Rajoy castiga el acceso a la Universidad con una subida de 540 euros por matrícula

¿Volveremos a oír en las calles la histórica reivindicación de los años sesenta del siglo pasado, resumida en el grito: “¡El hijo del obrero, a la u-ni-ver-sidad!”? No lo sabemos, pero la decisión del Gobierno de Mariano Rajoy, anunciada ayer por el ministro de Educación, Cultura y Deportes José Ignacio Wert a los representantes de las autonomías de subir las matrículas universitarias 540 euros por curso y penalizar a los repetidores con unas tasas por asignatura que podrían llegar al 100% del coste real si no aprueban a la tercera, provocó los primeros signos de rechazo de la comunidad universitaria y de las asociaciones de estudiantes.

El anunció de Wert, que Rajoy considera “un pequeño esfuerzo”, coincidió con su investidura del presidente como doctor “honoris causa” por la Universidad católica y privada Sergio Arboleda de Bogotá (Colombia). Allí le cantaron aquello de “una plegaria para el Señor,/ que nos alienta con su Palabra,/ con la Esperanza, con el Amor./ Serán los libros nuestro equipaje/ con los tesoros de la verdad,/ será la Ciencia nuestra riqueza,/ será el decoro nuestra heredad”.

¿Cuántos hijos de trabajadores, de familias humildes, podrán decir que será la Ciencia su riqueza? ¿Cuántos hijos de los 5,6 millones de trabajadores en paro podrán hacer el “pequeño esfuerzo” que les pide el presidente? El “tarifazo universitario” se suma a la ampliación de alumnos por aula en la enseñanza obligatoria que permitirá prescindir de 80.000 maestros y profesores, según las estimaciones del PSOE, y forma parte de la decisión de restar 10.000 millones de euros a la financiación autonómica para sanidad (7.000 millones) y educación (3.000) que aprobará por decreto el Consejo de Ministros.

La reducción del 22% de la financiación de la enseñanza y del 25% en I+D+i --que golpea directamente a la Universidad--, así como la retirada de fondos para los Campus de Excelencia, ha sido convenida entre Rajoy y los presidentes autonómicos del PP. Por eso el decreto gubernamental va a conceder manga ancha a las autonomías, y si en el curso 2011-2012, el Gobierno de Zapatero marcó un techo máximo de cuatro puntos sobre la inflación prevista –lo que supuso una subida de hasta el 7,6% de los créditos universitarios (cada crédito son 10 horas lectivas)--, ahora se establece una horquilla con una subida mínima del 15% y máxima del 25%, para que las autonomías decidan.

Según las explicaciones de la secretaria del Estado de Educación, Montserrat Gomendio –el ministro salió corriendo para asistir a un acto con la Casa Real-- la subida superaría el 50% para la mayoría de los universitarios. A los repetidores, la matrícula les costará entre un 30% y un 40% más la primera vez y entre un 65% y un 75% la segunda vez. Si vuelven a suspender, tendrán que pagar entre el 90% y el 100% del coste de la asignatura. Según los cálculos ministeriales, las tasas de matrícula venían a financiar hasta ahora un 15% del coste de cada plaza universitaria, cifrado entre 6.000 y 7.000 euros anuales, y era un porcentaje menor al de la Unión Europea. Por eso y porque hay que reducir el deficit público, deben subir lo que decidan las autonomías.

En la reunión con los responsables autonómicos, el ministro Wert señaló que la gran subida sólo se aplicará a los que ingresan en la Universidad por primera vez. La selectividad les costará 80 euros per cápita. Los repetidores tendrán que apechar con la subida a partir de septiembre. Wert no concretó la cifra global que se traslada a los estudiantes, habida cuenta de la disparidad de tarifas, y aunque Gomendio aseguró que “se mantendrán las becas como hasta ahora”, los responsables de Universidad de Euskadi, Pedro Luis Árias, y de Andalucía, Francisco Trigueros –ambos socialistas-- reclamaron un “equilibrio adecuado” entre tasas y becas y contradijeron a Gomendio, pues el Presupuesto de 2012 reduce las ayudas a los estudiantes en 166,4 millones de euros.

Según los datos facilitados por la Conferencia de Rectores (CRUE), las matrículas universitarias pueden variar desde los 557,4 euros que cuesta la primera en Andalucía hasta los 1.726 euros de Galicia. En algunos casos cubren el 20% del coste real de la carrera y en casi todos superan el 15%. Este curso Cataluña aplicó la subida máxima del 7,6% --las matrículas oscilaron entre 900 y 1.400 euros--, seguida de la Comunidad Valenciana, que subió las tasas un 7,5 por ciento –un estudiante de primero pagó entre 720 y 1.089 euros--, Asturias y Madrid aplicaron un 5% --las matrículas en Madrid costaron entre 850 y 1.320 euros, según la carrera--, Castilla y León el 4,8% en el primer ciclo y el 6,7% en grados; Andalucía el 4,3%; Murcia subió el 4,25% y Navarra el 4%. En Euskadi, el precio osciló en primero de carrera entre 885 y 1.365 euros. A esas cantidades apliquen ahora un mínimo del 15% de aumento del precio de cada crédito si llegan a la Universidad en septiembre por primera vez y saquen sus cuentas.

El ministro también anunció una revisión a fondo de la productividad de los profesores, con un incremento de horas lectivas, y dio a entender que muchos se escaquean con la excusa de una investigación que no realizan. Algo ciertamente insólito. Se da la circunstancia de que en la Universidad de Sevilla 50 profesores han recibido aviso de despido y podrían dejar sin evaluar unos 20.000 alumnos si les rescinden los contratos laborales. Y las Universidades catalanas han dejado sin contrato este año a 800 profesores asociados a consecuencia de los recortes económicos de la Generalitat.

En fin, como diría Blas de Otero, ahora que vivir se pone al rojo vivo y que el jefe del Gobierno contradice sus grandes promesas electorales y pretende satisfacer a los mercados incrementando nuestra burrice, sería interesante saber si su flamante doctorado “honoris causa” le compromete con “la cultura como elemento de contexto general”, con “la investigación como generadora de riqueza y conocimiento” y con “la honestidad y la ética como actitudes del comportamiento”, que son los principios de la Universidad que le ha investido.