‘Pólvora del rey’ sobre el Museo del Prado
- La nueva ampliación al Salón de Tronos (antiguo Museo del Ejército) costará 40 millones de euros
- La extensión al Claustro de los Jerónimos costó 152 millones pero figura con 115,4 en el inventario de bienes del Estado
- La vicepresidenta Carmen Calvo ha estado detrás de las dos ampliaciones de la pinacoteca que este año celebra su bicentenario
Algo le pasa al Museo del Prado. El edificio central de una de las pinacotecas más importantes del mundo, con dos siglos recién cumplidos, aparece envuelto en telas grises como si tuviera frío. Pero no es la temperatura, sino la suciedad de los tubos de escape de los vehículos que transitan por el madrileño paseo del mismo nombre lo que le afecta. Cada dos o tres años cubren el edificio Villanueva con esas mallas grises. Detrás friegan los ladrillos y limpiar los bloques de granito para presentar al mundo buena cara. Ese fregoteo es un gasto fijo sin el cual no hay porcentaje gestor ni beneficio del contratista. La cubierta del inmueble fue durante muchos años objeto de obras y desvelos, como si los facciosos acabaran de bombardearlo y María Teresa León de evacuar sus tesoros.
Vino después la ampliación del Museo al famoso Claustro de los Jeróminos, en ruinas por obra de Napoleón, al que los madrileños llamaban Napoladrón Malaparte, como bien recogió Benito Pérez Galdós en sus crónicas noveladas. A finales de marzo de 2007 la entonces ministra de Cultura del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y actual vicepresidenta del Ejecutivo de Pedro Sánchez, Carmen Calvo Poyatos, anunciaba la conclusión de las obras que aportaron a la pinacoteca 15.000 metros cuadrados más de exposición, despachos, talleres, auditorio y tiendas y cafetería (que no falte). El discutido proyecto del maestro cúbico Rafael Moneo iba a costar al erario público 115,4 millones de euros pero acabó costando 152, señal de que ni era riguroso ni estaba bien hecho. Pero disparaban con pólvora del rey, dinero público, y turris burris lo que costase. El presidente del patronato del Prado, a la sazón Rodrigo Uría, y la actual vicepresidenta, Calvo, lucían felices en la inauguración.
Lo que no se entiende muy bien ni se ha explicado jamás es por qué si la obra costó los 152 millones de euros mencionados, se registró por la Administración General del Estado con un valor contable de 115,4. Ese afán de ocultar los errores millonarios para que no figuren en los archivos del patrimonio publico, en este caso, de los bienes del Ministerio de Cultura, más parece propio del tiempo de la chapuza y la cleptomanía que de la era del rigor, la claridad y la honradez de los gobernantes y gestores de los bienes públicos. ¿Por qué no se subsana esa tramposa valoración en el Registro de Bienes y Patrimonio Público? ¿Por qué no se consigna el valor o coste real de la ampliación en los archivos de la Central de Información de Bienes Inventariables (CIBI)?
Ahora que el Museo cumple su bicentenario con una previsión de 2,9 millones de visitantes –por debajo de los tres millones que se alcanzaron el Año del Bosco-- y unos ingresos en taquilla de 19 millones de euros, a los que su director, el valenciano Miguel Falomir Faus, historiador del arte, añade por lo bajo otros 4,5 millones de los patrocinadores, y una aportación del Estado que el non nato proyecto de Presupuestos cifró en 5 millones, ya trabajan en la próxima ampliación de la pinacoteca al antiguo Museo del Ejército.
Falomir y el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, acompañados de la vicepresidenta Calvo mostraron el proyecto al presidente Pedro Sánchez el 19 de septiembre pasado, solo un día después de que la Comisión Delegada de Cultura aprobara la nueva ampliación, asignada a los arquitectos Norman Foster y Carlos Rubio, quienes le explicaron la obra diseñada para el antiguo edificio del Salón de Reinos. La nueva ampliación añade 5.800 metros cuadrados al que ya llaman Campus del Museo del Prado, compuesto por el edificio original de Villanueva, el Casón del Buen Retiro, el Claustro e inmueble de los Jerónimos y el mencionado Salón de Reinos que albergó el Museo del Ejército durante siglo y medio hasta que en 2005, siendo José Bono ministro de Defensa, fue trasladado al Alcázar de Toledo.
El edificio ya albergó las mejores obras de arte de la Corte en tiempos de Felipe IV y cumplió la función de salón de la realeza y la aristocracia cuando se decidió hacer del Buen Retiro un verdadero palacio. Debe su nombre a los 24 reinos que entonces conformaban el imperio español. En él trabajó Diego Velázquez en Felipe IV a caballo y en otras obras después trasladadas al que sería Museo del Prado. El Salón de Reinos y el de Fiestas, hoy conocido como Casón del Buen Retiro, fueron dos de los pocos edificios que sobrevivieron a los ataques napoleónicos tras la invasión y la Guerra de la Independencia (1808-1814).
La nueva extensión del Museo del Prado al singular edificio ha sido presupuestada en 40 millones de euros, de los que 30 correrán a cargo del Estado a través del Presupuesto del Ministerio de Cultura y 10 serán aportados por el propio Museo, repartidos en cuatro anualidades hasta 2022. Con ello se trata, según la vicepresidenta Calvo, de que “los fondos espléndidos de los que disponemos estén activos para nuestra vida y para el escaparate extraordinario que representa para España uno de los mejores museos del mundo; todos hemos de concurrir a trabajar por él con lealtad y esfuerzo”. Eso dijo hace seis meses. Y cabe suponer que sin desviaciones dinerarias al alza ni trampas registrales sobre el edificio ya existe y dedicado a exposiciones, aunque quedó cerrado hace 14 años.
