Me cuenta un pajarito que se presume bien informado que definitivamente la SGAE va a cambiar. No solo porque hay elecciones y se van a sacudir por fin de encima la ominosa sombra alargada de Teddy Bautista, sino porque soplan vientos de profesionalización de la gestión y de despolitización del discurso. Atrás quedan el desembarco de la farándula en el Congreso para protestar contra la guerra de Irak, las noche de los Goya convertidas en noche de cuchillos largos contra Aznar y los manifiestos de la ceja. Hasta los más de izquierdas que optan a tener algún mando o responsabilidad en plaza parece que abogan porque zapatero a tus zapatos y artista a tu artisteo. Y aquí paz y después gloria.
¿Significa eso que de ahora en adelante todos los cantantes, actores, directores de cine y demás se van a volver todos apolíticos como por arte de magia? No, por Dios. Ni que esto fuese Mónaco. Pero sí significa que de las instancias vertebradoras y organizadoras del invento va a emanar la consigna de que tanto compromiso hasta en la sopa ni es bueno para los artistas ni para los políticos.
La idea es que por parte de los artistas “ya huele” y puede llegar a hartar y a generar anticuerpos, a suscitar rechazos en bloque al cine o a la música nacionales por empacho ideológico. Increíblemente en este país también hay consumidores culturales que no son de izquierdas y que les puede chocar la que por ejemplo se montó cuando una artista indie como Russian Red se le ocurrió decir que en algunas cosas (¡solo algunas!) se sentía de derechas. Y va todo un Nacho Vegas y le espeta que “cualquiera que se declare de derechas ha de ser un cretino o un cabrón”. Demostrando así que se puede ser un cantautor sublime, el Bob Dylan español, y a la vez tener ramalazos de guardián del gulag.
Platón aconsejaba vivamente expulsar a los poetas de la república. Sin llegar a tanto nuestro pajarito, buen conocedor del mundillo, no se cansa de advertir de que “en general el compromiso de los artistas está muy sobrevalorado”. Refiriéndose no ya a la evidencia de que ser un genio en algo no te vuelve genial en todo, sino constatando además que la utilidad objetiva de las movilizaciones de actores, cantantes, etc, es mucho más baja de lo que se piensa. “Un concierto benéfico suele hacer mucho más por la imagen de los músicos que por la causa por la que se movilizan, porque un concierto es una de las maneras más caras y menos productivas de recaudar dinero para algo”, nos desilusionan. Entonces, Bono, Sting, Ana Belén y Víctor Manuel, etc…¿are they the champions del paripé?
Tenga la razón quien la tenga –que lo más probable es que un día sea el uno, y al otro día el otro…-, da la impresión de que se avecinan tiempos más relajados. ¿Del no a la guerra al yo es que de política no sé?
¿Tiempos más relajados, señora Grau? Los dioses la oigan. Ese pajarito suyo parece bien informado.
¿Qué tendrá que ver la denuncia de la guerra ilegal y criminal de los canallas Bush, Blair y el ansar español contra Irak, basada en las mentiras goebbelianas de las armas de destrucción masiva con la pertenencia o no a la dirección de la Sgae? ¡Cuanta gilipollez!
Calma y reflexión, Digo yo. Por cierto, ese ave polar ártico al que usted se refiere, es el anterior presidente del Gobierno español, el que mandó al ejército en «misiones de paz» que produjeron muchos muertos en Afganistán?