Es muy raro que un regidor diga a un ministro del Reino de España: “Tienes que venir a mi pueblo tal día y a tal hora” y que el ministro vaya, porque, generalmente, los ministros son gente extraordinariamente ocupada y con la agenda plagada de obligaciones. Sin embargo, cuando se trata de la alcaldesa de Tarancón, María Jesús Bonilla Domínguez, los ministros se muestran disciplinados y acuden a la hora señalada en sus coches oficiales con escolta a la localidad conquense, distante 100 kilómetros de Madrid.
El año pasado, por estas fechas, la regidora Bonilla llevó al titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, a la clausura del curso escolar en el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes, conocido como Las Mercedarias. El ministro Fernández, que es un hombre profundamente católico, se sintió muy halagado de poder “apadrinar” a los alumnos de 4º de ESO, y de saludar a las familias y a las monjas. Este año, la alcaldesa Bonilla, ha hecho lo propio con el titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y el ministro acudió encantado, a la hora prevista.
Los actos de graduación de los alumnos de este colegio religioso concertado, es decir, sufragado con dinero público, son muy sencillos. La velada del 26 de junio pasado comenzó a las 18:30 con una Eucaristía en la capilla del colegio, seguida de unas palabras de los ilustres invitados --la alcaldesa y Gallardón-- a los alumnos que se gradúan y de la imposición en el cuello de esos paños llamados “becas”. Las reales las han rebajado y suprimido. A continuación, profesores, alumnos, familiares e invitados comparten en el patio un aperitivo que preparan las familias. Y eso es todo.
Ya comprenderá el lector que no haya nada de extraordinario en la presencia de los ministros del PP en la clausura del curso escolar en un colegio religioso. Y quien dice escolar, dirá mañana electoral. Después de obedecer el dictado del cesante Rouco Varela y la Conferencia Episcopal en la elaboración de la LOMCE, que se discute hoy, en vacaciones, en el pleno extraordinario del Congreso, el precepto constucional sobre la aconfesionalidad del Estado ha perdido casi todo su valor.
Pero no por eso pierde interés la pregunda de por qué unos ministros tan ocupados e importantes se pliegan al deseo de una alcaldesa, por más que se sientan tan a gusto como José Bono con la madre superiora de Las Mercedarias. ¿Será porque la señora Bonilla, a la sazón diputada desde 2008 y anteriormente senadora y parlamentaria autonómica a la vez, actúa como secretaria y persona de la máxima confianza de la número dos del PP, María Dolores de Cospedal, y quien manda en el partido es quien maneja el poder?
Por sus servicios como jefa de secretaría de Cospedal en el PP, la diputada y alcaldesa Bonilla ha recibido un sobresueldo de 27.157,58 euros en el último ejercicio declarado, compatible con su remuneración de diputada (3.000 euros netos al mes), sus dietas de alojamiento y manutención (1.800 euros mensuales) y su transporte gratuito por ser diputada de fuera de Madrid, donde posee una vivienda y el 25% de otras dos. Como alcaldesa no cobra sueldo porque sería incompatible con el de diputada, pero eso no le impide demostrar su poder.
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