Dice el arquitecto Rubio que el proyecto, bautizado como Traza Oculta, plantea una estrategia novedosa de “apertura del museo”, según la cual “el ciudadano y el turista podrán cruzarlo sin pagar entrada”. Algo es algo. Pero hubo un tiempo en que el deleite ante la exposición permanente tenía un precio mínimo o simbólico, de acuerdo con la lógica de la financiación con fondos públicos. Ahora la leche materna de las ubres del Estado sigue fluyendo, pero la entrada ya cuesta 15 euros salvo para los abonados jóvenes y senior, que con una cuota anual de 25 y 70 euros, respectivamente, pueden entrar y salir cuantas veces quieran y, lógicamente, ya son legión: más de cien mil “amigos” del Museo. Los enemigos son otros. Los que con el argumento de ampliaciones, mejoras y limpieza disparan con pólvora del rey.
Mientras dos millones de niños pasan hambre en España, Leonor de Borbon y Ortiz
recibirá cada año 102.464 € de los fondos públicos. Desde el dia 19 de Junio del
2014, se convirtió en «Princesa de Asturias» y pasó a recibir 8.538,66 euros al
mes, es decir 13 veces el salario mínimo. Desde ese día hasta que Felipe VI
abdique o se muera, una niña de 8 años empezó a cobrar lo mismo que 13 personas
que cobren un sueldo de mierda de 645,50 euros o lo que 20 familias cobran de
ayuda de 426 euros para morirse de hambre. Vergonzoso. Según la Fiscalía, el
ciudadano sueco que el martes 21-2-2017 robó un camión de reparto de butano e
intentó entrar en la Ronda Litoral de Barcelona, usando uno de los carriles de
salida, es un miembro de la ANC (Asamblea Nacional de Cataluña, organización de
carácter independentista), haciendo promoción de la campaña «Volem butá»
(queremos votar). Por cierto, han descubierto también otro ladrón que no es
político, ni banquero, ni de la Familia Real. En consecuencia, ha sido detenido
y encarcelado inmediatamente. También ha sido encontrado muerto el conde Drácula
…. Había venido a Cataluña a chuparles la sangre a los catalanes y se murió de
hambre. El Gobierno de España y la Monarquía, había llegado antes…..Ni castas,
ni barones, ni Borbones, ni «compiyoguis». Si me pegan, me divorcio.
Som República !!*!!
En Septiembre del 2009 la Casa de S.M. el Rey anunciaba que Iñaki Urdangarin,
fijaba su residencia en Washington por motivos laborales. Sin embargo, la razón
era otra. Era, por orden de la reina Sofia, sacar de España la extraordinaria
colección de obras de arte de la familia real, colección que procede del robo
de la herencia del Duque de Hernani con cuadros de Tiziano, Rembrandt, Veronés,
Carabaggio, Rubens, Rafael, Goya, Cotán, etc. y valorada en mas de 2000
millones de euros. La imposibilidad de ocultar por mas tiempo la colección en
España habría sido el móvil para que la reina y su yerno sacasen los cuadros al
extranjero haciendo el mayor daño que jamás se ha hecho al Patrimonio Histórico
Español. La herencia del Duque de Hernani fué robada en el año 1979 a su muerte
y los principales autores fueron, el rey que es inimputable y Sabino Fernandez
Campo, Jefe de la Casa Real. El plan era muy simple. El Rey dictó un Real
Decreto colocando a su hermana Margarita como sucesora al titulo del Duque de
Hernani, como si fuera familiar del finado y después Sabino Fernandez Campo
falsificó un testamento del Duque, adecuándolo al Real Decreto. La Familia Real
vendió despues algunos cuadros a museos extranjeros a través de la empresa
de subastas de arte Sotheby’s en donde la infanta Pilar desempeñaba un papel
directivo y a través del anticuario de Madrid, Manuel Gonzalez. Los compradores
fueron el Meadows Museum de Texas, el Metropolitano de New York, el Museo de
Chicago y el Museo de Arte Antiguo de Brasil, ademas de algunas colecciones
particulares en Inglaterra. Para ocultar la ilegalidad de estas exportaciones,
toda vez que se trataba de bienes de Interes Cultural, Alfonso Perez Sanchez,
por entonces director del Museo del Prado adulteró los inventarios del Museo,
borrando la localización de las obras en España, y con el mismo fin, Felipe
Garin Llompart, director del Instituto del Patrimonio Histórico, sustrajo los
expedientes de la Coleccion Hernani. De lo dicho se desprende que el Jefe de
la Casa Real, Sabino Fernandez Campo, resulta ser la persona fundamental del
robo, sin el cual este nunca se podría haber realizado. Su muerte, en diciembre
de 2010, marca un antes y un despues en la familia real, tanto en lo que se
refiere en sus relaciones con la prensa como con los tribunales, al punto de
que la reina Sofia e Iñaki Urdangarín, en cuanto conocen su enfermedad deciden
sacar las obras de España antes de que sea demasiado tarde. El caso Noos, es en
el fondo un alivio para la reina y para él, ya que les aparta de la salida de
los cuadros y justifica su residencia en Washington, sabiendo que el estado
español no puede reclamar los cuadros, porque no es el propietario.
Si me pegan, me divorcio. Som Republica !!*!!