La callada por respuesta

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Mariano Rajoy durante la última sesión de control al Gobierno en el Congreso. / moncloa.gob.es

Al principio, los duelos parlamentarios entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, así como los de sus segundas Soraya Sáenz de Santamaría y Soraya Rodríguez, fueron un cara a cara preciso en el que se abordaba el contenido de cada pregunta planteada. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, desde que se vislumbró el horizonte de las elecciones autonómicas andaluzas del 25 de marzo, el estilo impuesto por el presidente y la vicepresidenta ha sido el del “¿dónde vas?, manzanas traigo!”, cuando no la simple callada por respuesta.

Hasta tres veces rehuyó Rajoy responder la semana pasada a Rubalcaba en la sesión de control del Gobierno, que se celera semanalmente en el Congreso, qué impuestos, y cuántos, piensa subir para reducir el déficit al 5,3%, porque al socialista le faltaban 10.000 millones en las cuentas y quiso saber si se obtendrán por la vía impositiva. Rajoy no dijo nada. Lo sabremos después de los comicios andaluces y asturianos porque de eso se trataba y se trata. Como con los Presupuestos Generales del Estado, la espera es decisiva para que la gente se entere a toro pasado.

Lo sorprendente es que también Sáenz de Santamaría rehuyó responder a Rodríguez sobre el presunto gasto de 7 millones en envíos de correo a los pensionistas. Aunque en este caso puede ser que la fuga se debiera a que la vicepresidenta ignoraba la respuesta a la acusación de la socialista, como se puso de manifiesto horas después, cuando el Ministerio de Trabajo dio una respuesta escrita a la acusación del PSOE explicando que el gasto era inferior a los dos millones que el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero había gastado el año anterior por idéntico motivo.

Las respuestas evasivas o, simplemente, las no respuestas han caracterizado la precampaña del Ejecutivo en las elecciones andaluzas y asturianas. Algo que ha vivido su epítome con el problema del copago sanitario que colocó en primera línea de debate la decisión del Gobierno de la Generalitat que preside Artur Mas.

El PSOE no ha ocultado su temor de que, pasadas las autonómicas del 25-M, el Gobierno de Rajoy implante el copago en toda España aunque haya comunidades autónomas conservadoras que no lo quieran (como Castilla y León, por ejemplo). En los últimos meses, se ha producido un serio deterioro del Sistema Nacional de Salud, como han denunciado incesantemente los profesionales de la sanidad pública, y la preocupación y las movilizaciones crecen. Sobre todo porque hace un año las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revelaban que la Sanidad era considerada el mejor servicio público de España y suponía la menor de las preocupaciones de los españoles. Nueve meses después de las elecciones autonómicas de mayo y a sólo 3 meses de gobierno de Rajoy, el CIS sitúa a la Sanidad como una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos.

El PSOE, IU, ICV y otros partidos de izquierdas sostienen que el Sistema Nacional de Salud puede sostenerse sin recortar las prestaciones, sin mermar la calidad y sin implantar un copago sanitario que, como dicen los socialistas, sería  un “repago” porque los españoles ya pagamos por la sanidad la utilicemos o no.

La ambigüedad ha vuelto a ser el referente gubernamental, pero es un hecho que gracias al PP ya hay copago en Catalunya y que, por cierto, se ha roto por primera vez la igualdad que existía en toda España.

¿”Dónde queda el discurso del modelo único del PP y los mismos servicios para todos, vivan los ciudadanos en la comunidad autónoma que vivan?”, se pregunta el PSOE. Esta vez, Rajoy sí ha respondido. Ha dicho que a él no le gusta el copago. Pero ya se sabe. Tampoco le gustaba subir impuestos antes de las elecciones generales del 20-M...

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