A la espera de un nuevo nombre y nuevas ideas

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De izda. a dcha., Pilar Alegría (coordinadora del 38º Congreso), Marcelino Iglesias (secretario federal de Organización), José Antonio Griñán (presidente de Andalucía) y Susana Díaz (secretaria andaluza de Organización), ayer, durante la presentación a la prensa de las instalaciones donde se celebrará el cónclave socialista. / Juan Ferreras (Efe)

SEVILLA.– “Subo convencido en que no estamos tan mal, compañeros”. Esta frase fue el inicio del discurso con el que José Luis Rodríguez Zapatero se presentó el 22 de julio de 2000 ante los 995 delegados asistentes al XXXV Congreso Federal del PSOE y que la postre se reveló decisivo para lograr la victoria por tan solo nueve votos (414) sobre el contrincante favorito, José Bono (405), y superar ampliamente a las otras dos aspirantes, Matilde Fernández (109) y Rosa Díez (65).

La victoria de Zapatero por un exiguo 41,69% de los votos se tradujo horas después en un apoyo el 90,20% de los delegados a la lista de su primera ejecutiva en la que apenas cuatro persona, incluido él mismo, repetían. Aquella experiencia ya no se volvió a vivir en los dos siguientes congresos federales, con los socialistas instalados en el poder. Hasta hoy, cuando se abren las sesiones del XXXVIII cónclave socialista.

Sin embargo, ninguno de los 956 delegados convocados hasta el domingo en Sevilla tiene la impresión de que se va a reproducir lo sucedido hace casi 12 años en Madrid. Ni siquiera el hecho de que haya más de un aspirante a ocupar la secretaría general del partido ni que la cita coincida tras otra derrota electoral aproxima las dos citas.

La única coincidencia es la incógnita del resultado, pero esa circunstancia es la esencia del sistema interno por el que apostó el PSOE en 1997, en su XXXIV Congreso Federal, para las próximas ediciones con el fin de acentuar la democracia interna, tan denostada por sus vicios endogámicos como reconocida por sus meticulosos y escrupulosos procedimientos. También se desconoce si la persona que venza será capaz de integrar a la parte vencida como hizo Zapatero.

En esta ocasión los delegados al congreso, que no tienen mandato alguno, acuden a la cita tremendamente dolidos tras la derrota del 22-M, que afectó hasta la más pequeña de las 4.000 agrupaciones locales, y abatidos tras el brutal veredicto de las urnas del 20-N.

En ese contexto, los recuentos más sensatos sobre el resultado final que se hacen en los entornos de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Carmen Chacón son tremendamente cautelosos.

“Cada delegado y delegada es consciente del poder que tiene y hay una vena ácrata en el alma del parido que sale en el momento menos esperado”, admite un gran conocedor de la estructura orgánica del partido que trabaja con Chacón. Desde el equipo de Rubalcaba se emiten comentarios similares.

Los cálculos numéricos, algunos cercanos al paroxismo, para escrutar a priori el resultado final entre los dos candidatos proliferan por doquier y los análisis consecuentes crecen como hongos en estación de lluvia. La realidad es que dado el estado de cosas la incertidumbre es lo más tangible que existe en el momento de la apertura del cónclave. Y por si faltaban condimentos, algunas operaciones mediáticas en plena recta final en favor de Rubalcaba no han hecho otra cosa más que enrarecer el clima interno.

El congreso socialista, además de alumbrar el nombre de un dirigente, debe indicar la senda por la que debe discurrir el discurso ideológico en los próximos años, un tiempo que estará marcado por un entorno tremendamente desfavorable: un poder casi omnímodo en manos del Partido Popular, dispuesto a ejercerlo hasta sus últimas consecuencias, junto a una crisis económica de la que no se vislumbra un final y que está poniendo en cuestión los cimientos el Estado del bienestar. Y además, en un contexto internacional que no es mucho más favorable.

La vertiente programática ha tenido una relevancia mediática menor en el tiempo precongresual, pese a ser un aspecto de gran trascendencia para el futuro del PSOE. Con todo, las 162 páginas de la ponencia-marco han recibido16.012 enmiendas, el doble de las presentadas en el cónclave anterior de 2008.

Este dato pone de manifiesto que el proceso de debate en las agrupaciones ha sido elevado y que los delegados acuden a la cita con esa referencia. Muchas de las enmiendas se decantan literalmente por abrir plenamente el partido a la sociedad y esgrimen fórmulas diversas para ello. Otras muchas plantean reverdecer los elementos clásicos de la izquierda socialdemócrata.

Los titulares del fin de semana se los llevarán Chacón o Rubalcaba, pero quien dirija el partido a partir del domingo deberá utilizar el armazón de ideas que alumbren los delegados en sus debates internos. No son pocos los que se toman en serio esta tarea, de modo y manera que habrá que estar atentos a los contenidos los textos finales.

1 Comment
  1. gramática parda says

    “Subo convencido en que no estamos tan mal, compañeros”. Hay que ver lo que les cuesta situar la preposición «de» donde corresponde.

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