Como en el verso de Teresa de Cepeda, viven sin vivir en sí. Hincan los codos, se aíslan, ignoran al mundo, la familia, la pareja, los amigos. Memorizan como bestias un tema tras otro. Se examinan a sí mismos ante la foto del abuelo o del niño Jesús de Praga, que es muy milagroso. Arman palabras nemotécnicas, emplean técnicas yankis de desarrollo de una memoria prodigiosa. Repasan, avanzan, retroceden y vuelta a empezar. Muchos llevan años de esta guisa. Y todo, ¿para qué? La “alta vida” que esperaban, con un empleo fijo a cubierto de la crisis, se ha desvanecido con el primer tijeretazo del Gobierno de Mariano Rajoy al empleo público. El nuevo Ejecutivo sigue la senda emprendida por el anterior de amortizar plazas haciendo trabajar más horas a las plantillas y no reponiendo más que una de cada diez vacantes.
“Malos tiempos para la lírica”, dice una joven de cara blanca como la tiza al músico callejero que se dispone a alegrar la mañana a los transeúntes de la madrileña calle de Goya. “Pues anda, que para la oposición..”, contesta éste. La joven enciende medio cigarrillo de liar y da unas caladas. Es profesora de un centro de preparación de oposiciones y se llama Ana. El cronista pega la hebra: “En comparación con los músicos callejeros, los profesores ganamos menos”, dice. Hay un silencio y ella le asesta: “Cinco o seis euros la hora”, lo que a 40 horas semanales les convierte en submileuristas y permite hacerse idea de cómo está el sector.
El cronista sigue a la profesora por la estrecha escalera, entallada entre dos escaparates, del 85 de Goya, y alcanza la entreplanta que ocupa el Aula Tutor, cuya directora en Madrid, Lara Uribe, confirma el ajuste salarial en relación con la reducción del precio de los cursos. En este centro, con ramificaciones en Barcelona y Valencia, preparan oposiciones “más de mil alumnos”. La enseñanza online y la innovación tecnológica aplicada a las tareas administrativas les permite capear el temporal. “Han cerrado muchísimos centros y academias desde hace tres años”, explica Uribe. Cientos de jóvenes y no tan jóvenes se desaniman, se borran, dejan de pagar. Los centros ya no pueden garantizar que las oposiciones que preparan se vayan a convocar.
En algunos casos, como el del centro mencionado, se ofrecen cursos con posibles salidas laborales como la formación profesional de auxiliares de enfermería o de celadores, que son útiles, tanto si se convocan oposiciones como si no. La cartería sigue necesitando personal y son miles los que aspiran a una plaza en Correos. Con un poco de suerte, algunos alumnos logran hacer prácticas en el sector sanitario público y privado y que les contraten temporalmente. Pero son miles los que empezaron a preparar hace más de un año unas oposiciones de auxiliar administrativo para la Comunidad de Madrid que no han sido convocadas ni parece que se convoquen.
No lejos, en la calle de Velázquez de ese barrio de Salamanca de derechas de toda la vida que el alcalde Alberto Ruiz Gallardón dejó empedrado con granito de Pontevedra, cinco opositoras del centro Adams comparten preocupación sobre si se mantendrá o no la convocatoria para cubrir las 400 plazas de auxiliar administrativo del Ayuntamiento de Madrid. Aurora lleva tres años preparándose, ha suspendido una vez, y es consciente de que “si no hay oposiciones este año ya no las habrá hasta 2014”. Natalia la anima: “Parece que las habrá y que ya se ha formado el tribunal”. Susana prefiere no pensar que se puedan suspender.
Las opositoras contemplan algunos coches de alta cilindrada de los que se apean clientas de las tiendas de lujo de esta calle madrileña, y se pierden con su incertidumbre en el oscuro portal de la finca que, a modo de paradoja, alberga sobre la academia de aspirantes a un empleo las oficinas de la Consejería de Empleo de la Comunidad de Madrid. Juan Ramos, parado desde hace tres años y opositor desde entonces, explica que a la incertidumbre sobre las convocatorias hay que añadir el aumento de la competencia por el incremento del paro y por el “oleaje” de un lado a otro. “Si la autonomía no convoca oposiciones de auxiliar administrativo y el ayuntamiento sí, todos se pasan”, aclara con una lógica aplastante. Es lo que ha ocurrido en Madrid, donde los recortes de Esperanza Aguirre liquidan el empleo público y la alcaldesa Ana Botella, a la que los madrileños no eligieron como tal, mantiene de momento la convocatoria de auxiliares.
De oleajes e incertidumbres saben bastante los opositores al Cuerpo de Maestros. Consuelo Cañas explica que miles de ellos se pasaron de Castilla-La Mancha a Andalucía y a Madrid al conocer el anuncio de los responsables autonómicos de suspender la convocatoria de Magisterio. Luego en Madrid, la consejera Lucía Figar dijo que también las suspendería. Faltaban dos meses para los exámenes y miles de opositores recalaron en Aragón y en Andalucía. Finalmente, Figar rectificó. “No hay derecho a que jueguen así con la gente”, dice Cañas. Pero juegan y, después de todo, con negar la contratación de los aprobados, que pasan a ser interinos, les sale gratis.
Si el sufrimiento de los opositores quedó históricamente reflejado por Luis Buñuel en Mi último suspiro –en la Residencia de Estudiantes había unos amargados que imponían silencio hasta en el comedor; “les llamábamos los de la oposición” porque preparaban oposiciones-- y, desde luego, por Miguel Delibes en su relato sobre el eterno opositor, la inquietud de algunos directores de centros como Begonia Caparrós, con sede en Génova, 7, frente al PP, apela directamente al futuro. “De momento, en Andalucía y en el País Vasco se está convocando empleo público, pero no sabemos lo que pasará y hay que esperar”.
La incertidumbre sobre los recortes presupuestarios anunciados y los que pueden sobrevenir no sólo es “descorazonadora” para los opositores que han de estudiar entre ocho y diez horas al día, sino también para estas pymes que cuentan con profesores y preparadores muy selectos y aunque tengan pocos alumnos han de mantener los niveles de excelencia y las remuneraciones. Caparrós explica que el impacto de la ralentización del empleo público –preparan oposiciones a la Enseñanza y la Judicatura, entre otros sectores-- está siendo muy fuerte y conduce a la paralización de estas enseñanzas. “Estamos funcionando con un tercio de alumnos, aunque el gasto es el mismo”, dice después de recordar que han realizado y realizan inversiones importantes, han asumido riesgos y ahora, a falta de unas garantías elementales, han de moverse en la incertidumbre.
El problema no es sólo la falta de empleo público sino, sobre todo, la privatización de los servicios a favor de amigos, parientes y chorizos que más ofrecen. Se toman lo público como un botín, y eso vale para ayuntameintos, juntas de distrito, autonomías y sus chiringuitos de ocultación de déficit, administración central y la corrupta comunidad europea.
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