POLÍTICA / La segunda etapa del dirigente socialista

Pedro Sánchez fracasa en su intento de proyectar una imagen de PSOE unido

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Hoy jueves arranca la Escuela de Buen Gobierno Jaime Vera del PSOE  sin la imagen de unidad interna que Pedro Sánchez pretendía proyectar. Los socialistas daban por “cosida” la grave herida interna que había partido en dos la formación. Sin embargo, la ausencia de algunos ex secretarios generales y presidentes autonómicos ha puesto en evidencia que les quedan varias puntadas que dar. Es el último de los objetivos no cumplidos del nuevo líder tras varios meses ocupando, de nuevo, la Secretaría General.

Algunos ex secretarios generales como Felipe González o Alfredo Pérez Rubalcaba, o barones como el valenciano Ximo Puig, o el asturiano Javier Fernández no acudirán al centro de Villaverde (Madrid), donde se celebrarán los actos. Sin embargo, Ferraz se muestra satisfecha con la amplia acogida de esta escuela, que ya tiene más de 1000 inscritos. Sánchez cometió un error de precipitación al anunciar la presencia de los ex secretarios generales el pasado febrero y definir el encuentro como una “visualización de que la unidad del partido está recompuesta”. “Sánchez y su equipo improvisan mucho. Cuando no tienen visibilidad o están en horas bajas improvisa una conferencia política. Pero la unidad no se fotografía, se construye”, asevera Jesús Cuadrado, exdiputado socialista en la etapa de Zapatero y columnista de Cuarto Poder, que cree que el principal problema del líder es su “falta de carácter” y su “zigzagueo frecuente” en la toma de decisiones.

Mientras los de Sánchez ven en la Escuela de Buen Gobierno un éxito de convocatoria, algunos analistas creen que es una evidencia de que el malestar persiste, aunque de forma más sutil: “Creo que hay una paz armada. Por pura superviviencia colectiva y tras la respuesta de las bases a favor de Sánchez, la oposición más sangrante se ha paralizado, pero tengo la sensación de que en zonas como Andalucía están esperando a un momento de perfil bajo del secretario general. Dejarán que se desgaste él de manera natural y sin arrastrar al partido. Han aprendido la lección”, pronostica Sebastián Martín, profesor de Derecho de la Universidad de Sevilla y analista de este medio.

Sánchez se ha encargado de imposibilitar que vuelva a producirse una situación parecida a la del 1 de octubre de 2016, cuando el Comité Federal forzó su caída tras perder una votación. El pasado febrero se presentó el nuevo reglamento por el que solo la militancia podía derrocar al secretario general, restando poder al citado órgano. Tras la victoria de Sánchez, algunos parlamentarios susanistas temían que el nuevo secretario general se tomase la revancha. Finalmente, no ha habido integración ninguna y ha tomado decisiones que han sentado mal en una parte del partido, como no apoyar a Elena Valenciano para que intentara liderar al grupo socialdemócrata en el Parlamento Europeo.

Fuentes de la dirección celebran que el debate interno no ocupe ya el protagonismo de etapas anteriores en el PSOE. Aún así, sigue habiendo desajustes que se ponen de manifiesto en las reuniones del grupo parlamentario, donde algunos diputados se quejan de la falta de coordinación entre la Ejecutiva y los socialistas en el Congreso en materias como la Igualdad o la Educación, donde la dirección impone su criterio desde Ferraz.

Una falta de proyecto

Ambos analistas creen que el PSOE tiene un problema de fondo. “Hay una carencia de un programa definido. De vez en cuando, anuncia alguna propuesta estrella en materia fiscal o social que tiene una vida de dos o tres días en los medios. Después se difumina. No traslada una imagen de solidez”, asegura Sebastián Martín. Cuadrado coincide en que el ‘nuevo PSOE’ peca de “torpeza política” y transmite una “sensación de agotamiento y fin de ciclo” que no representa el “ proyecto de socialdemocracia renovada” que se necesita para liderar la izquierda española.

La gestión del conflicto catalán tampoco les ha servido para clarificar su posición, sino para añadir confusión sobre un tema político trascendental. Durante las primarias, Sánchez agitó la bandera de la plurinacionalidad, una palabra que se ha caído de su discurso en los últimos meses, especialmente desde que decidió apoyar al Gobierno en la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Los analistas creen que pone en evidencia que no tienen un proyecto claro de país.

Las expectativas también se han frustrado respecto a su relación con Podemos. En junio anunciaron una mesa de coordinación parlamentaria que nunca llegó a fructificar y ambas formaciones están hoy muy alejadas, una imagen de disenso que pasa factura a los dos partidos: “Hay que preguntarse lo que sumarían Podemos y PSOE en unas generales. El espacio es cada vez más pequeño porque su relación no puede generar más desconfianza. La izquierda danesa, por ejemplo, está formada por varios partidos con muchas diferencias y con clientelas políticas diferentes, pero cuando van a las elecciones, saben que suman para un gobierno progresista”, explica Cuadrado, que cree que los socialistas han renunciado al espacio de “centro-izquierda” por su obsesión con la formación de Iglesias.

El PSOE sigue teniendo dos almas que requieren de un líder hábil que sepa cohesionarlas y que salen a relucir en momentos clave como en el conflicto nacionalista, donde un socialista andaluz y otro catalán pueden discernir. “El PSOE es el partido que más se parece a España. Las contradicciones que desgarra al país son las mismas que desgarran a esta formación: la cuestión territorial y la social, donde hay posturas distintas”, reflexiona el profesor de la Universidad de Sevilla.

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