ABRUMADORAS AUSENCIAS / Servicio de Restablecimiento del Contacto Familiar de Cruz Roja
Quién busca a los desaparecidos en el Mediterráneo
Las instituciones olvidan, los familiares no. Cuando un migrante cruza una frontera obligado por sus circunstancias, una familia entera corre el riesgo de resquebrajarse. Cuando el rastro desaparece, se abre un vacío en el estómago de un hijo, una esposa o un padre. Cerrarlo es el objetivo del Servicio de Restablecimiento del Contacto Familiar de Cruz Roja, que ayuda a aquellos que buscan a sus familiares, que han desaparecido tras el proceso migratorio largo, una catástrofe natural, un conflicto o incluso de la Guerra Civil.
Recopilar los datos sobre desaparecidos y resolver las investigaciones es uno de los principales retos del Estado. El Ministerio del Interior, a fecha de enero de 2017, arrojó algunos datos que dan cuenta de la magnitud de este problema. En su informe, contabilizaban 4.164 denuncias activas. Esta cifra global abarca todos los tipos posibles de desapariciones, desde posibles secuestros a huídas voluntarias. Cruz Roja se encarga solo de aquellos que llegan a sus sedes.
“En el origen solo se hacían búsquedas, pero ahora ofrecemos un servicio integral. Hacemos prevención, se restablece el contacto, apoyamos en el duelo o tramitamos la documentación”, explica Virginia Tapia Hompanera, del Servicio de Restablecimiento del Contacto Familiar y Servicio Social Internacional de Cruz Roja. Este área existe desde que se creó esta organización en 1864 y solía investigar personas desaparecidas en situaciones de conflicto bélico o catástrofe natural. Sin embargo, la globalización ha hecho que hayan virado sus recursos hacia la migración.
Muchas personas salen de sus países de origen y no llegan a su destino o pierden el contacto con sus familiares con el paso del tiempo. También resuelven demandas sobre búsquedas del origen biológico (hijos que buscan a sus padres) o casos de la Guerra Civil, pero Tapia habla de un nuevo perfil mayoritario de demandante de estos servicios: “Suelen ser migrantes que buscan a familiares que se han ido a otros países y a los que han perdido la pista”, explica. Algunos llegan a Cruz Roja porque no tienen papeles o porque son beneficiarios de otros recursos y los trabajadores observan que se encuentran solos y sin redes familiares en el país. Madres cuyos hijos partieron hacia España y no saben qué ha sido de ellos, hermanos que han crecido separados y buscan un reencuentro o una patera que salió de África y nunca nadie supo si llegó son algunos casos que resuelve esta organización, que en 2016 trabajó en 960 expedientes en el ámbito español, de las que se han abierto 375 nuevos.
En pleno siglo XXI parece imposible que se pueda perder el contacto, con el móvil conectado y con acceso a Internet disponible las 24 horas en cualquier parte del mundo, pero los largos procesos de migración que se desarrollan en la actualidad (y por los que una sola persona cruza varios países) lo hacen verosímil. “Los motivos por los que se produce la desconexión familiar son muchos. A veces, se entierra el pasado en favor de una nueva vida. Otras, las personas que llegan a su nuevo país esperaban otra cosa de él, tienen una sensación de decepción y no quieren que su familia sepa el estado en el que están o lo que están pasando”, argumenta Tapia. Cuando alguien no desea ser encontrado prima este derecho sobre el de sus familiares y no se les facilita ningún tipo de comunicación.
La fosa del Mediterráneo
Para transmitir lo que significa una desaparición, Tapia le pide prestada una frase a la escritora Ana María Matute. “Nunca hubiera podido imaginar que una ausencia ocupara tanto espacio, mucho más que cualquier presencia”, recita para intentar describir la angustia que vive una persona cuando no sabe si su familiar está vivo o muerto.
Esta incertidumbre es la que viven las familias cuyos hijos, consortes o hermanos cruzan el Mediterráneo. Unos logran tocar tierra, pero muchos otros mueren en la travesía. Pero a los dos lados queda la gente que les espera. Por eso, Cruz Roja firmó el pasado abril un convenio con el Ministerio de Justicia para cruzar datos entre el servicio de personas desaparecidas y los cadáveres no identificados. “Estamos detectando que hay mucha gente que fallece en el mar y de la que nunca sabemos su paradero. Pero sus familiares les buscan. Necesitan tener un duelo y cerrarlo”, explica la trabajadora social de Cruz Roja. Esta organización alerta de que el perfil de esas personas que cogen una lancha y se lanzan al mar es más variado que hace unos años: “Antes venían hombres solos, pero ahora vienen familias enteras. Algunas veces, quienes sobreviven son los hijos”.
La red de Cruz Roja es internacional. Colaboran con la Policía y con otras sedes de esta organización en el mundo, donde hay registros. Además, atienden en las fronteras, lo que facilita que se cree un vínculo de confianza con los migrantes. Este área está en pleno proceso de cambio y actualización, pero Tapia invita a que más gente use sus servicios: “Queremos que más personas acudan a nosotros. Estamos muy poco concienciados con la importancia de las redes familiares”.
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