Venezuela exige reconocimiento a Rajoy a cambio de contratos millonarios

 Las últimas previsiones económicas del gobierno de Mariano Rajoy han puesto al descubierto no solo lo abultado del  error en sus predicciones iniciales, sino el hecho de que todavía hay crisis económica para rato. España necesita contener la hemorragia del desempleo y seguir incrementando las exportaciones. Y Venezuela y el régimen bolivariano de su recién elegido presidente, Nicolás Maduro, le ofrece su "ayuda", tanto en materia de empleo como de exportaciones: las autoridades venezolanas han hecho llegar al gobierno de Rajoy que están dispuestos a mantener y ampliar los contratos de compra de barcos patrulleros y de vigilancia, que se fabrican en los astilleros de Navantia. Pero los contratos con Venezuela  tienen un precio: el reconocimiento público del gobierno de Rajoy al presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Según han asegurado a cuartopoder.es fuentes del gobierno, las autoridades venezolanas le han hecho llegar el mensaje por tierra mar y aire a Rajoy: "Si hay reconocimiento público del gobierno de Maduro, habrá contratos". De lo contrario, no habrá contratos y el futuro de la empresa pública Navantia y de sus trabajadores volverá a ser tan negro como lo era en 2005, cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero firmó un contrato millonario que ha dado carga de trabajo a los astilleros de la Bahía de Cádiz hasta nuestros días. Entonces se acordó la compra de 8 barcos por parte de Venezuela a los astilleros españoles. Y la firma del contrato, por un importe superior a los 1.200 millones de euros, supuso mucho más que un desahogo económico, ya que permitió mantener operativos esos astilleros y a sus trabajadores. Ahora, el importe es menor, puesto que solamente están hablando de la construcción de dos barcos, pero el precio es que la firma y el compromiso se adquiera en un acto público, con los presidentes Maduro y Rajoy bendiciéndolo.

Sin embargo, el contrato con Venezuela no estuvo exento de polémica. Por aquel entonces, el ministro de Defensa, José Bono, y el de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se las tuvieron tiesas: Bono, impulsor de la operación, y Moratinos, detractor. El entonces titular de Exteriores no veía con buenos ojos esos contratos, porque suponían un problema en la relación con la Administración del presidente estadounidense, George Bush. De hecho,  España también contrató la venta de aviones a Venezuela y EEUU vetó la utilización de la tecnología estadounidense en ellos. Pero la operación se cerró y Zapatero mantuvo una aparente buena  relación con el régimen de Chávez, al margen de incidentes como el famoso "por qué no te callas" que le espetó el Rey Don Juan Carlos al mandatario venezolano en la Cumbre Iberoamericana celebrada en la localidad chilena  de Viña del Mar.

Ahora, 8 años después,  el sucesor de Chávez pide también "respeto" y reconocimiento a su régimen y Mariano Rajoy, que ha recibido el mensaje desde ámbitos diplomáticos y también empresariales, tendrá que decidir si apuesta por la real politik y los contratos o por los principios que su  partido proclamaba desde la oposición cuando era Zapatero el que ponía al descubierto su visión más pragmática y mercantilista de las relaciones exteriores.

Fuentes del PP aseguran que el dilema ya se le planteó a Rajoy cuando Hugo Chávez estaba todavía vivo. Fue el propio Chávez el que manifestó públicamente su voluntad de continuar ampliando los contratos con España, poco después de la llegada de Rajoy al gobierno. Pero entonces Chávez ya advirtió que  para mantener los negocios con España era necesario "tener  buenas relaciones políticas". La salud de Chávez y su posterior muerte aplazaron por unos meses la toma de decisiones. Pero Rajoy vuelve en estos días a tenerlo sobre la mesa. Por ahora, no hay fecha para que ambos mandatarios se reúnan, pero el gobierno de España sí expresó públicamente una suerte de "reconocimiento" al presidente electo venezolano después de que las palabras del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, horas después de las elecciones en Venezuela y ante la incertidumbre sobre la validez y limpieza de los resultados ofendiesen a Maduro y su entorno. En una nota pública, el Ejecutivo español expresó su "respeto" al presidente electo y éste lo aireó en una de sus comparecencias ante los medios de comunicación, para repetir una y otra vez que, como había "respeto" por parte de España, las relaciones entre ambos países iban a ser buenas.