Madame Val, ¿una lady Di laica?

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Valérie Trierweiler, expareja de François Hollande, en una imagen de archivo. / Efe
Valérie Trierweiler, expareja de François Hollande, en una imagen de archivo. / Efe

Siempre me pasmó el éxito de lady Di entre las gentes. Cómo tantísimas personas podían sentir tamaña adoración por un personaje tan incoherente y tan anacrónico. En pleno furor de la liberación femenina y sexual, ella parecía (al principio) una pánfila. Se casó con un príncipe que era de todo menos azul y que toda Inglaterra y parte del mundo mundial sabía que estaba enamorado de otra. A nadie le dio nunca pena él porque pensaban que en el sueldo de príncipe le entraba ser infeliz. No se razonó igual en el caso de ella. Todo el mundo vio normal que ella rechazara los cuernos pero no los privilegios. Nadie le tuvo en cuenta que igualara y hasta superara el marcador infiel del marido enamorándose no de otro sino de dos, tres o cuatro. El último era un play-boy descendiente de una fortuna amasada, en parte, gracias al tráfico de armas, probablemente también de las minas antipersona contra las que Diana hacía aspavientos y campaña. Nunca nadie dudó de la sinceridad de sus acciones humanitarias, ni de su condición de víctima, a pesar del inmenso lujo en el que vivió y murió. Así da gusto. Yo quiero el mismo relaciones públicas que lady Di.

¿Qué pasará ahora con esa lady Di laica que nos acaba de nacer en la persona de Valérie Trierweiler? Los paralelismos son hasta inquietantes: malquerida y despechada bruscamente expulsada (por no decir vomitada) de una estructura de poder en teoría mucho más avanzada y moderna que la monarquía, pero que, mira por dónde, acaba funcionando más o menos igual. O peor: nadie cuestionó jamás que Diana de Gales era princesa por muchos cuernos que le pusiera Carlos. Bastó que se conocieran las correrías de François Hollande para que se le preguntara con toda solemnidad en rueda de prensa si Valérie Trierweiler seguía siendo la primera dama de Francia. Y obviamente la respuesta era no.

Moraleja, amantes y compañeras de presidentes de repúblicas: u os casáis con ellos o no ponéis un pie en palacio, y, desde luego, no abandonáis vuestra carrera para seguirles al vértigo de la política. Carla Bruni fue más lista que Valérie Trierweiler e hizo pasar a Sarkozy por el aro nupcial antes de colgar la guitarra y empezar a probarse modelitos de primera dama. Todo indica que Julie Gayet seguirá haciendo cine mientras su amado hace de presidente. ¿No querían pareja socialista y moderna? Pues cada uno lo suyo y en su casa.

Ah, pero ese esquema tampoco habría valido para Valérie Trierweiler, que no era cantante, ni modelo, ni actriz sino…¡periodista! Ya es mala pata. ¿Qué habría pasado si hubiese renunciado a hacer de primera dama para seguir escribiendo crónica política? ¿Se lo habrían permitido, o habrían considerado que había una incompatibilidad ética?

Bueno, pues pronto podría ser ese precisamente el caso. A la espera de que se conozcan, o de que no se conozcan pero se noten, los acuerdos entre Hollande y Trierweiler en el momento de la ruptura, insisto en que la exprimera dama puede encontrarse en una posición muy parecida a aquella en la que en su día se encontró la exprincesa de Gales. Hasta puede ocurrirle que su tremenda, apabullante impopularidad –sólo un 8 por ciento de los franceses la tragan- remonte y llegue a convertirse en aceptación, quién sabe si con el tiempo en leyenda.

A la gente no le gustan las novias y esposas con carácter. En seguida las acusan de ser mandonas o insoportables (como Letizia Ortiz). En cambio eso mismo gusta mucho en las mujeres engañadas y abandonadas. Entonces encandila que saquen el genio, que se venguen. Lady Di consiguió un sustancioso acuerdo económico en su divorcio cuando empezó a largar explosivas intimidades en televisión, para gran regocijo de un público que no se lo tuvo en cuenta y siguió adorándola. Trierweiler podría hacer otro tanto, con aliño de alta política además. Como respondona de lujo podría acabar teniendo el éxito que nunca conoció cuando trataba desesperadamente de ser la María Antonieta de la gauche.

¿Qué importancia tiene todo esto? Más de la que parece. Nos recuerda que los asuntos humanos, también los públicos, siguen funcionando de acuerdo con leyes mucho más arcaicas de lo que solemos pensar. Nos creemos que todo es ilustrado, razonado y lúcido, y las más de las veces todo responde a una lógica profundamente irracional. Que tener república no te vacuna contra los vicios y defectos de la monarquía, porque la república no será hereditaria, pero también está ejercida por personas con familia, amantes, etc. Y definitivamente no es tan fácil escapar del factor humano, menos cuando este se descontrola. ¿Cuántos grandes revolucionarios no lo han sido por llevarle la contraria a sus padres? La rebeldía más fascinante puede tener el origen más íntimo, más pasional.

¿Se atreverá Valérie Trierweiler a pasar por el puente del Alma, en París?

3 Comments
  1. celine says

    Parece que habrá más chicha de la que parece y el gordito don Juan/Hollande no podrá parar la cháchara de la canalla.

  2. Fina says

    Excelente, das en el clavo en todos los ejemplos expuestos.

  3. Patronio says

    Qué capacidad inventiva, cogiendo por los pelos lo inexistente para rellenar un artículo. Ni se puede establecer ningún paralelismo entre Lady Di y Trierweiler, ni jamás ha pertenecido a la estructura de poder, ni nadie la ha expulsado de ella, simplemente se ha separado sentimentalmente de su compañero. Y aquí no hay más huevos para hacer tortillas.

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