas!.

Sin embargo, esos pasos que ayudan a la normalización ciudadana es evidente que no son de carrera. Hemos sabido que cuando empiece la precampaña electoral, una vez convoque José Luís Rodríguez Zapatero el próximo 26 de septiembre las elecciones del 20-N, el Gobierno y el PP esperan que ETA haga un comunicado en el que no anunciará ni el abandono de las armas ni su disolución, pero en el que incluirá un pronunciamiento que permita decir a Zapatero y, singularmente, a Alfredo Pérez Rubalcaba que han acabado con ETA.

El PP ya ha adelantado en privado que el comunicado no le satisfará, diga lo que diga, si ETA no abandona las armas. Y sus más altos responsables están seguros de que la disolución no se va a anunciar de ninguna manera. Entre otras cosas, dicen, porque ETA no va a decir que se disuelve ante la posible llegada de un Gobierno del PP. Y con posibilidades de formarlo con mayoría absoluta. Es algo que, por supuesto, también saben perfectamente Rubalcaba y el Gobierno de Zapatero. Un Gobierno que, según se quejan los populares, ya no les informa con detalle, como antes, de esos pasos de Bildu de los que hablábamos al principio.